viernes. 26.04.2024

El optimismo según el DRAE es la propensión para ver y juzgar las cosas en sus aspectos más favorables, es decir, la expectativa global de que ocurrirán más cosas buenas que malas. El pensamiento positivo tiene connotaciones ilusorias y de ingenuidad, pero las investigaciones muestran que el pensamiento positivo tiene numerosos beneficios.

  1. ¿Qué factores influyen en el optimismo/pesimismo? 
  2. El síndrome Tintín
  3. Factores que ayudan mejorar el optimismo inteligente
  4. Podríamos resumir el optimismo inteligente como:

Las investigaciones revelan que el optimismo protege contra los efectos debilitantes de los eventos negativos. El optimismo es beneficioso en gran parte porque se asocia con una resolución activa de problemas. En este sentido, el éxito de la terapia cognitiva para la depresión depende de la capacidad del tratamiento para cambiar el pensamiento negativo de un paciente a uno positivo. Del mismo modo, los programas de prevención que promueven un pensamiento más optimista a través de estrategias cognitivas y conductuales hacen menos probable la depresión posterior.

Las investigaciones señalan que aproximadamente un tercio de nuestra actitud ante la vida tiene su explicación en la herencia genética

Se ha mostrado que una visión positiva se asocia con el bienestar físico, psicológico y social. Los datos que evidencian que las ilusiones positivas son beneficiosas muestran un marcado contraste con los argumentos teóricos desarrollados por los psicólogos clínicos tradicionales acerca de que el realismo y la precisión son los rasgos distintivos de la salud.

Los efectos que un evento tiene en nosotros no se deben únicamente al evento mismo, sino a cómo lo percibimos e interpretamos. El pensamiento positivo implica un replanteamiento positivo, así como unas actitudes positivas que pueden motivarnos a participar en una acción constructiva. Cuando las personas piensan que les ocurrirán cosas buenas, son más propensas a esforzarse porque sienten que lo que hagan marcará la diferencia en el logro del resultado esperado.

Seligman define al optimismo en función de la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y sus fracasos:

  • Los optimistas consideran que los fracasos se deben a algo que puede cambiarse y al afrontarse de nuevo una situación parecida pueden llegar a triunfar.
  • Los pesimistas, por el contrario, se echan la culpa de sus fracasos a algo que se ven incapaces de modificar.
  • Estos distintos enfoques tienen consecuencias muy profundas en la forma de hacer frente a la vida. Según Seligman las personas optimistas sobresalen en los estudios, el trabajo, el deporte y disfrutan de una mejor salud. Mientras los pesimistas se rinden con más facilidad y se deprimen.

¿Qué factores influyen en el optimismo/pesimismo? 

En primer lugar, los genes.

Esto se observa especialmente en los gemelos. Hay tres estudios científicos que así lo corroboran. El primero, llevado a cabo por el profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota, David Lykken, quien utilizó 4.000 parejas de gemelos para estudiar la propensión de las personas a gozar de las cosas buenas de la vida o descorazonarse ante las adversidades. El segundo, realizado por el psicólogo experimental del King´s College de Londres, Robert Plomin, analiza la perspectiva optimista y pesimista de casi 300 parejas de gemelos. Y el tercero, dirigido por Peter Schulman, psicólogo de la Universidad de Pensilvania, comparó en parejas de gemelos el estilo optimista o pesimista de explicar las adversidades de la vida.

Los resultados conjuntos de estas investigaciones concluyen que los gemelos monocigóticos, aquellos que poseen los mismos genes porque surgen de la misma célula original o cigoto, se parecen estadísticamente en su disposición optimista o pesimista, de tal modo que incluso entre gemelos que son adoptados por familias diferentes y que crecen y viven separados desde su nacimiento y no tienen contacto entre sí, se parecen más entre ellos en la forma de ver la vida que a la de sus hermanos adoptivos. Las investigaciones señalan que aproximadamente un tercio de nuestra actitud ante la vida tiene su explicación en la herencia genética.

Existe un segundo aspecto relevante que es la personalidad

Nuestra forma de ser, que depende de nuestra educación, vivencias y experiencias.

El síndrome Tintín

Como el personaje de Herge, se refiere a aquellas personas que irradian su optimismo en su quehacer diario y, con mucho sentido común, expresan los sinsabores de la situación con verbos de acción, es decir, hablamos del optimismo inteligente del optimismo consciente, es decir, optimismo como regla de comportamiento que tiene que ir acompañado de proactividad dirigida a un objetivo.

En el día a día, el optimista inteligente es aquel que, sin habérselo propuesto explícitamente, trabaja para su propio beneficio, anticipando que el futuro le depara más posibilidades de las que en principio podría parecer que tiene y revelando una visión “benéfica” de la vida. La investigación ha mostrado que esas expectativas a menudo sirven como profecías autocumplidas, y producen un efecto en el medio, personal e interpersonal, que le lleva a encontrarse con mejores resultados y más ocasiones favorables que los que anticipan fracasos y dificultades.

Estudios realizados en diferentes áreas y con poblaciones “vulnerables” (niños maltratados, ancianos, mujeres desesperadas, enfermos terminales, tetrapléjicos, supervivientes de traumas y desastres naturales y sociales) muestran, muchas más veces de lo esperable, una entereza y una capacidad de recuperación superior a la que esperaríamos de ellos, por su forma optimista de enfrentarse a estas situaciones.

Así pues, el optimismo inteligente es vivir de manera positiva, es decidir y actuar con voluntad, perseverancia y energía. Aunque puede ser difícil, requiere de audacia y dedicación. Es saber que en la vida habrá adversidades; que se enfrentarán con fortaleza, esfuerzo y voluntad. Es crecer a partir de las dificultades, poner la mirada en las oportunidades. El optimismo es un rasgo que forma parte de nuestra inteligencia emocional y, hasta cierto punto, se puede entrenar.

Factores que ayudan mejorar el optimismo inteligente

  • Al elegir nuestras metas, que estas sean coherentes con nuestra personalidad.
  • Persistir en conseguir los objetivos a pesar de las dificultades o contratiempos.
  • Tener mayor autoconocimiento y aceptar nuestra propia realidad.
  • Desarrollar la valentía y ser más atrevido en afrontarse a situaciones de más riesgo.
  • Educar la capacidad de goce.
  • Centrarse en las oportunidades, y no en las amenazas.
  • Abrirse al exterior y no tener pensamientos obsesivos. (del tipo: tengo que, si hubiera, si pasara…).
  • Cultivar la empatía.

Podríamos resumir el optimismo inteligente como:

  • Ser optimista es ser realista, sentir, sufrir, llorar y reír.
  • Ser más persistentes y tenaces para lograr lo que nos propongamos.
  • Disfrutar más de la vida y ser más saludables.
  • Proponer soluciones y no ser parte del problema.
  • Confiar en la solución y superación del problema.
  • Manejar nuestras emociones funcional y positivamente. 
  • Celebrar y disfrutar cada logro o meta que se obtenga.
  • “Levantarse de las caídas” sin hacerse daño mental y no caer en la trampa de culpabilizarnos o victimizarnos.
  • Construir y lograr algo positivo o favorable dentro del caos o problemática que vivimos.
  • Desarrollar nuestros talentos y aplicarlos con eficiencia cuando se requiera.
  • Conservar nuestra salud, equilibrio y armonía e inspirar o enseñar a otros a lograrlo.
  • Abrir otras puertas cuando se nos cierren algunas.
  • Aprender de las dificultades de la vida para salir más fortalecidos con lo adquirido.
  • Ser agradecidos por todo lo que tenemos y solidarios con los demás.
  • Aprender a ser felices y a compartir nuestra felicidad con los demás.

Por último, compartir esta reflexión de William G. Ward “El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas.”

El optimismo inteligente o síndrome de Tintín