viernes. 26.04.2024
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Busto de Domiciano. (Wikipedia)
  1. Familia
  2. Adolescencia
  3. Aspecto físico
  4. Personalidad
  5. Matrimonio
  6. La subida al poder
  7. Su hermano Tito
  8. Su labor política
  9. Sus edictos
  10. Autocracia
  11. Política financiera
  12. Proyectos urbanísticos
  13. Juegos
  14. Religión
  15. Censor perpetuo
  16. Otras religiones
  17. Domiciano y el Senado
  18. Campañas militares
  19. La conquista de Britania
  20. Guerra en Oriente
  21. Las conspiraciones
  22. Su asesinato
  23. La sucesión
  24. Los historiadores

Familia

Nace en Roma el veinticuatro de octubre del año 51 d. C. Era el tercer hijo del emperador Vespasiano y Domitila la Mayor. Sus hermanos eran Domitila la Menor nacida en el año 39 y Tito nacido el mismo año que su hermana y conocido popularmente como Tito.

Las décadas de guerra civil que azotaron al Imperio a lo largo del siglo I a. C. habían contribuido enormemente a la decadencia de la vieja aristocracia romana, que será gradualmente sustituida en el poder por una nueva nobleza provincial durante la primera parte del siglo I d. C.

Una de esas familias fue la de los Flavios, o gens Flavia, que ascendió desde el anonimato hasta la prominencia en tan solo cuatro generaciones, adquiriendo considerable riqueza e influencia bajo el reinado de los emperadores de la dinastía Julio-Claudia.

Fuentes antiguas alegan la pobreza de la familia flavia durante la época del nacimiento de Domiciano, e incluso sugieren que los Flavios habían caído en desgracia durante los reinados de Calígula y Nerón.

Sin embargo, los historiadores modernos afirman que estos relatos constituyen solo una parte de la campaña propagandística realizada durante los reinados de los emperadores pertenecientes a la dinastía Flavia.

El objetivo de dicha campaña tenía como finalidad minar la popularidad de estos impopulares emperadores y alabar la del emperador Claudio y la de su hijo Británico. El favor imperial hacia los Flavios fue considerable a lo largo del periodo comprendido entre los años 40 y 60.

Ya en el año 66, habían muerto tanto la madre como la hermana de Domiciano, mientras que su padre y su hermano lideraban los ejércitos de Germania y Judea. Esto motivó que pasase la mayor parte de su adolescencia en ausencia de sus parientes más cercanos.

Adolescencia

Durante la I guerra judeo-romana, Domiciano pasó al cuidado de su tío Tito Flavio Sabino, que era praefectus urbi de Roma. Es probable que Nerva, quien sería su sucesor en el trono, lo tomara bajo su protección.

Recibió una educación privilegiada, digna de un joven procedente de la clase senatorial. Estudió retórica y literatura. Suetonio, en su obra “Las vidas de los doce césares” escribe acerca de la capacidad que tenía para citar frases de grandes poetas como Homero o Virgilio y lo describe como un adolescente culto y educado, capaz de conversar de una manera muy elegante.

Sus primeras obras publicadas fueron poemas, así como Tratados sobre la ley y administración. A diferencia de su hermano Tito, no fue criado propiamente en la corte imperial, ni parece que recibiera una educación militar formal, aunque Suetonio le describe como un tirador diestro.

Suetonio, además, consagra una parte importante de su biografía a hablar de la personalidad de Domiciano y proporciona una detallada descripción de su carácter y apariencia física.

Aspecto físico

Domiciano era de elevada estatura, semblante modesto, tez sonrosada y ojos grandes, aunque débiles. Era hermoso y apuesto, sobre todo en la juventud, aunque tenía los dedos de los pies muy cortos. Más adelante a este defecto se unieron otros como ser calvo, desarrolló un vientre enorme y sus piernas eran piernas extraordinariamente delgadas, y más debilitadas aún por una larga enfermedad.

Al parecer, su calvicie le avergonzaba tanto que en etapas posteriores trató de disimularla con el empleo de pelucas. Siempre según Suetonio, se obsesionó tanto que llegó a escribir un libro acerca del cuidado del cabello.

Personalidad

En lo que respecta a su personalidad, los escritos de Suetonio alternan bruscamente entre una descripción emperador-tirano, el de un hombre física e intelectualmente perezoso o el de un emperador de carácter refinado y de gran inteligencia.

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Busto de Vespasiano

Brian Jones en su obra “The Emperor Domitian”, comenta que es complicado hablar acerca de la verdadera naturaleza de la personalidad de Domiciano a causa de la parcialidad de las fuentes supervivientes.

Según sugieren las partes comunes de las fuentes supervivientes, parece ser que carecía del carisma natural de su hermano y de su padre, que era propenso a sospechar de las personas, y que estaba dotado de un extraño y en ocasiones auto despreciativo sentido del humor.

La naturaleza de su carácter se vio agravada por su tendencia al aislamiento del resto del mundo. A medida que pasaban los años esta tendencia se acentuó hasta el punto que se comunicaba de manera críptica con los demás o incluso llegaba a no mantener contacto con nadie.

Podemos pensar que esto fuera consecuencia de su infancia, transcurrida lejos de sus familiares más cercanos. Es más, cuando tenía dieciocho años la mayor parte de sus familiares cercanos habían muerto en combate o de enfermedad.

Por otro lado, y a consecuencia de haber pasado casi toda su juventud bajo el reinado del emperador Nerón, sus años de educación estuvieron fuertemente influenciados por la agitación política de la época, que culminó con la guerra civil del año 69, que llevaría a su familia al poder.

Matrimonio

Fracasada su carrera política y militar, el futuro emperador centró su atención en los asuntos que afectaban a su vida doméstica. Vespasiano intentó concertar un matrimonio entre su hijo menor y la hija de Tito, Julia Flavia.

Sin embargo, este estaba tan profundamente enamorado de Domicia Longina, que logró convencer a su marido, Lucio Elio Lamia, de que se divorciase con el objeto de poder casarse con ella.

Vespasiano, aunque en un principio se opuso a esta unión, cedió al ver lo beneficiosa que era para ambas familias. Longina era hija de Cneo Domicio Corbulón, que era un militar competente y político respetado, que se suicidó por órdenes del emperador Nerón tras el fracaso de la Conspiración de Pisón.

A través de este matrimonio no solo se restablecían las conexiones con la oposición senatorial, sino que también se reforzaba la campaña propagandística que trataba de ocultar el éxito experimentado por la carrera política de Vespasiano durante el reinado del odiado emperador.

Al parecer el matrimonio fue feliz, ​aunque se vio obligado a tolerar constantes acusaciones de adulterio. Nacería el único hijo de la pareja en el año 73, un varón del que se desconoce el nombre fallecido en el año 81. ​El historiado Jones opina que esta fue la razón por la que en el año 83, Domiciano exilió a su esposa bajo acusaciones de infertilidad.

Sin embargo, la haría volver; quizá por amor o con el objeto de acallar los rumores que le relacionaban con su sobrina, Julia Flavia. Se desconoce si tuvo algún hijo ilegítimo y nunca se volvió a casar.

Tras suceder en el trono a su hermano, otorgó a su mujer el título honorífico de Augusta y forzó al Senado a deificar a su hijo. Esta información procede del grabado presente en el reverso de una moneda acuñada durante su reinado.

La subida al poder

El regreso de su hermano Tito triunfante en Judea puso de manifiesto la insignificancia de Domiciano, tanto militar como políticamente. En su condición de primogénito y merced a su experiencia, Tito fue nombrado cónsul en siete ocasiones, censor en una, y, además, se le concedió la tribunicia potestas y el mando sobre el cuerpo de seguridad imperial, la Guardia Pretoriana, todo ello durante el reinado de su padre.

Por otra parte, estas concesiones confirmaban que Tito era el heredero del Imperio. A Domiciano se le concedieron los títulos honoríficos de césar o princeps iuventis, además de varios sacerdocios como el de augur, pontifex, frater arvalis, magister frater arvalium y sacerdos collegiorum omnium, aunque ningún cargo con imperium.

Ejerció un consulado ordinario en el año 73 y cinco consulados suffectus en los años 71, 75, 76, 77 y 79, sustituyendo casi siempre en el puesto a su padre o a su hermano a mediados de enero. Durante los reinados de ambos no obtuvo ningún cargo público de importancia.

Por otro lado, y si bien sus cargos eran más formales que materiales, esos puestos sirvieron sin duda para que Domiciano adquiriese una valiosa experiencia tratando con el Senado. Muciano,​ que era un estrecho colaborador de su padre durante el año de los cuatro emperadores, desapareció completamente de la vida pública y es probable que muriera entre los años 75 y 77.

Su hermano Tito

La eficacia de Tito como coemperador de su padre garantizó que, tras la muerte de este último el veintitrés de junio del año 79, se produjera una sucesión pacífica y con pocos cambios. Tito aseguró a su hermano que sería designado para desempeñar cargos de importancia durante su reinado, aunque no le invistió con el poder tribunicio ni le concedió ningún cargo con imperium.

De todas formas, si bien Tito pudo haber tenido en mente otorgar a su hermano cargos públicos de importancia, varios sucesos ocurridos durante el transcurso de su reinado requirieron toda su atención.

El veinticuatro de agosto del año 79, el volcán Vesubio entró en erupción, ​enterrando bajo metros de ceniza y lava las ciudades de Pompeya y Herculano. Al año siguiente estalló un incendio en la capital que dañó una parte importante de los edificios públicos.

Por todo ello, Tito pasó gran parte de su reinado tratando de restaurar las propiedades de las víctimas. El trece de septiembre del año 81, tras dos años en el trono, el hermano de Domiciano falleció a causa de unas fiebres que contrajo durante un viaje que realizó al territorio de los sabinos.

Las fuentes clásicas implican a Domiciano en esta muerte, acusándolo directamente de asesinato, o afirmando que abandonó a su hermano cuando este se encontraba muy enfermo a fin de que muriera.

La veracidad de estas historias, sobre todo considerando la subjetividad de las fuentes contemporáneas, es difícil de evaluar.  Es muy probable que el afecto fraternal fuera mínimo, hecho nada sorprendente, ya que apenas se conocían entre ellos. Independientemente de la naturaleza de esta relación, Domiciano nunca mostró mucha preocupación por su hermano moribundo.

Un día después del fallecimiento de Tito, el Senado proclamó emperador a Domiciano el catorce de septiembre del año 81 y le concedió la tribunicia potestas, el cargo de pontifex maximus, y los títulos de augusto y pater patriae.

Su labor política

Como emperador, Domiciano puso pronto fin a la falsa fachada de democracia republicana establecida por su padre y estimulada durante el reinado de su hermano. Hizo del Senado una institución obsoleta al concentrar en sus manos los poderes gubernamentales.

En su opinión el Imperio debía ser gobernado por una monarquía divina dirigida por él, es decir, gobernada por un déspota benevolente. Al margen de su poder político, estimaba que su papel como emperador abarcaba los aspectos de la vida cotidiana de la sociedad romana. Constituyó el referente cultural, así como la autoridad moral.

Al embarcarse en una serie de ambiciosos proyectos económicos, militares y culturales destinados a restablecer la gloria que experimentó el Imperio durante el reinado del emperador Octavio Augusto, señaló el camino hacia una nueva época de prosperidad imperial dirigida por el gobierno de los “Cinco buenos emperadores”.

A pesar de sus revolucionarios proyectos, estaba determinado a gobernar el Imperio concienzuda y escrupulosamente, implicándose personalmente en todas las ramas de la administración imperial.

Bustos de Vespasiano (Izq.) y Tito

Sus edictos

Los Edictos publicados durante su gobierno afectaban a los aspectos más íntimos de la vida privada de los romanos, mientras que los impuestos, las leyes y la moral pública se aplicaron de manera rigurosa.

Según Suetonio, la burocracia imperial jamás se desempeñó de manera tan eficiente como durante el emperador Domiciano. Su opresiva exigencia y su predisposición a la sospecha llevaron a los niveles más bajos de la historia en cuanto a corrupción entre los gobernadores provinciales y los funcionarios electos.

Aunque no atacara al Senado de manera expresa, los integrantes de la cámara consideraban indigna la posición a la que habían sido relegados por la política del emperador.

En cuanto a los cargos públicos, no hubo casi ningún tipo de favoritismo por motivos familiares, sino que se distribuyeron entre sus hombres de confianza. De esta forma rompía con la política nepotista practicada por Tito y Vespasiano.

A la hora de asignar los oficios valoraba por encima de todo la lealtad y la maleabilidad, cualidades que encontró más entre los hombres pertenecientes al ordo equestre que entre los senadores o sus familiares, de los que desconfiaba y a los que destituía si no estaban de acuerdo con la política imperial.

Autocracia

Su autocracia se acentuó con el hecho de que permaneció largos períodos fuera de la capital, comparables a los del imperio Tiberio en Capri o Rodas.

A pesar de que el poder del Senado ya había disminuido considerablemente tras la caída del orden republicano, durante el reinado de Domiciano el poder central no parecía siquiera encontrarse en la capital imperial, sino en el lugar en el que él se encontrara.

Los miembros de la corte imperial habitaron en Alba o Circeo hasta que se completó la construcción del plació Flavio, emplazado en el monte Palatino. El emperador viajó por todas las provincias occidentales del Imperio, permaneciendo tres años en Germania e Iliria, desde estas provincias combatió a las tribus que amenazaban sus territorios.

Política financiera

La tendencia del emperador a supervisar los detalles administrativos se hizo evidente en su política financiera. Aunque la cuestión de si Domiciano dejó la economía imperial con deuda o superávit ha sido intensamente debatida, la mayoría de las pruebas apuntan a una economía relativamente equilibrada durante la mayor parte de su reinado.

Domiciano revalorizó la moneda al aumentar en un 12% el contenido de plata presente en el denario. Una crisis en el año 85 forzó la devaluación monetaria, que alcanzó el nivel establecido por Nerón en el año 65.

Su valor se conservó por encima del nivel mantenido durante los reinados de Vespasiano y Tito, y la estricta política fiscal de Domiciano aseguró que dicho estándar se sostuviese los siguientes once años.

Las monedas acuñadas durante su reinado manifiestan un considerable grado de calidad, incluyendo una meticulosa atención a la hora de citar los títulos del emperador y un gran cuidado en los retratos integrados en el reverso de dichas monedas, que constituían refinadas obras de arte.

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Moneda para conmemorar la deificación de su hijo. 

El historiador Jones establece que durante esta época los ingresos anuales de la administración imperial alcanzaban los mil doscientos millones de sestertii, más de un tercio de los cuales se destinaban a costear el mantenimiento del ejército.

Proyectos urbanísticos

Gran parte de este dinero sirvió para costear la reconstrucción de la capital imperial, cuyos dañados edificios habían sufrido el incendio del año 64, el año de los cuatro emperadores, y el incendio del año 80. ​Más allá de un plan de reformas, los proyectos urbanísticos de Domiciano estaban destinados a renovar el capital cultural del Imperio.

Durante su gobierno se erigieron o completaron más de cincuenta nuevas estructuras, número solo superado por los edificios construidos bajo la administración de Augusto. Entre estas nuevas edificaciones destacan un odeón, un estadio y un imponente palacio construido por el maestro arquitecto Rabirio. Esta suntuosa construcción, emplazada en la colina Palatina, se conocía como el palacio Flavio.

Restauró el templo de Júpiter, cuyo techo revistió de oro. Completó el templo de Vespasiano y Tito, el arco de Tito y en anfiteatro Flavio, a esta estructura añadió un cuarto nivel y el acabado de la zona interior en las que se sentaba el público.

Para proteger la agricultura de la península Itálica frente a las de las provincias, intentó limitar el cultivo de viñedos en estas, tratando, al mismo tiempo, de sustituir las vides por el cultivo de cereales y aumentar la disponibilidad de estos para la annona imperialis y la annona militaris.

Juegos

A fin de contentar a la plebe, la administración imperial invirtió cerca de 135 millones de sestertii en donativos o congiariae. Se resucitaron los banquetes públicos, degradados a simples distribuciones de alimentos durante el reinado de Nerón, y se asignaron grandes cantidades de dinero a los juegos y espectáculos.

Se crearon los juegos capitolinos en el año 86, que era una prueba deportiva celebrada cada cuatro años y que integraba competiciones atléticas, carreras de carros y concursos musicales e interpretativos.

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Palacio de Domiciano en Roma

El emperador subvencionó los viajes que desde cualquier parte del Imperio efectuaban los competidores, y costeó los premios. Se introdujeron innovaciones en el programa de entretenimientos; tales como las simulaciones de enfrentamientos navales, las batallas nocturnas y los combates de gladiadores protagonizados por mujeres y enanos. En las competiciones de carros se añadieron dos nuevos equipos, la de los oros y la de los púrpuras.

Religión

Domiciano creía firmemente en la religión romana tradicional. Dirigió una intensa política con el objeto de resucitar las antiguas costumbres y restablecer la moral romana. A fin de justificar la divina posición de la dinastía Flavia, enfatizó las ficticias conexiones con la deidad romana más importante, Júpiter.

Se restauró el templo de Júpiter en la colina Capitolina y se construyó una pequeña capilla dedicada a Jupiter Conservator en las inmediaciones del edificio donde se escondió el emperador, el veinte de diciembre del año 69.

A finales de su gobierno, el edificio sería ampliado y consagrado a Jupiter Custos. Sin embargo, la deidad favorita del emperador era la diosa Minerva. No sólo mantuvo una capilla dedicada a ella en su dormitorio, sino que ordenó a su administración que la diosa apareciera de manera regular en sus monedas.

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Moneda dedicada a la diosa Minerva

Además, en su honor se fundó la Legio I Minervia. Domiciano también resucitó la práctica del culto imperial, caída en desuso durante el reinado de Vespasiano. Se confirieron honores a su hermano y se completó el templo de Vespasiano y Tito, dedicado a su padre y hermano. A fin de estimular la memoria de los triunfos de los Flavios, se construyeron el Templum Divorum y el Templum Fortuna Redux y se finalizó el arco de Tito.

Los proyectos de construcción constituyen la parte más ostensible de la política religiosa efectiva durante su gobierno, aunque el emperador también se preocupó en hacer que se cumpliera la ley religiosa y la moral pública. Se designó a sí mismo censor perpetuo en el año 85, magistratura responsable de supervisar la moral y conducta romana.

Los proyectos de construcción constituyen la parte más ostensible de la política religiosa efectiva durante su gobierno

Se restauró “la Lex Julia de adulteriis coercendis”, en virtud de la cual se exiliaba a los adúlteros. Golpeó y expulsó a un caballero que formaba parte de un jurado por haberse divorciado de su esposa y expulsó del Senado a un ex-cuestor por actuar y bailar.

Censor perpetuo

Se persiguió despiadadamente la corrupción existente entre los funcionarios públicos a través de la eliminación de jurados que habían aceptado sobornos y la derogación de leyes cuando se sospechaba la existencia de un conflicto de intereses.

Castigó con el exilio o el asesinato a los autores de escritos difamatorios, especialmente cuando dichos escritos iban dirigidos contra él. Se controlaba opresivamente a los actores a consecuencia de que sus actuaciones podían ser objeto de sátiras dirigidas a desprestigiar al emperador.

En consecuencia, se prohibieron las apariciones públicas de los mimos. Se descubrió en el año 87, que las vírgenes vestales habían roto su voto de castidad durante su época al servicio del Imperio.

Éstas eran consideradas hijas de la comunidad, y esta ofensa constituía en esencia un incesto. El historiador Jones afirma que se condenó a muerte a los implicados en el delito y se quemó vivas a las vestales.

Otras religiones

Diosa Minerva

Las religiones extranjeras se toleraban en la medida que no interfirieran en el orden público y que pudieran ser asimiladas a la tradicional religión romana. Durante el reinado de la dinastía Flavia creció el culto a las distintas deidades egipcias de un modo que no volvería a verse hasta el inicio del reinado del emperador Cómodo.

Entre las deidades veneradas destacaban Serapis e Isis, identificadas con Júpiter y Minerva respectivamente. Una tradición basada en los escritos de Eusebio de Cesárea sostiene que cristianos y judíos fueron perseguidos a finales de su gobierno.

Algunos historiadores actuales señalan que no existen pruebas suficientes de una verdadera opresión religiosa ejercida durante su gobierno. ​Aunque los judíos fueron fuertemente gravados con impuestos, ninguna fuente contemporánea pone de manifiesto la existencia de juicios o ejecuciones basados en ofensas religiosas de esta naturaleza.

El Apocalipsis fue escrito durante el reinado de Domiciano como reacción a la intolerancia religiosa del emperador

Sin embargo la mayoría de los expertos en la Biblia, y otros historiadores defienden la posición de que el Apocalipsis fue escrito durante el reinado de Domiciano como reacción a la intolerancia religiosa del emperador.

La tensión también se manifiesta en grafitos hallados de la época, como el conocido el grafito de Alexámenos descubierto en el Palatino, que muestra a modo de burla a un cristiano adorando a un crucificado con cabeza de asno.

El destierro de Juan el Apóstol desde Éfeso a la isla de Patmos, donde según la tradición de Irineo de Lyon fue escrito el Libro del Apocalipsis, y la ejecución de Tito Flavio Clemente no pueden considerarse ejemplos de libertad religiosa.

Para el historiador Dión Casio, ​Clemente y su esposa Flavia Domitila fueron acusados de ateísmo y condenados. Clemente fue ejecutado y Domitila desterrada a la isla de Pandataria. ​

Es bien conocido que en el Imperio Romano, la acusación de ateísmo, indicaba la negación a adorar a los dioses romanos en general y a reconocer el origen divino del emperador en particular.

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Palacio de Domiciano.

Domiciano y el Senado

La autoridad del Senado se había visto muy mermada en el Imperio. Esta forma de gobernar permitía la existencia de un régimen autocrático de facto, al tiempo que mantenía los aspectos formales del sistema republicano. La mayor parte de los emperadores estimularon esta falsa fachada democrática al tiempo que se aseguraron su reconocimiento como monarcas entre los senadores.

Sin embargo, Domiciano y otros emperadores no se valieron de la diplomacia a fin de alcanzar este reconocimiento, sino que emplearon la fuerza. El propio Domiciano había dado muestras de su autocracia nada más ascender al poder, pues no gustaba de los aristócratas y no tenía miedo en mostrarlo.

Su gobierno supone la total anulación del poder del Senado, pues sus decisiones se basan en los consejos de un pequeño grupo de asesores y caballeros a los que se otorgó el control de importantes magistraturas estatales.

Domiciano trató de realizar alguna concesión al Senado. Considerando que durante los gobiernos de su padre y su hermano se concentró el poder consular en manos de la Familia Flavia. El emperador admitió un número sorprendentemente considerable de opositores provincianos al Consulado, siempre y cuando él abriera cada año como Cónsul ordinario.

Domiciano al ofrecer el consulado a opositores potenciales pretendía ponerles en peligro a ojos de sus partidarios. Cuando la gestión de estos no era impecable, eran exiliados o ejecutados y sus bienes confiscados.

Tanto Tácito como Suetonio mencionan en sus obras una escalada de persecuciones hacia el final de su gobierno. Ambos historiadores identifican el momento crítico de estas persecuciones en algún punto entre el año 89, año de la supresión de la revuelta de Saturnino, en el año 93.

Se condenó a muerte al menos a veinte opositores políticos e ideológicos, entre los que se encuentran el anterior marido de Domicia Longina, Lucio Elio Lamia, y tres miembros de la familia imperial, Tito Flavio Sabino, Tito Flavio Clemente y Marco Arrecino Clemente. 

El hecho de que algunos de estos hombres fueran asesinados entre los años 83 y 85, desacreditan la parte de la obra de Tácito en la que el historiador da testimonio de la existencia de un reino del terror a finales de gobierno. Según Suetonio, aquellos de los que sospechaba el emperador eran declarados culpables de corrupción o de traición.

Domiciano, aunque incapaz de obtener el apoyo de la aristocracia, trató de neutralizar la oposición procedente de las facciones senatoriales hostiles a través de diversos nombramientos consulares. Su autocrático estilo de gobierno acentuó la pérdida de poder senatorial. Por otra parte, su ecuánime trato tanto al patriciado como a la realeza le valió el desprecio del pueblo.

Campañas militares

Cuando ascendió al trono, el emperador trató de labrarse la reputación como militar que no había podido conseguir hasta entonces.

Las campañas militares que tuvieron lugar durante su gobierno fueron de naturaleza defensiva, pues el emperador rechazaba la idea de la guerra expansionista. Militarmente su aportación más importante fue el desarrollo del limes Germanicus, que formaba una vasta red de caminos, fortalezas y torres de vigilancia construidas a lo largo del río Rin a fin de defender el Imperio.

Se libraron importantes conflictos:

  • La Galia contra los chatti, y en la frontera del río Danubio contra los suevos, sármatas y dacios.
  • La conquista de Britania continuó bajo el mando de Cneo Julio Agrícola, que era un competente general que logró conquistar el territorio de Caledonia.
Arcada del Estadio de Domiciano
Arcada del Estadio de Domiciano

Administró el ejército como había hecho con el resto de ramas gubernamentales, con una incómoda y constante intervención. Sin embargo, su falta de competencia como estratega militar se convirtió en blanco de las críticas de sus contemporáneos.

Se hizo considerablemente popular entre los soldados tras permanecer junto a ellos tres años de campaña y aumentar un tercio su salario. Mientras sus oficiales sí que pudieron desaprobar sus decisiones tácticas, la lealtad que su figura ejercía en el soldado raso era incuestionable.

Se desplazó a la Galia a finales del año 82, con la pretensión de renovar el censo. Sin embargo, a su llegada ordenó al ejército iniciar una campaña contra los catos.

Ordenó el reclutamiento de la Legio I Minervia para reforzar el ejército de Germania Superior y luchar contra esta tribu germánica. Se construyeron más de 75 kilómetros de carreteras para descubrir los lugares donde se ocultaba el enemigo. La rápida vuelta del emperador a la capital apunta a que los romanos alcanzaron una pronta victoria.

Se organizó un elaborado triunfo en su honor en Roma y él mismo se otorgó el título de Germanicus. Los escritores antiguos desprecian esta supuesta victoria, a la que describen como una campaña fuera de lugar, de la que deriva un simulacro de triunfo.

La conquista de Britania

El historiador Tácito confeccionó el informe militar más detallado del periodo de los Flavios. Dedica gran parte de la obra a la campaña realizada por éste en Britania entre los años 77 al 84. A su llegada a la isla, Agrícola lideró una campaña en Caledonia, que es la actual Escocia.

Agricola
Estatua de Julio Agricola

El general Agrícola alcanzó en el año 82 territorios y combatió a tribus hasta entonces desconocidos para su nación. ​Tácito escribe que su administración fortificó la costa orientada hacia Irlanda y que su suegro afirmaba a menudo que se podía tomar la isla con una sola legión reforzada por un destacamento de auxiliares.

Agrícola dio refugió a un monarca irlandés exiliado por su pueblo a fin de usarle como excusa para tomar la isla. Aunque dicha conquista nunca tuvo lugar, las tropas romanas penetraron en ese territorio durante una misión de exploración a pequeña escala.

Al año siguiente, el general Agrícola formó una flota y avanzó hasta Forth, que era un río ubicado en Caledonia. A fin de ofrecer una firme cobertura defensiva al avance, se construyó la enorme fortaleza de Inchtuthil. En el verano del año 84, el general romano Agrícola se enfrentó a las fuerzas caledonias lideradas por Calgaco en la batalla del Monte Graupio.

Aunque los romanos infligieron una aplastante derrota a las fuerzas indígenas, dos terceras partes de las huestes caledonias lograron escapar y esconderse en los pantanos escoceses. Este ejército sería el que a la postre impidió que el general Agrícola tomara toda la zona bajo su control.

Domiciano decidió llamar a Roma a Agrícola en el año 85, quien había servido más de seis años como gobernador de la isla, más que cualquier legatus consularis ordinario de la Época Flavia.

Tácito afirma, que el motivo por el cual este había vuelto a ser llamado a la capital imperial era que sus victorias hacían sombra a los modestos triunfos que había obtenido el emperador en Germania.

La relación entre Agrícola y Domiciano no está clara:

  • Por un lado, fue recompensado con honores triunfales y en su honor se erigió una estatua.
  • Por otro lado, nunca pudo volver a ejercer cargo público alguno, a pesar de su experiencia y su fama.

Guerra en Oriente

Poco después de que Agrícola regresara a Roma, el Imperio romano entró en guerra en Oriente con el reino de Dacia. A medida que se fueron requiriendo refuerzos en el este, Domiciano comenzó a retirar a las legiones que estaban desplegadas en suelo britano. Se desmanteló la fortaleza de Inchtuthil y se abandonaron los fuertes y demás fortificaciones de Caledonia y, además, se desplazó la frontera romana 120 kilómetros al sur.

Es posible que los mandos militares echasen en cara a Domiciano su decisión de retirarse, pero para él los territorios caledonios no suponían más que una pérdida de dinero para el Erario.

La amenaza más peligrosa a la que el Imperio tuvo que hacer frente durante el reinado de Domiciano tenía su origen en el norte de Iliria, donde suevos, sármatas y dacios realizaban continuas incursiones sobre los asentamientos romanos ubicados a orillas del Danubio.

De estos pueblos, los más poderosos eran los sármatas y los dacios. Liderados por su rey, estos últimos cruzaron el río Danubio y se internaron en la provincia de Mesia, sembrando el caos a su paso entre los años 84 y 85.

Teatro romano de Plovdiv en Bulgaria
Teatro romano de Plovdiv en Bulgaria construido por el emperador Domiciano 

El emperador se trasladó de inmediato a la provincia a la cabeza de un ejército. Delegó el mando al prefecto Fusco que obtuvo una victoria. El emperador regresó a la capital imperial con la finalidad de celebrar su triunfo. ​

Sin embargo, la victoria no sería definitiva ya que, a principios del año 86, Fusco se embarcó en una fatídica expedición en territorio dacio, de la que derivó la completa destrucción de la Legio V Alaudae en Tapae. El praefectus fue asesinado y  L'Aquila de la Guardia Pretoriana fue capturada.

El emperador regresó a Mesia en agosto del año 86. Ordenó dividir la provincia en Baja y Alta Mesia y trasladó tres nuevas legiones a la frontera del río Danubio. Liderados por Luico Tetio Juliano, los romanos volvieron a invadir Dacia en el año 87, y consiguieron derrotar a Decébalo en el mismo lugar donde Fusco había sido derrotado en el año 88.

Sin embargo, la situación se complicó cuando los dacios consiguieron derrotar a los romanos en la batalla de Sarmizegetusa, y los germanos devastaron la frontera alemana.

El territorio dacio acabó manteniéndose relativamente pacífico como reino cliente del Imperio

A fin de evitar un conflicto en dos frentes, el emperador llegó a un acuerdo con el monarca dacio para la firma de un Tratado de Paz por el cual se permitiría el libre acceso de efectivos romanos a través de territorio dacio a cambio de una retribución anual de ocho millones de sestertii para Decébalo.

Los escritores contemporáneos se mostraron inflexiblemente críticos con el documento, que consideraban vergonzoso para los romanos y al que criticaban que no contemplase cláusula alguna que sancionara a los asesinos de Fusco y Sabino.

Durante el resto del gobierno de Domiciano, el territorio dacio se mantuvo relativamente pacífico como reino cliente del Imperio. Sin embargo, Decébalo invirtió el dinero romano en la construcción de defensas y volvió a desafiar a Roma en ulteriores ocasiones.

Las conspiraciones

El uno de enero del año 89, el gobernador de Germania Superior, Lucio Antonio Saturnino, y las dos legiones estacionadas en Maguncia, la XIV Gemina y la XXI Rapax, se rebelaron contra el Imperio con la ayuda de los chatii. Se desconocen las causas de la revuelta, aunque al parecer fue organizada con gran antelación.

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Domiciano vestido de militar

Los oficiales senatoriales despreciaban las estrategias militares de su emperador. Su decisión de fortificar la frontera germana en lugar de atacar a las belicosas tribus que la habitaban, su reciente retirada de Britania, y su acuerdo de paz con Decébalo, pueden ser la causa de esta rebelión.

En cualquier caso, la revuelta se limitaba estrictamente a la provincia de Saturnino; aunque la noticia del levantamiento rebelde pronto se conoció en los territorios vecinos. Asistido por el procurador de Recia, Tito Flavio Norbano, se trasladó a la provincia el gobernador de Germania Inferior, Aulo Bucio Lapio Máximo.

Trajano acudió desde Hispania y el propio Domiciano inició su marcha a la cabeza de los pretorianos. La suerte hizo que un deshielo evitara que los chatii cruzaran el Rin a fin de acudir en ayuda de Saturnino. ​

Los rebeldes fueron aplastados rápidamente y sus líderes cruelmente castigados. Se enviaron a Iliria las legiones de Saturnino, mientras que las que las habían derrotado fueron generosamente recompensadas.

El emperador inició el año siguiente con un consulado compartido con Nerva, lo que sugiere que este último desempeñó un papel importante en el descubrimiento de la conspiración.

Nerva se muestra como un político diplomático y maleable, capaz de sobrevivir a numerosos cambios de gobierno. El sucesor de Domiciano fue uno de los asesores de mayor confianza de los Flavios. Su consulado parece estar encauzado a mostrar la estabilidad de su régimen. Tras la supresión de la revuelta, el Imperio volvió a estar en orden.

Su asesinato

El emperador fue asesinado el dieciocho de septiembre del año 96 a consecuencia de una conspiración palaciega urdida por un grupo de oficiales de la corte. Suetonio ofrece una detallada descripción del homicidio, afirmando que el líder de los conspiradores era el chambelán imperial Partenio. Este oficial se había enemistado con el emperador a consecuencia de la ejecución de su secretario Epafrodito.

Los autores materiales del crimen fueron un liberto de Partenio, llamado Máximo, y Esteban, mayordomo de la sobrina del emperador, Flavia Domitila. No se ha determinado con total certeza la participación de la Guardia Pretoriana, liderada por Norbano y Petronio Segundo. De entre ellos, se sabe que este último tenía conocimiento del complot.

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Domicia Longina, esposa de Domiciano

La Historia romana de Dión Casio, cita a Domicia Longina entre los conspiradores. No obstante, la fe y devoción que esta mujer sintió por su marido incluso después de su muerte hace que su participación en la conjura sea muy poco probable.

Dión sugiere que el asesinato fue un acto improvisado. Sin embargo, los escritos de Suetonio implican la existencia de una conspiración bien organizada. La víspera del ataque, Esteban fingió una lesión a fin de poder llevar una daga debajo de las vendas con las que se cubría la ficticia herida.

El día del asesinato se cerraron las puertas de los cuartos de los sirvientes imperiales. El personal del emperador se llevó la espada que este ocultaba debajo de su almohada. A consecuencia de una predicción astrológica, el emperador creía que moriría a mediodía.

El día señalado por el astrólogo, preguntó a un mancebo la hora. El muchacho, incluido en el complot, le respondió que era más de mediodía. Aliviado, el emperador se dirigió a su escritorio donde tenía planeado firmar algunos decretos. De repente, Esteban se le aproximó:

“Llegado el momento, ocultó en él un puñal, e hizo pedir una audiencia al emperador para denunciarle una conspiración. Introducido en su cámara, mientras Domiciano leía con espanto el escrito que acababa de entregarle, lo hirió en el bajo vientre.

Herido el emperador, trató de defenderse, cuando Clodiano, legionario distinguido, Máximo, liberto de Partenio, Saturio, decurión de los cubicularios, y algunos gladiadores, cayeron sobre él y le dieron siete puñaladas.

Esteban y el emperador continuarían combatiendo en el suelo hasta que el resto de conspiradores consiguieron dominarle y asestarle varias puñaladas. Solo un mes antes de que se produjera su 45º cumpleaños, Domiciano murió; sin ceremonia alguna se arrastró su cuerpo y se cremó el cadáver”.

Consumido el fuego se mezclaron sus cenizas con las de su sobrina Julia, depositadas en el Templo Flavio. Suetonio atestigua la existencia de una serie de presagios que habían predicho su muerte.

La sucesión

Nerva
Nerva

Si seguimos el Fasti Ostiense, el Senado proclamó emperador a Nerva el mismo día del asesinato de Domiciano. El hecho de que en ese momento fuera considerado un sucesor inapropiado al trono ha dado pie a diversos autores a especular acerca de su participación en el homicidio.

Dión Casio afirma que antes de cometer el crimen, los conspiradores debatieron cuál sería el sustituto del último Flavio. Nerva fue uno de ellos, no solo a causa de sus dotes administrativas, sino también porque el emperador sospechaba de él, haciendo que no tuviera nada que perder si tomaba parte en el complot. ​

Si bien nunca se ha confirmado su participación en el homicidio, el historiado Murison sostiene que fue proclamado emperador unas horas después de conocer la noticia y exclusivamente por iniciativa de los senadores. Aunque es factible, no parece que participara en la conjura.

Tras el nombramiento de Nerva como emperador, el Senado emitió una condena de la memoria sobre Domiciano. De esta forma sus monedas y estatuas fueron fundidas, sus arcos derribados y su nombre eliminado de todos los registros públicos.

Domiciano es el único emperador sobre el que se emitió de manera oficial una condena de la memoria

Domiciano es el único emperador sobre el que se emitió de manera oficial una condena de la memoria, aunque se pudo imponer de facto sobre otros. La mayoría de sus retratos fueron restaurados a fin de que representaran al nuevo emperador.

Casi todas las estatuas que han llegado hasta nuestros días se hallaron en las provincias imperiales. El Palacio Flavio pasó a llamarse la Casa del Pueblo. El nuevo emperador Nerva se trasladó a vivir a la antigua residencia de Domiciano, ubicada en los Jardines de Salustio.

Aunque la sucesión se efectuó de manera muy rápida, se mantuvo latente el apoyo del ejército al recién fallecido emperador. A su muerte los militares solicitaron su deificación, y a modo de medida compensatoria se demandó la ejecución de los asesinos de Domiciano, a lo que Nerva se negó.

Los historiadores

La mala relación que mantenía el emperador con las clases senatorial y aristocrática, con la que la mayor parte de historiadores clásicos mantenían una estrecha relación, determinó a los mismos a ofrecer en sus obras una visión muy desfavorable del último de los Flavios.

Suetonio en su libro “De vita Caesarum” constituye la fuente principal de lo que se conoce acerca de su vida. Esta historia es predominantemente negativa, no le alaba ni le condena de forma expresa, y de hecho asegura que el aterrador final de su reinado venía precedido por un próspero inicio del mismo.

La veracidad de esta obra se ve afectada en el momento en que se contradice al presentar al emperador como un hombre moderado al tiempo que como un decadente libertino. ​Según Suetonio, el interés del emperador por el arte y la literatura era fingido, el historiador afirma que nunca se molestó en conocer a los autores clásicos.

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Arco de Tito

Algunos extractos de la obra describen el interés que sentía el emperador por la expresión epigramática, lo cual sugiere que estaba familiarizado con los clásicos, por lo que existe otra contradicción evidente.

Durante su reinado apadrinó a diversos poetas y arquitectos, se fundaron unas “Olimpiadas del Arte” y se restauró la Biblioteca de Roma, gravemente dañada tras un incendio.

Suetonio es la fuente de varias de las historias escandalosas surgidas en torno al matrimonio de Domiciano. Según él, Domicia Longina fue exiliada en el año 83 a consecuencia de la relación extramatrimonial que mantuvo con el famoso actor Paris.

Se dice que cuando el emperador Domiciano descubrió esta infidelidad, asesinó a Paris en la calle y se divorció de su esposa. Se afirma que tras el exilio de Longina, Domiciano tomó como amante a Julia, quien posteriormente fallecería a causa de un aborto.

El historiador Levick considera este relato muy poco plausible, y hace hincapié en la existencia de rumores maliciosos en torno a la infidelidad de Domicia en las obras de los escritores post-flavios. De hecho se busca poner de relieve la hipocresía de un monarca que, al tiempo que defendía con ahínco la moral romana, cometía excesos en privado y estaba al frente de una administración corrupta.

 A pesar de todo, los escritos de Suetonio dominaron la historiografía imperial romana durante siglos. Una vez más vemos el uso partidista de muchos historiadores romanos a favor de la clase social de la que provienen.

El historiador Ronald Syme ofreció en el año 1930 una nueva perspectiva acerca de la política financiera de este emperador, considerada un desastre durante siglos. Su escrito contiene la siguiente introducción:

“La labor de la pala y el uso del sentido común han hecho mucho por mitigar la influencia de Tácito y Plinio, así como por rescatar la memoria de Domiciano de la infamia o el olvido. Sin embargo, aún queda mucho por hacer”.

Los estudios sobra la figura del emperador Domiciano aparecen ya a finales del siglo XX. El historiador Brian W. Jones escribió la obra “The emperor Domitian”, que llega la conclusión en su monografía sobre el emperador que este era un despiadado aunque eficiente autócrata.

Este historiador afirma que durante la mayor parte de su gobierno no existió un sentimiento hostil generalizado hacia el emperador o hacia su administración. Solo unos pocos fueron los que denunciaron su dureza. Los mismos que a su muerte serían los que se atreverían a exagerar su despotismo a fin de obtener el favor de la dinastía Antonina.

Tras sus estudios, Jones concluye que la política exterior del emperador era realista: rechazaba la guerra expansionista y se inclinaba por negociar tratados con sus enemigos. De este modo se rompía con la tradición militar romana, que llamaba a la conquista de nuevos territorios mediante ataques violentos.

Su eficiente programa económico elevó a la moneda romana a valores que no volvería a alcanzar

Cabe cuestionarse si esta política era fruto del convencimiento de las ventajas que otorga la paz sobre la guerra, o más bien de su incapacidad para triunfar en la arena de la guerra. No caben dudas que su eficiente programa económico elevó a la moneda romana a valores que no volvería a alcanzar.

Los estudios de Jones sostienen que cesaron las persecuciones desarrolladas sobre las minorías religiosas, incluso sobre judíos y cristianos. Para llegar a esa conclusión, Jones se limita a descalificar todas las fuentes anteriores, sin aportar ninguna que implique una acción positiva de parte de Domiciano a favor de una tolerancia religiosa.

Una de las razones que habilita sospechas razonables sobre el alcance de la tolerancia de Domiciano era su propio carácter, descrito por el mismo Jones. La personalidad de Domiciano, los elementos totalitarios que exhibía su administración en general, su propia visión como emperador, considerándose a sí mismo el nuevo Augusto.

La importancia que daba al culto imperial y a los oráculos, facilitaban su comportamiento despótico, al creer en su propia iluminación e ilustración, y en su destino de guiar al Imperio romano hacia una nueva era de prosperidad.

En ese marco, cualquier oponente suyo en las ideas o creencias, fuese senador, cortesano o líder religioso se convertía en un riesgo potencial. De allí a la búsqueda de la eliminación del oponente solo mediaba un paso.

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Estatua de Domiciano

La propaganda religiosa, militar y cultural iba encaminada a fomentar el culto a su personalidad. Levantó poderosas estructuras a fin de que el pueblo recordara los logros de su dinastía, celebró elaborados triunfos para crearse una imagen de emperador-guerrero, se autonombró censor perpetuo y controló eficazmente la moral pública y privada.

Se implicó personalmente en todas las ramas de su administración, haciendo que cesara la corrupción existente entre los funcionarios públicos. Lo malo de su censura es que implicaba una total anulación de la libertad de expresión y durante su reinado mantuvo una opresiva actitud hacia los senadores.

Se penaba la difamación con el exilio o la muerte, aunque a consecuencia de su naturaleza sospechosa aceptaba información de delatores a fin de formular falsas acusaciones de traición sobre sus enemigos.

Sus contemporáneos le vilipendiaran tras su muerte. Sin embargo, su administración sentó las bases para el pacífico siglo II. Las políticas de sus sucesores, aunque menos restrictivas, diferían bien poco de las suyas.


BIBLIOGRAFÍA

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Tito Flavio Domiciano, el déspota del Palatinado