Pete Seeger fue uno de los ciudadanos estadounidenses que he conocido que me impresionó más por su modestia, por su amabilidad, por su gentileza y, sobe todo, por su compromiso contra la explotación, ya fuera de clase social, de raza, de género o de nación. Y lo hacía como mejor sabía, con sus canciones, su banjo y su guitarra. Su objetivo era ayudar –con sus canciones- a movilizar a la gente normal y corriente, perteneciente a las clases populares, para conseguir un mundo mejor, es decir, más justo y más libre. Como dijo en una ocasión, cuando “la gente trabajadora canta conjuntamente canciones populares, ello le da gran fuerza, pues cantar juntos transmite una emoción de solidaridad que la empodera”. Pete Seeger tenía una visión clara y comprometida del valor de la música y del canto popular. Recogía –según él- las vivencias y experiencia de las clases populares. Más de una vez me he acordado de esta observación de Pete Seeger cuando, en las manifestaciones populares en las que participo en España, echo en falta que la gente cante las bellísimas canciones populares de resistencia que destilan el deseo de justicia y libertad entre las clases populares de nuestro país.
Como dijo en una ocasión, cuando “la gente trabajadora canta conjuntamente canciones populares, ello le da gran fuerza, pues cantar juntos transmite una emoción de solidaridad que la empodera”
Conocí a Pete Seeger durante los años de la dictadura en que yo estaba viviendo en EEUU. Conocía bien España, en donde había estado en varias ocasiones durante la dictadura. En 1971 coincidió con un año de gran agitación laboral y social, cuando los trabajadores de la SEAT paralizaron la producción siguiendo la heroica lucha del mundo del trabajo que históricamente había caracterizado a los barrios obreros de Barcelona (ver mi artículo “La Sagrera, la Catalunya real”, Público, 26.11.13), y varios de sus conciertos fueron prohibidos. Vino a España para mostrar su solidaridad con la resistencia antifascista. Como indicó en más de una ocasión, “utilizo mi banjo como mi arma contra el fascismo”. Las canciones ¡Viva la Quince Brigada!, Ay Carmela o Si me quieres escribir en sus labios adquirían una gran emotividad solidaria. Las cantó también en EEUU frecuentemente durante la dictadura para mostrar esta solidaridad. Fue un gran amigo de la España republicana y de los que lucharon para defenderla. Amigos comunes de las Brigadas Internacionales me lo habían presentado, y siempre que se le pidió en EEUU que colaborara en algún acto de apoyo a la resistencia antifascista española lo hizo. Era bien conocido entre los resistentes antifascistas que “Pete siempre está disponible”. Pete Seeger fue miembro del Partido Comunista de EEUU, junto con Woody Guthrie. Este último fue el fundador de la música folk en EEUU, y autor, entre otras canciones, de This Land Is Your Land (Esta tierra es tu tierra), que se ha convertido en el himno nacional de las izquierdas estadounidenses.
El padre de Pete Seeger era un famoso musicólogo que había invitado a Guthrie para visitarle, pues quería conocer su música. Así fue como Seeger conoció a Guthrie. Pete estaba entonces estudiando en la Harvard University, en la misma clase que el que fue más tarde el Presidente John F. Kennedy. Creó una revista radical y militó en la Juventud Comunista en aquella universidad. Pete dejó la universidad sin terminar los estudios y se fue más tarde con Guthrie al oeste atravesando todo el país juntos. Y así fue como se estableció una relación muy importante entre los dos. Comunistas los dos, daban conciertos en actos de los sindicatos, apoyándoles en la lucha diaria contra el gran mundo empresarial que se resistía a aceptar los sindicatos.
La canción como acto político
Autor de muchas canciones, cada una mostraba su clara militancia. Es desde esta época que Seeger siempre intentaba que la audiencia le siguiera en sus cantos. Nunca vio sus conciertos como un acto para el público, sino con el público. Era imposible ir a un concierto de Seeger sin terminar cantando con él. Los conciertos eran actos de celebración conjunta. El álbum Sing Out With Pete! (¡Cantad en voz alta con Pete!), o las canciones If I Had a Hammer (Si yo tuviera un martillo), escrita con Lee Hays, y Where Have All the Flowers Gone? (¿Dónde han ido todas las flores?), que se hicieron enormemente populares, eran cánticos revolucionarios (escritos en los años cincuenta y sesenta, cuando los agitadores laborales estaban brutalmente reprimidos y el Partido Comunista perseguido). Llamado a testificar en el nefasto comité de la Cámara de Representantes, el Comité de Actividades Antiamericanas, se negó a revelar los nombres de otros cantantes y amigos comunistas, lo que le costó una pena de cárcel que no llegó a cumplir como consecuencia del rechazo de la condena por parte de un tribunal de apelación. Estuvo vetado en los fórums televisivo o radiofónico.
Añadió más tarde su voz a la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King (que estuvo también claramente influenciado por el Partido Comunista), habiendo sido uno de los autores de la versión más conocida de la canción We Shall Overcome, que se convirtió en un himno del movimiento negro de liberación liderado por Martin Luther King. En realidad, pocos conocen que este himno, la versión original de Seeger, estaba basado en un canto obrero que se llamaba We Will Overcome, cantado originalmente por los trabajadores negros de los campos de tabaco de Carolina del Sur, durante periodos de huelga. Su autor era uno de estos trabajadores, Lucille Simmons. Seegel cambió de Will a Shall (de haremos a debemos hacer), enfatizando la necesidad y urgencia de movilizarse. Esta canción cuajó entre el movimiento negro hasta convertirse en su himno.
La característica que lo hizo tan valioso fue su contundencia, coherencia y habilidad de conectar con las clases populares de EEUU, una de las primeras víctimas del sistema económico-político que domina aquel país. Fue precisamente esta conexión y su enorme influencia a través de sus discípulos, entre los que se incluyen Bob Dylan, Joan Baez y Bruce Springsteen, entre muchos otros, lo que explica que, a petición de la gran mayoría de cantautores populares del país, el Presidente Clinton le concediera la máxima condecoración que se puede dar a un artista en EEUU The National Medal of Arts. Mucho se ha escrito de lo que se ha llamado el conflicto con Bob Dylan, que ocurrió a raíz de un concierto en el que Pete Seeger lo criticó por distanciarse de la tradición de la música folk, tanto en contenido como en estilo. Bob Dylan era un cantautor solitario, cuyas actuaciones giraban siempre en torno a él, con una gran parafernalia exterior. Sus actos eran conciertos para el público muy centrados en el artista. Era una crítica, no personal, sino profundamente política (cargada de razón, por cierto), crítica que también hizo a Joan Baez y que podría hacerse a muchos cantautores en España. El compromiso de Pete Seeger era radical, y no cedía en demostraciones que pudieran distanciar el canto y la canción de la lucha con la cual se identificaba.
El compromiso político de Pete Seeger y su coherencia
Aquella frase subrayaba que “esta tierra no es de los propietarios del capital, sino del pueblo, de gente como tú y yo”
La última vez que le vi fue en la fiesta celebrando la investidura del Presidente Obama, cuando él y Springsteen protagonizaron el gran concierto de gala. El punto álgido fue cuando Pete Seeger, con la ayuda de Springsteen, para terminar el concierto, cantó la canción del que había sido su maestro, Woody Guthrie, This Land is Your Land. Muchos sabíamos que había una frase en aquella canción que había estado vetada desde los años cincuenta y que nunca se incluía en la canción, prohibida en los grandes estudios. Aquella frase subrayaba que “esta tierra no es de los propietarios del capital, sino del pueblo, de gente como tú y yo”. Pues bien, en el momento final del concierto, y al final de la canción, Pete Seeger, mirando al Presidente de EEUU, la cantó, provocando la mayor ovación del público en el concierto. Con aquel gesto, Pete quería recordarle al presidente que el país era propiedad de su pueblo, y no de la estructura económica y financiera que controla el gobierno federal de EEUU (el 78% de la población estadounidense no cree que el gobierno y el Congreso represente sus intereses). El aplauso de una enorme audiencia y de millones de estadounidenses en su casa que estaban siguiendo el concierto fue enorme. Su coraje, su enorme coherencia y su gran amor por el país y su pueblo, fue lo que le hizo tan valioso y querido.
Uno de los últimos temas con el que estaba comprometido era la limpieza del río Hudson, forzando, a través de movilizaciones en toda la región, a que la mayor empresa contaminante, General Electric, tuviera que pagar 500 millones de dólares para limpiarlo. Y otro tema era organizar una escuela de canto, con coral incluida, de los niños de su pueblo. Así era Pete Seeger. Y lo hizo con la ayuda de su espléndida esposa, Toshi (a la cual Seeger definía como el “cerebro de su familia”), con la cual estuvo casado durante 70 años, que había muerto recientemente, a los 91 años. Pete murió el pasado 27 de enero, a los 94 años. Su coherencia le llevó a participar en los movimientos contestatarios más importantes que han existido en EEUU, enriqueciéndolos con su voz y con sus cantos. Luchó defendiendo la causa de los trabajadores (en los años cuarenta y cincuenta), de la población negra (en los años sesenta), del movimiento antiguerra del Vietnam (también en los años sesenta), y de los sucesivos movimientos en contra de las periódicas guerras que el gobierno federal interviene y a favor de la protección del ambiente en los años ochenta y noventa, luchas todas ellas que tenían un común denominador, la lucha contra la explotación, sin nunca renunciar a sus principios, basados en sus orígenes. Aunque se distanció del Partido Comunista debido a la invasión de Hungría por parte de la Unión Soviética, nunca renunció a sus principios, definiéndose como lo hizo solo un par de meses antes de morir, simplemente como un “comunista sencillo, sin más”. Fue un gran ciudadano estadounidense, profundamente comprometido con las clases populares de aquel país, convirtiéndose en la voz (a través de sus cantos) de los que, siendo mayoría, habían dejado de tenerla.
Una última observación. Estoy ahora en EEUU dando clases en The Johns Hopkins University, y para permanecer en contacto con España leo cada mañana la mayoría de los mayores rotativos del país. Y me leí lo que decían sobre Seeger. La mayoría de notas que aparecieron en tales medios se referían a su producción musical. Uno, sin embargo, se distinguió por su lectura política anticomunista perteneciente a la Guerra Fría, con un acento irónico, cínico e insultante a Seeger. Era el artículo de un tal Diego A. Manrique, titulado “Pete Seeger: de música y militancia”, en El País, 29.01.14, que me sorprendió, no solo por su incompetencia (lleno de datos empíricos erróneos, lo cual, por desgracia, en El País es característico de su cobertura de EEUU), sino por su profundo anticomunismo. El hecho de que Seeger y Guthrie cantaran en las fiestas de los sindicatos y en medio de las huelgas de trabajadores lo atribuye este señor “a las órdenes dictadas por el Comintern en la Unión Soviética”, que supuestamente eran los que ordenaban a los dos cantautores asistir a tales actos. O más adelante, cuando ridiculiza su compromiso con las causas justas, atribuyéndolo a un fanatismo propagandístico… y lo que es más, por si no fuera poco, critica a Seeger por su apoyo a “sus queridas Brigadas Internacionales que fueron una trampa mortal para muchos idealistas, purgados por implacables comisarios de obediencia soviética”. Estas frases podrían haberse escrito en la prensa de la ultraderecha americana y española. Es preocupante que estos comentarios se permitan en un diario que se presenta como abierto y progresista y que intenta imitar al The New York Times (el cual, por cierto, escribió cinco páginas “Pete Seeger, Champion of Folk Music and Social Change” con un tono objetivo, y claramente favorable y agradecido a la vida de un gran ser humano).