martes. 30.04.2024
L’Alternativa
L’Alternativa

Aleix Sales | @Aleix_Sales

En la plena efervescencia festivalera otoñal en Catalunya, l’Alternativa consigue hacerse un extendido hueco en la agenda cinéfila con la celebración de unos 30 años que, lejos de acomodarse en los tics y manías que pueden surgir con la edad, busca ampliarse y seguir creciendo, con la adhesión de nuevos públicos y la inclusión de nuevas actividades. Recopilando joyas que, si no fuera por ellos, no llegarían a nuestros ojos y, sabiamente, generando expectación con otras propuestas de autores más populares que vienen con el sello de Cannes o Berlín, l’Alternativa se vuelve a superar colgando en más de una sesión el cartel de “entradas agotadas” y aspirando a soplar más velas en los próximos años. En medio de la programación, la retrospectiva del año ha ido dedicada a la mexicana Tatiana Huezo, quien presentó su más reciente film, El eco, así como se ha efectuado una selección de grandes títulos proyectados en la historia del certamen, aludiendo a nombres como Pietro Marcello, Agustina Comedi o Boris Mitić.

“Fallen Leaves” de Aki Kaurismäki
“Fallen Leaves” de Aki Kaurismäki

Hieratismo de maestros a promesas

Una edición tan especial tenía que abrirla una figura tan notoria y longeva como Aki Kaurismäki, con más de 4 décadas a sus espaldas. Y más si lo que se proyectaba era su regreso tras 6 años de silencio, Fallen leaves, título que lo ha vuelto a colmar de elogios por todos los festivales del mundo por los que ha pasado desde su estreno en Cannes, donde el jurado le adjudicó el Premio Internacional del Jurado. A sus 66 años, el finlandés no se dispone a innovar y se mantiene fiel a su seña de identidad de hieratismo y distanciamiento para contar la relación entre dos personajes invisibles en la sociedad como son una cajera de supermercado explotada y un alcohólico. Pero Kaurismäki huye de tremendismos y lo baña con un humor negro característico y una mirada puesta en el clasicismo hollywoodiense cimentador de las bases de la comedia y el melodrama romántico, en el que tienen cabida desde Charles Chaplin a Leo McCarey, hasta nombres más contemporáneos como Woody Allen. Con su inequívoco encanto para abordar una realidad gris, a Fallen leaves se le echa en falta más hincapié en la vertiente social de obras anteriores de su cineasta, ya que su trasfondo con la guerra de Ucrania se antoja desaprovechado y un recurso más bien para hacer chocar a sus protagonistas analógicos con el vertiginoso y tecnificado presente. Esto la convierte en una propuesta más trivial de lo esperable entre sus múltiples momentos de brillantez.

l’Alternativa consigue hacerse un extendido hueco en la agenda cinéfila con la celebración de su 30 aniversario

En la misma edición, se ha podido comprobar que la herencia de Kaurismäki es alargada y traspasa fronteras. La directora Laura Ferrés contaba en el coloquio posterior a la proyección de La imatge permanent que no tuvo mucho tiempo para ensayar y que a sus actrices protagonistas les puso una película del finlandés para que captaran que tipo de trabajo tenían que hacer. Y en esta decisión radica el mayor lastre de su debut en el largometraje, ya que la artificialidad de las interpretaciones no encaja con la sensibilidad de la historia que narra. A la directora catalana no se le puede negar audacia en su propuesta, pero se nota falta de experiencia y tiempo para calibrar unas interpretaciones que, salvo Rosario Ortega, van sacando constantemente de una película con más de una buena idea, pero construida a base de cierta inconexión y falta de armonía. La imatge permanent funciona más cuando abraza el realismo costumbrista –su arranque en la Andalucía de los años 70-, que cuando le da por tocar el posthumor al que segurísimo que Carlos Vermut (coguionista) ha echado unas cucharadas que Ferrés no ha sabido ejecutar adecuadamente. Más allá de sus flaquezas, esta ópera prima, concebida como una adivinanza según su autora, deja un popurrí ecléctico de referencias –tanto de alta cultura como de cultura popular- con el que plantea cuestiones estimulantes como la representación visual de las caras y la búsqueda de la autenticidad, tanto en las personas como en la imagen. Puede que Ferrés aún esté explorando y probándose, pero no cabe duda que La imatge permanent reúne esa cualidad de auténtica. 

“Samsara”
“Samsara”

La experiencia mística

Uno de los momentos álgidos de la programación fue la sesión de Samsara, nueva aportación de Lois Patiño, icono del Novo Cinema Galego, con el cual es posible que llegue a ganarse nuevos públicos. Samsara parte de la voluntad de querer experimentar sensorialmente imágenes y sonidos para acabar construyendo una narración en torno a las escrituras budistas tibetanas del Bardo Thodol, que contempla la reencarnación de las almas en otros cuerpos mediante una transición inmaterial. Es en la plasmación de esta transposición del alma de una carne a otra donde Patiño explota al máximo las posibilidades audiovisuales para crear una experiencia cinematográfica única que, ante la invitación al espectador a cerrar los ojos (una ironía en el séptimo arte), logra establecer un clima íntimo con el individuo mientras, a la vez, se vive una comunión mística con el resto de los espectadores. No hacen falta didactismos ni señalamientos de ningún tipo, únicamente con un paisaje sonoro envolvente y un juego con los negros, el uso del color saturado y puntuales ráfagas de luz son suficientes para hacer gratamente partícipe al público, justificar la vivencia deSamsara en una sala de cine y permanecer en el recuerdo. Este magistral interludio separa el film en dos partes distintas entre sí -al tratarse de dos vidas distintas-, pero con puntos en común fruto de los dejes de una misma alma. Todas ellas rodadas en un analógico bien vivo en sus texturas, la primera transcurre en los monasterios de Luang Prabang en Laos, donde entre monjes, ancianos y ancianas supersticiosas, habitan adolescentes que deben decidir su futuro fuera de la comunidad o una vida dedicada a la austeridad. Retratada con los colores saturados de Mauro Herce, este episodio, amparado en el documental de observación, opera mejor cuando aboga más por la estampa costumbrista que por la poética espiritual; un hecho que queda corregido en una segunda parte más compacta en Zanzíbar, donde captura a un grupo de señoras recolectoras de algas en el mar para elaborar jabón y a una cabra, el ser que ha acogido el alma budista traspasada. Este capítulo actúa como contraste entre sociedades (la primera mucho más machista, donde las mujeres no tienen cabida), y en él también cambia la mirada de Patiño al apoyarse en la fotografía de Jessica Sarah Rinland, que se adentra más en la comunidad y los detalles como puede ser el trabajo con las manos. En su conjunto, al final, Samsara es una obra libre de atrevida vocación en despertar los sentidos del público mediante el poder fílmico, para el cual teje una excusa argumental suficientemente sólida para sostenerse. En cada una de sus partes convencerá más o menos, pero su visionado es inolvidable. Algo que no se puede decir de la gran mayoría de cintas.

La erupción del volcán Cumbre Vieja de la isla de La Palma en 2021 ya da sus frutos cinematográficos con el documental “Un volcán habitado”

Otro libro tradicional oriental es la base de El sueño de la sultana, primer largometraje de animación de una veterana en el sector como Isabel Herguera. El relato del título es un cuento feminista indio escrito en 1905 por Rokeya Sakhawat Hossain que plantea una utopía feminista en Ladyland, un lugar donde las mujeres se hacen cargo de todo y los hombres viven aislados. Herguera narra una historia a dos tiempos entre el cuento en sí y un presente protagonizado por una directora de animación vasca que descubre el libro y se obsesiona con él. El sueño de la sultana es visualmente preciosa, plagada de trazos suaves en lienzos coloristas de los que es imposible captar toda su riqueza a la primera. No obstante, el festín para los ojos está muy por encima de un guion chirriante por su dispersión y carácter errático, sin puntos de anclaje para instaurar una estructura dramática firme que mantenga el interés a lo largo de sus escasos 80 minutos. No consigue casar fluidamente las dos tramas y es demasiado obvia en su mensaje, haciendo de ella una pieza de envoltorio apabullante cuyo interior es mucho menos apasionante, en un desequilibrio que uno no puede más que lamentar dado su potencial.

“Un volcán habitado”
“Un volcán habitado”

Mirar a la naturaleza

La erupción del volcán Cumbre Vieja de la isla de La Palma en 2021 ya da sus frutos cinematográficos con Un volcán habitado, documental de José Víctor Fuentes y David Pantaleón, quien regresa al terreno real después de largometraje de ficción Rendir los machos (2021). La película es otro exponente más de la impotencia del hombre frente a las incontrolables fuerzas de la naturaleza, la cual es capaz de destruir (o transformar su espacio) mientras deja imágenes embriagadoramente hermosas por el camino, como ya mostró de un modo distinto el fenómeno del año pasado Fire of love (Sara Dosa, 2022). La dupla de directores se sirve de una narración a partir de audios de Whatsapp de un grupo de amigos que viven en la isla para contar cronológicamente los hechos, desde la incertidumbre inicial hasta el arrase y desalojo de los hogares en los pueblos colindantes. Con material grabado por los propios directores y los medios de comunicación, el volcán es el protagonista principal al apostar mayoritariamente por hipnóticas imágenes de la erupción mientras se reproducen los audios de Whatsapp, decisión efectiva pero que lleva a agotar el formato, sintiéndose como un mediometraje alargado al no profundizar en aspectos que apunta ni explorar más a los habitantes de la isla. Un volcán habitado ganó el premio DOCMA (de la asociación de cine documental) a la mejor película.

En la tierra de la ficción, Blas Devos también mira a la naturaleza y al nexo de conexión entre personas que puede llegar a ser en Here, su cuarto largometraje. A partir de la historia mínima entre un obrero rumano en Bruselas y una joven chino-belga que prepara un doctorado sobre musgos, Devos cocina una invocación al cine romántico de forma atípica -un poco como la Fallen leaves de Kaurismäki-, en la que la necesidad de contacto mediada gracias al elemento natural yuxtapuesto a la ciudad. Pese a empezar de un modo confuso, Here va progresivamente dirigiéndose hacia su punto culmen: una pausada secuencia en el bosque donde solamente existen los dos personajes y un entorno plagado de musgo, árboles, vegetales y setas. Poniendo el ojo a los pequeños detalles invisibles que conforman la estructura puramente natural, Devos brinda una apacible feel-good movie que no sucumbe a los clichés de estas al fijar instantes de humor negro y una cierta distancia fílmica que controlan cualquier arrebato extrapasional. Una propuesta controlada y libre a la vez.

“A morte de uma Cidade”
“A morte de uma Cidade”

Ciudades de vida y muerte

De la observación de la naturaleza cambiante a la de una ciudad en transformación por la acción humana. La mutación del paisaje urbano de Lisboa a causa de la gentrificación es el motor que mueve A morte de uma Cidade, primer largometraje documental de João Rosas. Con la excusa de capturar la ciudad antes de que no la reconozca por los efectos del turismo masivo y una inflación que expulsa a sus habitantes, el portugués da con un edificio en remodelación para construir un hotel y allí establece contacto con los peones de la obra, inmigrantes que vienen para ganarse un futuro mejor en un clima de precariedad laboral inmenso. Rosas filma constantemente la obra como intruso más a base de planos no excesivamente construidos, mientras su mortecina voz en off fatiga la película con demasiada información. Paradójicamente, cuando A morte de uma Cidade brilla más es al hablar de la ciudad como personaje y detenerse en sus estampas, mientras que cada vez que entra en la obra todo se torna repetitivo y plúmbeo. El problema principal reside en que Rosas saca poco particularmente insólito de sus personajes, tal vez porque él dirige demasiado las conversaciones y no les permite desenvolverse cómodamente. En este sentido, se echa en falta una vía más costumbrista porque, más allá de su historia, se desconoce la rutina de esos obreros. ¿De qué hablan en los descansos? ¿Qué hacen en sus ratos libres, cuando no tienen obligaciones? Rosas no ha jugado esta carta con la ambición de querer recoger muchos personajes y no dotarlos de suficiente entidad, en un documento que bien tendrá su interés como fotografía de una transformación y los síntomas de una época. 

Los premiados sintetizaron el ánimo social, sensible y estimulante que caracteriza este festival 

En el seno de un hospital en París, concretamente en la sección de ginecología, Claire Simon ubica Notre corps, un mastodóntico film de casi 3 horas que pesan poco al conseguir una inmersión muy honda en su ecosistema. Ganadora del premio al Largometraje Internacional de la Sección Oficial, el magnífico documental de Simon empieza de un modo observacional, distanciado, casi como si de un espía en la sala del médico se tratase, para luego ir tomando una esfera más íntima y personal, acabando de involucrar a la directora. El filme se estructura primero en una sucesión de consultas varias sobre sexualidad, enfermedades de transmisión sexual, infecciones, abortos, entre otros casos; luego pasa a mostrar como los cuerpos de las mujeres se preparan para un parto y culminan en el alumbramiento; y finalmente aborda el lado más oscuro y crudo del oficio con distintos episodios de enfermedades graves. Simon no hace un seguimiento a lo largo de meses, sino que cuenta a sus personajes en una escena, a los que da suficiente tiempo para que se expliquen. Esto no lo hacen con guion de por medio, sino que es Simon quien inserta un momento claro para definirlos y caracterizar sus circunstancias, de un modo muy natural que facilita la conexión y la empatía con el espectador. A ello se le añade la virtud de lograrlo sin recurrir al señalamiento burdo ni al chantaje emocional. Sencillo en formas, pero de compleja arquitectura para alcanzar sus resultados, Notre corps es un viaje emocional tremendo, pormenorizado en muchos momentos –pocas veces se han visto secuencias de partos tan realistas y detalladas-, y altamente conmovedor en muchísimos tramos. Decenas de historias pasan ante la cámara de Simon para pintar omnicomprensivamente un lugar que tiene muchas vidas y relatos distintos, solo que cada paciente únicamente conoce el suyo. Una obra contundente, descorazonadora en más de una ocasión (imposible quitarse de la cabeza la última paciente), esperanzadora en otras, y que pone de manifiesto la importancia de una buena sanidad para proteger los cuerpos de las mujeres.

“Il pleut dans la maison”
“Il pleut dans la maison”

El ocaso de la inocencia

El último verano antes del fin de la inocencia. Esta es la idea que materializa la documentalista belga Paloma Sermon-Daï en su primer largo de ficción: Il pleut dans la maison. Ambientada en la Valonia rural, sigue a un par de hermanos adolescentes que deben de hacerse cargo de sí mismos como pueden (obteniendo dinero como sea) ante una madre caótica e irresponsable, mientras hay goteras en la vieja casa donde viven. La cineasta bebe de la no-ficción al trabajar con actores no profesionales y no tener la película enteramente escrita, apostando por un perfil contenido y sutil. Sin embargo, en un punto realiza un giro efectista que traiciona el tono que había adoptado y, lo que es peor, dramáticamente no lo aprovecha, diluyendo el calado y la fuerza que podría haber llegado a tener. Tras el sobresalto, sigue con la línea contenida desperdiciando sus posibilidades. Da la sensación de que Sermon-Daï se ha autoreprimido en todo el proceso, sufriendo por no hacer mucho ruido, lo cual ha derivado en un film de adolescencia manido, obvio en sus metáforas e instalado en una tierra de nadie que lo condena al olvido. Una pena viendo los estimulantes elementos con los que contaba, como la de tomar el lago como lugar de encuentro.

El palmarés fue completado por Tótem, del colectivo Unidad de Montaje Dialéctico, que se hizo con la mención a Mejor Largometraje Internacional. El documental hecho a través de vídeos domésticos Soc filla de ma mare, de Laura García-Pérez, fue doblemente recompensado con el premio a Mejor Largometraje Nacional y la mención del premio DOCMA de documental, mientras Zinzindurrunkarratz, de Oskar Alegría, se hacía con la mención a Mejor Largometraje Nacional. El cortometraje Máxica neves no Nadal, de Víctor Soho, compartía curiosamente el premio a Mejor Largometraje Nacional con Soc filla de ma mare, pero el Mejor Cortometraje Internacional recaía en el peruano El polvo ya no nubla nuestros ojos, realizado por el Colectivo Silencio. El cortometraje español Aqueronte, de Manuel Muñoz Rivas, recibía la mención a Mejor Cortometraje Internacional. Finalmente, la Federación Internacional de Cineclubs coronaba con el premi Don Quixot al Mejor Largometraje Internacional a The mountains, documental danés de Christian Einshøjformado a partir de imágenes de archivo que cuenta un viaje con su familia al Centro Polar Ártico. Como siempre, no lloverá nunca a gusto de todos, pero los premiados sintetizaron el ánimo social, sensible y estimulante que caracteriza un festival con la suficiente experiencia y cabeza para saber quién es y qué quiere, pero a la vez con el espíritu intrépido para ofrecer nuevas experiencias a su público. ¡Que sea así por muchos años más!

L' Alternativa 2023: la (larga) vida de un festival