viernes. 26.04.2024
ESCLAVITUD

El árbol del pan y su estrecha relación con la esclavitud

El fruto es redondo y de cáscara áspera. Por dentro, la pulpa es blanca y dulce, con una textura similar a la de la chirimoya. Se come cruda o cocinada, y, una vez que se ha cocinado, la magia sucede: el sabor de la fruta recuerda mucho al pan recién horneado

En su novela “Paraíso” (Salamandra, 2021), el premio Nobel Abdulrazak Gurnah nos habla del fruto del árbol del pan como un fruto especialmente ligado a la esclavitud en la región de Zanzíbar, ya que con ello se alimentaba a los esclavos que llegaban a la isla.  

Por su ubicación estratégica en el Océano Índico y su cercanía con el continente africano, Zanzíbar se convirtió durante la segunda mitad del siglo XIX en el principal mercado de esclavos de África oriental, un negocio lucrativo que dirigían europeos, indios y árabes. 

Se calcula que entre 1830 y 1873 (en la época decadente de la esclavitud), en el mercado de esclavos de Zanzíbar se subastaron más de 800.000 personas procedentes del continente africano. El tráfico era tan importante que, en su momento de mayor esplendor, los dos tercios de la población de la isla eran considerados mano de obra esclava. 

Los esclavistas de Zanzíbar se percataron muy rápidamente del interés de nutrir a los esclavos africanos con un fruto abundante y fácil de cultivar, y, sin perder tiempo, dedicaron hectáreas para su producción

El árbol de pan llegó a Zanzíbar fruto de los intercambios con el este asiático. Se considera que su origen se ubica en las islas del Pacífico y del sudeste asiático, específicamente en Indonesia y Polinesia, según la literatura especializada.   

El frutipán, como también se le conoce, es de gran belleza. Su porte puede alcanzar los 20 metros de altura. Ostenta grandes hojas de color verde intenso con una copa muy tupida, pero, sin duda, son sus frutos lo que han hecho de este árbol una especie única.  

El fruto es redondo y de cáscara áspera. Por dentro, la pulpa es blanca y dulce, con una textura similar a la de la chirimoya. Se come cruda o cocinada, y, una vez que se ha cocinado, la magia sucede: el sabor de la fruta recuerda mucho al pan recién horneado.  

Además de que el fruto del árbol del pan asegura un aporte nutritivo alto, el árbol empieza a producir frutos entre los 3 y 6 años, y un solo árbol puede producir entre 400 y 700 frutos en un año, según la variedad y el hábitat. Esto lo convierte en un cultivo altamente provechoso y rentable.   

Los esclavistas de Zanzíbar se percataron muy rápidamente del interés de nutrir a los esclavos africanos con un fruto abundante y fácil de cultivar, y, sin perder tiempo, dedicaron hectáreas para su producción. El hábito se arraigó de tal forma en la isla que los lugareños terminaron asociando el árbol de pan con la esclavitud o la pobreza extrema. 

“La fruta del árbol del pan era para alimentar a los porteadores y a los esclavos, quienes, después de las largas caminatas por la región salvaje, comían lo que les diesen…”, escribe el escritor Abdulrazak Gurnah en su novela “Paraíso” (p.84), y más adelante explica: “Lo único que ocurría [en la isla de Zanzíbar] era que a la gente el fruto del árbol del pan le recordaba la esclavitud, sobre todo por aquella zona”.     

Guiado por el mismo interés, el árbol del pan llegó al Caribe insular. En 1787, la Marina Real de la Gran Bretaña envió el barco HMAV Bounty a Tahití para recolectar especímenes y llevarlos a algunas de sus colonias. El objetivo era claro: cultivar esos árboles para alimentar a los esclavos de las Antillas.  

Aunque el primer intento se saldó con un fracaso estrepitoso (debido a un célebre motín que ha sido motivo de varios largometrajes), se sabe que, en 1792, el capitán William Bligh logró embarcar dos mil ejemplares del árbol del pan y los transportó a la isla de Jamaica, donde 678 dieron frutos, convirtiéndose desde ese mismo momento en el nutriente principal de los esclavos.  

Otra consecuencia directa de este traslado a América es que, desde entonces, el árbol del pan se ha consolidado como un cultivo importante en la gran cuenca del Caribe. En Centroamérica, se le conoce hoy como el árbol del mazapán; en ciertos lugares del norte de Colombia, como el Pan de Dios, y en Venezuela como el Pan del pobre.  

El árbol del pan y su estrecha relación con la esclavitud