sábado. 27.04.2024
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Foto: Wikipedia

Nació el veinticuatro de enero del año 76 d.C., probablemente en Itálica, en el actual municipio de Santiponce cerca de Sevilla. Pertenecía a una familia acomodada originaria del Piceno en Italia.

Su abuelo, Elio Marulino, había sido el primer senador de la familia, y estaba casado con Ulpia, tía paterna del futuro emperador Trajano. La Historia Augusta también hace referencia a un tío-abuelo suyo llamado como él, que era un experimentado astrólogo, al que el futuro emperador debía su afición a esta disciplina.

Su padre era Publio Elio Adriano Áfer, ciudadano hispanorromano, senador y expretor que había vivido en la capital la mayor parte de su vida. En un estudio reciente se ha sabido cual fue su destino como expretor, estando al mando de una legión, en calidad de general experimentado, entre los años 79 y 80 d. C.

f25 copiaBusto de basalto verde de Adriano

Era sobrino segundo por línea materna de Trajano, quien, aunque nunca le nombró públicamente su heredero, le dio varias muestras de preferencia durante su reinado, y de acuerdo con lo manifestado por su esposa Pompeya Plotina, lo declaró como tal momentos antes de morir.

Aunque es posible que debiera el trono sobre todo al favor de Plotina, su condición de posible sucesor ya fue siendo marcada por el propio Trajano durante su reinado. Así, en el periodo comprendido entre los años 100 y 108 d. C., le concedió la mano de Vibia Sabina, le nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti, le regaló el diamante de Nerva como esperanza de sucesión, además de otros honores y distinciones.

A pesar de estas preferencias, y de que era el único descendiente masculino de Trajano, el apoyo de Plotina y de Lucio Licinio Sura fueron determinantes en su ascenso al trono del Imperio romano.

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Monedas del emperador Adriano

Su estirpe estaba emparentada con las familias más nobles de Itálica:

  • Áfer era primo paterno de Trajano.
  • Su madre, Paulina, era una aristócrata de Gades descendiente de una importante familia senatorial hispanorromana;
  • Su hermana Elia Domicia Paulina estaba casada con el tres veces cónsul Lucio Julio Urso Serviano, con el que Adriano mantuvo una duradera rivalidad a pesar de que le tomara en cuenta a la hora de decidir quién había de sucederle;
  • Su sobrina era Julia Serviana Paulina.
  • Su sobrino-nieto Cneo Pedanio Fusco Salinator era natural de Barcino.

Adriano fue escolarizado en las materias comunes entre los aristócratas de la época, se interesó especialmente por la literatura griega, tanto que le apodaron el grieguecillo.

Con catorce años volvió a Itálica, donde permaneció menos de un año, ya que en otoño fue llamado a la capital por Trajano, recientemente nombrado cónsul en el año 91. Durante su reinado concederá a Itálica el estatuto de colonia y su propio nombre.

Adriano continuó con su educación en Roma e inició el camino a través del cursus honorum. Se sabe que además desempeñó también los cargos de praefectus Feriarum Latinarum y sevir turmae equitum Romanorum.

Inició su servicio militar como tribuno laticlavio de la Legio II Adiutrix asentada en Aquincum la actual Budapest. Posteriormente, fue destinado a la Legio I Minervia destinada en el Danubio Inferior.

Cuando el emperador Nerva falleció en el año 98, se trasladó a Colonia con la finalidad de informar a Trajano en persona de su ascenso al trono. Sirvió como tribuno esta vez en la Legio XXII Primigenia, con base en Mogontiacum la actual Maguncia.

También sirvió como legatus de la legión establecida en la Panonia Superior y como administrador de ese mismo territorio. Ante la ausencia de conflictos militares durante su reinado, su habilidad militar no está demostrada, no obstante, su conocimiento acerca de las tropas y su capacidad organizativa sugieren un posible talento estratégico.

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La Historia Augusta afirma que sus relaciones con Trajano no siempre fueron buenas. Se conoce una disputa como consecuencia de los celos de los efebos del emperador hacia el nuevo favorito, cuya homosexualidad está atestiguada también en la obra de Dion Casio.

Tras este incidente, Adriano recuperó su relación de amistad con el emperador merced al decidido apoyo del rico y poderoso hispano y triple cónsul Lucio Licinio, al cual el mismo emperador habría debido también el trono.

Además, contaba con la protección de la emperatriz, Pompeya Plotina, experta astróloga al igual que él, y a instancias de la cual contrajo matrimonio en el año 100 d.C., con otra sobrina-nieta del emperador, su prima Vibia Sabina. Dicho matrimonio redobló sus vínculos con la familia imperial.

Asimismo, ese mismo año fue nombrado cuestor, como candidato del emperador. En los años siguientes formó parte de algunos de los colegios sacerdotales reservados al orden senatorial.

Con motivo de la I guerra dacia marchó con el emperador Trajano a ese territorio en calidad de comes Augusti en el año 101 d.C. Adriano no se mantuvo a su lado durante toda la campaña, sino que volvió a la capital a fin de desempeñar su tribunado de la plebe.

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Tras el estallido de la II guerra dacia volvió con el emperador, esta vez al mando de una legión, la I Minervia en el año 105 d. C. Al término del conflicto fue nombrado gobernador de la Panonia Inferior. Fue elegido cónsul sufectoen el año 108, cabe la posibilidad de que se mantuviera en el cargo un año más.

Hacia los años 110 y 111 d.C. se trasladó a Grecia. Conoció al filósofo estoico Epictero en Atenas, con quien le unirá en adelante una gran amistad. El contacto directo con la cultura helena causó en él una enorme impresión. Es probable que fuera en esa época cuando adquirió la costumbre de no afeitarse la barba, un hecho inusual entre los nobles romanos, aunque frecuente entre los griegos.

Su amor a la cultura helena se manifestó claramente cuando aceptó desempeñar el cargo de arconte honorífico entre los años 111 y 112 d.C., un oficio al que muy pocos romanos habían accedido con anterioridad.

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El templo de Adriano en Roma

La municipalidad ateniense celebró su nombramiento con el tallado del consiguiente epígrafe y le concedió la ciudadanía ateniense. Años más tarde, siendo ya emperador, será en dos ocasiones arconte de Delfos entre los años 125 al 129 d.C.

Fue legatus del alto mando del emperador durante la expedición contra el Imperio Parto. Aunque no se distinguió durante la fase inicial del conflicto, ni cuando los rebeldes asolaron Mesopotamia. Fue entonces cuando se envió al administrador de Siria a enfrentarse a los dacios, y se le designó su sustituto y se le concedió la dirección de un comando independiente.

Gravemente enfermo, el emperador Trajano, tras alcanzar Selinunte, decidió volver a la capital, mientras que Adriano se mantenía al frente de los territorios orientales. Se ha afirmado que como estaba al borde de la muerte, su esposa Plotina que como hemos visto era partidaria de Adriano, consintió en que este le sucediera y firmó el documento que le confirmaba como heredero.


Julia Augusta, la gran matrona romana


Sus relaciones con el Senado nunca fueron buenas. Se dice que el emperador Adriano al parecer cosechó carcajadas en su primera intervención ante el Senado a causa de su fuerte acento hispano.

Este primer tropiezo, por cierto, no desalentó al futuro césar. Orgulloso y tenaz, practicó su dicción hasta adquirir la elegancia de un urbanita, pero su relación con el Senado quedaría teñida para siempre de una velada hostilidad, mal disimulada por la cortesía.

Esto se debe a que no deseara desempeñar el consulado ordinario más que dos veces, ambas consecutivas y al comienzo de su reinado. La primera, en el primer semestre del año 118 d. C., teniendo como collega a su sobrino, el barcinonense Cneo Pedanio Fusco Salinator.

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Maqueta de la villa Adriana

La segunda, en el primer cuatrimestre del año 119 d. C., acompañado de Publio Dasumio Rústico, otro posible pariente esta vez de los Dasumii italicenses.

Las reformas administrativas llevadas a cabo durante su reinado suscitaron la oposición de los senadores. El emperador modernizó el sistema administrativo estatal ascendiendo a expertos y tecnócratas, lo que supuso que muchas secciones de la administración quedaran en manos de estos funcionarios. A causa de ello la élite senatorial y aristocrática vio mermada su influencia.

Toma del poder como emperador

Su ascenso al trono se produce el once de agosto del año 117 d. C. Adriano trató de obtener rápidamente el apoyo de los soldados. Además, ordenó la destitución de Lusio Quieto, un general de origen bereber que había participado en la campaña de Partia y había sido nombrado recientemente por Trajano gobernador de Judea. Adriano sospechaba que codiciaba el trono imperial.

Aunque el emperador le había adoptado, Adriano tuvo que falsificar los documentos de adopción antes de presentarlos ante los senadores. Circularon rumores acerca de dicha falsificación, su verdadera legitimidad como emperador dependía de la aprobación senatorial y del apoyo de los soldados sirios.

Ocupado con la organización administrativa de los territorios de Oriente y del río Danubio, así como con el conflicto con los judíos que se habían sublevado durante el reinado de su predecesor, no acudió a la capital hasta estabilizar el territorio. Fue Publio Acilio Atiano que fue tutor del emperador, a quien se puso al frente de la capital.

Publio Acilio Atiano descubrió un complot en el que estaban envueltos cuatro senadores, a los que se condenó a muerte sin celebrarse un juicio. El emperador afirmó que Atiano había actuado por iniciativa propia.

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El muro de Adriano en Britania

La historiadora, Elizabeth Speller, dice que el verdadero motivo de su muerte era que habían sido ilustres militares leales a Trajano. Los asesinatos se ordenaron sin un acuerdo entre los senadores y el emperador, lo que causó un distanciamiento entre ellos.

Este hecho constituye uno de los puntos de inflexión de las relaciones entre el Senado y Adriano, que impulsó una política dirigida a ampliar la base de apoyo del Principado, estimulando el contacto de la administración central con las élites provinciales. Ello iba en detrimento de la capital, que ya no era la indiscutible ciudad imperial y hegemónica.

SU ACCIÓN DE GOBIERNO

Su reinado lo marcó la ausencia de operaciones militares importantes, con la excepción de la II guerra judeo-romana. Renunció a la conquista de Mesopotamia que Trajano había iniciado durante su reinado al considerarla indefendible, a consecuencia del excesivo esfuerzo logístico que requería mantener campamentos estables en esa zona.

Su devoción por el ejército era tal que dormía y comía entre los soldados comunes, y habitualmente se lo representa con atuendo militar a pesar de que su régimen estuvo marcado por una paz relativa.

Sin embargo, sus decisiones tuvieron siempre un marcado carácter antimilitarista. Sus decisiones tenían como objeto trazar unas fronteras estables que resultaran fáciles de defender. Las fronteras menos estables se vieron reforzadas con fortificaciones permanentes, la más famosa de las cuales es el muro de Adriano, construido en Gran Bretaña.

Tras la toma del norte de la isla, se levantaron numerosos edificios defensivos con el fin de encerrar a los caledonios. (Pueden leer en Nueva Tribuna mi artículo “Los muros romanos en Britania”).

Fortificaciones, fortalezas, puestos de avanzada y atalayas, que mejoraban las comunicaciones y aumentaban la seguridad local. Seguían el modelo de las fronteras de los ríos Rin y Danubio. Evitó el estallido de un conflicto con el Imperio Parto en el año 121 d.C., merced a sus habilidades diplomáticas.

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Villa Adriana

Las obras se vieron obstaculizadas como consecuencia del accidentado relieve, inadecuado con respecto al tipo de defensa que se había ordenado edificar. Las estructuras sólidas y estables, además de requerir demasiado tiempo y dinero, eran incompatibles con la construcción de un sistema defensivo flexible en el que fuera posible reforzar las distintas zonas en función de las invasiones o incursiones que llevaran a cabo las tribus hostiles.

En este territorio, constantemente amenazado, el único sistema defensivo viable era uno compuesto de una línea defensiva flexible formada de fosas, terraplenes y vallas. Este sistema ofrecía a los defensores un valioso sostén militar defensivo.

Las defensas de Gran Bretaña no se renovaron tras su construcción, a excepción de las ocasiones en que las tribus nativas amenazaron seriamente los territorios romanos. En estos casos se llevaban a cabo obras exhaustivas con el fin de dotar a las distintas secciones del sistema defensivo de solidez considerable. De esta forma una enorme cantidad de territorios ocupados se convirtieron en auténticos protectorados considerados estados clientes.

Una vez consolidado este sistema de protectorados, se mantuvieron en ellos los recursos estrictamente necesarios, cediendo el resto a territorios más amenazados. Este sistema se llamaba de vexillatio y estaba basado en vinculación al territorio de un destacamento que dotaba a la defensa del territorio de una notable flexibilidad de maniobras.

Con el sistema de destacamentos era posible no turbar el equilibrio militar-territorial que con tanta dificultad se había conseguido. Como consecuencia de la consolidación de acantonamientos estables y del establecimiento de lazos emocionales entre los soldados y los habitantes de cada territorio surgieron colonias de veteranos, que hacían factible mantener el control de las distintas zonas. Estos soldados hacían frente a las revueltas o las invasiones.

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Mausoleo de Adriano en Roma

Se establecieron intensas rutinas de adiestramiento con el fin de mantener alta la moral de los soldados e impedir el estallido de revueltas. El emperador Adriano inspeccionó en numerosas ocasiones a las tropas durante el transcurso de su reinado.

Contrario a la opulencia de los altos mandos militares desde el estallido de la campaña dacia, durante el transcurso de un conflicto se desplazaba a caballo y llevaba la misma vida del soldado raso.

Los historiadores se han servido del Epígrafe de Lambaesis a fin de demostrar la existencia de estas actividades. En el documento antes citado se describe la manera de instruir a los soldados durante la era adriánica.

Todo ello demuestra el establecimiento de una nueva doctrina defensiva impulsada por el emperador que tenía como fin obtener la máxima eficacia militar en todas las zonas, como en los tranquilos territorios númidas.

Su reinado no dotó a la estructura militar de innovaciones importantes, a excepción de la creación de numerosas tropas nuevas constituidas tras levas locales. Esto tenía como fin hacer una contribución a los auxiliares, los conocidos como auxilia. De acuerdo con ciertos expertos fortaleció las instituciones militares existentes.

Los motivos de dicha decisión eran varios. La más importante era el de dotar al ejército de tropas muy especializadas o implementar un modo de equiparse no convencional, como el de la caballería pesada auxiliar.

Asimismo, la administración consideraba una fuente de nuevos reclutas a los descendientes de los auxiliares, los cuales tenían el derecho de alistarse en las legiones.

El número de reclutas auxiliares aumentó más en los territorios en los que la administración realizó un control más exhaustivo y en los que se mantuvo una sólida estructura militar.

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Circo de Itálica

Todos los desembolsos relativos a los auxilia eran manifiestamente inferiores a los concernientes al cuerpo de legionarios, que recibían un sueldo considerable, donaciones monetarias ocasionales, amén de una prima final constituida a menudo por el derecho de propiedad de la tierra.

LOS CONFLICTOS ARMADOS

Tras la finalización de la I guerra judeo romana de los años 66 al 73 d. C., la administración imperial tomó una serie de medidas para impedir el estallido de una nueva revuelta en esta zona.

Las causas directas de la rebelión varían según las fuentes. El historiador romano Dion Casio culpa de la revuelta a la decisión del emperador de fundar en el lugar de Jerusalén una ciudad romana llamada Aelia Capitolina.

Los habitantes de Jerusalén debieron enfurecerse al ver cómo los mismos invasores que años atrás habían incendiado su ciudad levantaban en ella numerosos edificios de carácter profano como templos a dioses paganos.

Otro motivo de descontento entre los nativos radicaba en la decisión de Adriano de cancelar la circuncisión, el respeto del sábado, Sabbat, y las leyes de pureza en la familia.

En este clima de inestabilidad el Taná Rabí Akiva convenció a los demás miembros de la institución de nombrar al líder de los sediciosos, Simón bar Kojba, como Mesías.

Los líderes rebeldes organizaron cuidadosamente la revuelta para evitar los errores que se habían cometido durante la que les había enfrentado con los emperadores Vespasiano y Tito. La revuelta se expandió desde Modiim a lo largo de todo el país en el año 132 d. C.

Los rebeldes derrotaron a la Legio X en Jerusalén, y a la Legio XXII Deiotariana, que había acudido desde Egipto. Tras estas victorias se restauró el estado soberano semita. Simón bar Kojba se situó al frente de la administración y tomó el título de nasí.

f16 copiaAsimismo, se anunció la era de la redención de Israel, se realizaron contratos y se ordenó la emisión de monedas. Rabí Akiva lideraba el Sanedrín, los servicios religiosos y se reiniciaron los korbanot.

En cuanto el emperador tuvo noticias del levantamiento de los israelitas, mandó llamar a Sexto Julio Severo de Britania y ordenó que las tropas acuarteladas en los territorios vecinos atacasen a los rebeldes y los destruyesen.

No se sabe a ciencia cierta si el emperador en persona participó activamente en el conflicto, que duró más de dos años y costó una enorme cantidad de soldados muertos a la maquinaria militar romana. Gradualmente, los rebeldes se vieron acorralados en las montañas, donde las tropas imperiales los diezmaron.

La rebelión fue sofocada. El conflicto costó la muerte de 580.000 judíos y más de mil ciudades y pueblos destruidos. Adriano posteriormente desterró a los judíos restantes de la región a la que rebautizó como Siria Palestina en honor a los enemigos tradicionales del pueblo judío, los filisteos. Ordenó la quema pública de la Torá, ejecutó a los eruditos judíos y prohibió la práctica y la observancia del judaísmo.

Tras la reconstrucción se levantó una estatua del dios Zeus en el antiguo emplazamiento del Templo y una de la diosa Afrodita al lado del Gólgota donde fue crucificado Jesús de Nazaret.

Esta revuelta es conocida en el Talmud como la guerra del exterminio. De hecho, aunque la diáspora israelita empezara siglos antes del reinado de Adriano, la narrativa acerca de este conflicto la dota de ciertos tintes de leyenda.

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Pedestal de Singilia Barba dedicado al emperador Adriano en el año 121.122 d.C.

El término de la revuelta eliminó cualquier posibilidad de un renacimiento semita como expresión política, religiosa o cultural, una situación que se perpetuará hasta el surgimiento del sionismo del siglo XIX.

ADRIANO Y LA CULTURA

Ronald Syme ha descrito a Adriano como el más versátil de todos los emperadores romanos. Gran admirador de la cultura, favoreció la eclosión de nuevas formas artísticas a lo largo del Imperio.

La villa Adriana fue construida en el Tibur la cual se encuentra destruida en gran parte como consecuencia de las expoliaciones que realizó Hipólito II de Este, constituyó el mejor ejemplo de jardín de tipo alejandrino de la capital, dicho vergel recreaba un paisaje sagrado.

Durante su reinado se llevó a cabo la reconstrucción del Panteón de Agripa que había sido destruido tras el estallido de un incendio en el año 80 d. C., el cual es uno de los edificios mejor conservados de la capital; dicho monumento fue una importante fuente de inspiración de los arquitectos renacentistas y barrocos.

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La puerta del emperador Adriano en Atenas

Adriano mucho antes de acceder al trono, había mostrado especial interés por la arquitectura. El emperador Adriano enseñó sus diseños a Apolodoro de Damasco que fue el constructor del Foro de Trajano. Este desechó sus trabajos arguyendo que sus calabazas, término con el que hacía referencia a las cúpulas no tenían cabida en su edificio.

En otra ocasión, mientras Apolodoro se encontraba resolviendo una duda del emperador Trajano, Adriano le interrumpió tratando de dar su opinión, a lo que el arquitecto respondió:

“Ve a dibujar tus calabazas. No sabes nada acerca de estos problemas”.

Circuló el rumor de que, tras acceder al trono, Adriano exilió a Apolodoro y ordenó su asesinato. Esta historia es un intento más de difamar su carácter, ya que el emperador, aunque querido en gran parte del Imperio, no era universalmente aceptado como consecuencia de varios factores, entre ellos su ascendencia hispana.

Escribió poesía en latín y en griego. Los escasos escritos supervivientes atribuidos a su persona son un poema en latín redactado en su lecho de muerte, así como una autobiografía, que escribió con el fin de acallar ciertos rumores y de ofrecer una explicación a ciertas decisiones que tomó durante su reinado.

Otra de sus contribuciones a la cultura fue la introducción de la barba en la sociedad romana, la cual era símbolo de su filohelenismo. Con la excepción del emperador Nerón, otro amante de la cultura helena, todos sus antecesores se habían afeitado cuidadosamente.

No obstante, a su muerte muchos emperadores se dejaron barba; sin embargo, este hecho no simbolizaba la implantación de una tendencia filohelenística, sino que durante su reinado éstas se habían puesto de moda.

f13 copiaSus aficiones le definen como un humanista helenofilo y era considerado un epicúreo. Favoreció la expansión de las doctrinas de Epicteto, Hiliodoro y Favorino.

Se ocupó de atender las necesidades sociales mediante la redacción de un ordenamiento legal en virtud del cual, aunque no se abolía la esclavitud, se normalizaba la situación del esclavo y se condenaba la tortura. Edificó bibliotecas, acueductos, termas y teatros.

A causa de todo ello, la historia le contempla como un soberano sabio e íntegro. El historiador Schiller le llama el primer servidor del Imperio. El historiador británico, Edward Gibbon afirmó que admiraba su enorme y activo genio, así como su equidad y moderación; asimismo describe su reinado como la época más feliz de la historia de la humanidad.

Otra muestra de su amor a la cultura helena la constituye su relación con Antínoo, un adolescente que conoció en Bitinia cuando este tenía trece o catorce años. Sin embargo, Antínoo falleció durante una travesía a través del río Nilo.

Está firmemente establecido que el joven cayó a este río, el treinta de octubre del año 130 d. C., cerca de la ciudad de Besa, en el Egipto Medio y se ahogó ante la mirada de Adriano.

Dion Casio y Aurelio Víctor explican que las circunstancias de su muerte no estaban claras. Según una de las versiones recogidas por los historiadores, la muerte de Antínoo fue un accidente.

f12 copiaSegún otra versión, Antínoo se habría sacrificado por el emperador, a fin de asegurarle, mediante este sacrificio, una vida larga y afortunada. Antínoo habría sabido por un astrólogo que su suicidio brindaría al emperador la posibilidad de seguir viviendo después del plazo que le había sido asignado por los hados.

El autor de la biografía de Adriano en la Historia Augusta insinúa la posibilidad de que Antínoo pudiera haber decidido suicidarse para escapar a las proposiciones sexuales de Adriano.

Tampoco debe descartarse un complot instigado por Vibia Sabina. Los cronistas le reprocharían haber demostrado más dolor por la muerte de su amante Antínoo que por la de su hermana Domicia Paulina.

Adriano quedó profundamente deprimido tras el fallecimiento del joven. Con la finalidad de honrar su memoria, el emperador construyó la ciudad de Antinoópolis y le deificó, un honor que no tenía precedente entre las dinastías que habían regido el Imperio.

Tras fallecer en su villa de Baiae fue enterrado en un mausoleo construido en la orilla occidental del río Tíber. Era un edificio que será transformado en una fortaleza cristiana, el castillo de Sant’Angelo.

Las dimensiones del mausoleo estaban concebidas con el fin de conferir al mismo una extensión levemente mayor que la del Mausoleo de Augusto. Dion Casio afirmó que tras su muerte se erigió una monumental estatua ecuestre en su honor

f11 copiaEra tan grande que el hombre más voluminoso podía atravesar a través de cada uno de los ojos del caballo, si bien dada la impresionante altura de sus cimientos las personas que andaban a los pies de la estatua pensaban que tanto los caballos como Adriano eran muy pequeños.

LA MODERNIZACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN ROMANA

El profesor D. Brendan Nagle escribe lo siguiente: “Era un administrador brillante que se preocupaba por todos los aspectos del gobierno y la administración de justicia”.

Durante su reinado se reveló como un soberbio administrador. Se realizó una completa reforma del sistema administrativo imperial que complementaba a las transformaciones económicas y militares llevadas a cabo en el sistema financiero, la estructura militar, el sistema defensivo de las fronteras, y en la mejora de las relaciones diplomáticas con otras naciones.

Con todo ello se trataba de homogeneizar las instituciones estatales y mediante la retirada de los territorios más difíciles de defender, la creación de defensas en las fronteras, así como la firma de acuerdos con otras naciones a fin de establecer las zonas de influencia y estabilizar las fronteras.

Se fomentó una política de tolerancia hacia los hombres venidos de otras culturas. Los cristianos disfrutaban de una mayor libertad y se mejoraron las relaciones diplomáticas con Grecia.

Se impulsó una reforma constitucional con el fin de normalizar la situación de los esclavos que eran torturados o asesinados cuando cometían un delito contra el dominus.

f10 copiaOtra de las reformas adriánicas trastocó la naturaleza original del edicto pretorio. Este era un bando que el magistrado publicaba al inicio de su magistratura, a modo de programa en el que se recogían las situaciones e intereses a los que ofrecería protección jurídica, y que servía como mecanismo de renovación del antiguo ius civile.

La finalidad del edicto era la de ofrecer tutela judicial a aquellos situaciones que no estaban contempladas en el ius civile. El emperador confió a Salvio Juliano la elaboración de un edicto definitivo, que se aprobó mediante un Senado consulto convirtiéndose en edictum perpetuum.

En el ámbito jurídico se puso fin al sistema legal establecido por Augusto. De este modo se concedía a ciertos juristas el ius respondendi ex auctoritate principis, que permitió que el derecho fuera transformado merced a la labor de expertos legistas que él mismo había seleccionado.

Desaparecieron los letrados libres, siendo sustituidos mediante el establecimiento de un sistema administrativo burocratizado en la que la independencia desapareció totalmente.

Estructuralmente, la administración imperial experimentó una transformación radical. Competentes funcionarios del ordo equester reemplazaron a los libertos de la era cesariana. Estos hombres se colocaron al frente de los distintos ramos de la administración: las finanzas, la hacienda, los tribunales, etc.

Se delimitaron las competencias, así como los sueldos, y con ello la administración estatal se hizo más estable. No estaba sometida a los cambios relacionados con la sucesión imperial.

Cuidadoso administrador, el emperador creía defender los intereses del Estado mediante la creación del advocatus fisci, un letrado imperial responsable de defender ante los tribunales los intereses de Tesoro.

En los últimos años del Imperio las finanzas estatales eran competencia de los senadores y el fisco y las finanzas estatales competencia del emperador constituían una única y homogénea institución como consecuencia del éxito de la unificación de ambos órganos durante la etapa adriánica.

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Villa Adriana

LOS VIAJES DE ADRIANO

Valiéndose de la experiencia obtenida durante su carrera militar, el emperador realizó numerosos viajes a lo largo del Imperio en los que inspeccionó a las tropas acantonadas en las distintas provincias. Más de la mitad de su reinado trascurrió fuera de territorio italiano.

Adriano pasó doce de veintiún años de su reinado, viajando por todo el Imperio visitando las provincias, supervisando la administración y controlando la disciplina del ejército.

Otros emperadores se marcharon de la capital únicamente durante los conflictos militares. Adriano convirtió sus traslados en un elemento clave de su reinado, y así se lo manifestó al Senado y a la ciudadanía romana.

Obtuvo el apoyo de los senadores más conservadores merced a un noble leal entre la aristocracia romana, Quinto Marcio Turbón, que era un veterano militar con enorme influencia entre las clases altas.


Gladiadores y gladiadoras


Asimismo, estas mismas fuentes afirman que se empleó a los frumentarii con el fin de mantener el control de la capital e impedir el estallido de disturbios mientras el emperador se encontraba en el extranjero.

Durante sus visitas escribía numerosas cartas al Senado, en las que ordenaba la construcción de nuevos edificios oficiales. Se modernizaron las instituciones mediante la remodelación de infraestructuras.

A menudo este era el propósito de sus viajes, ordenar la construcción de nuevas estructuras, diseñar edificios y edificar asentamientos; asimismo, su amor a la cultura helenística le impulsaba a embellecer sus ciudades.

Su séquito lo constituían un enorme número de administradores, arquitectos y constructores, que causaban una subida de impuestos en sus dominios. El historiador Speller afirma que durante su visita a Egipto se requisaron víveres con el fin de alimentar a sus hombres.

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Arco de Adriano de Jerash en Jordania

Esta subida de impuestos significó una carga insoportable en un territorio con una agricultura de subsistencia, a causa de lo cual se extendió la hambruna en la zona y las condiciones de vida se volvieron terriblemente difíciles.

Se trasladó a Mauritania en el año 123 d. C., donde lideró una campaña contra los rebeldes locales. Posteiormente, tuvo que marchar a Oriente tras recibir unos informes que afirmaban que el Imperio Parto estaba reclutando numerosas tropas.

Durante el trayecto visitó Cirene, concediendo los fondos necesarios para el entrenamiento de nuevos soldados. Adriano ya había visitado esta ciudad en el año 119 d. C., cuando donó el dinero de la reconstrucción de los edificios destruidos durante la revuelta semita.


Mujer y legislación romana


En su viaje llegó a la orilla del río Éufrates, llegando a un acuerdo con el monarca parto Osroes I. Tras inspeccionar el sistema defensivo del territorio marchó a través de la costa occidental del mar Negro, se trasladó a la capital de Bitinia, que era Nicomedia. Esta ciudad estaba totalmente desolada pues sufrió un gran terremoto que la había devastado tiempo atrás.

Dotó a la ciudad de tanto dinero con el fin de restaurarla que sus habitantes le consideraron el reconstructor de Oriente.

También visitó Bitinio Claudiopolis donde conoció a su amante Antínoo. Las estatuas construidas en su honor, en las que se muestra a un muchacho de veinte años insinúan que tendría unos trece o catorce años. El historiador Lambert afirma que se envió a Antínoo a Roma a fin de que se educara y de que sirviera como cortesano.

Tras su encuentro con Antínoo marchó a través de la península de Anatolia, creó la ciudad de Misia que conmemoraba la caza de una osa. La construcción de la ciudad también era consecuencia de la necesidad de establecer un asentamiento en el territorio donde estaba localizada, una zona boscosa lista para el desarrollo.

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El templo de Zeus en Atenas

Los modernos historiadores no están de acuerdo en si el emperador supervisó la construcción hasta su término o si se marchó antes. Asimismo, Adriano ordenó la construcción de un templo dedicado a él y a Trajano en Asia Menor.

Se trasladó a Grecia en el año 124 d. C., a tiempo de asistir a los misterios eleusianos. La tradición exigía que los iniciados, debían llevar armas en un momento de la ceremonia, pero se les impidió hacerlo con el objeto de no comprometer la vida del emperador. Durante su estancia, los atenienses le solicitaron que revisara su constitución.


La sexualidad romana


Recorrió la península del Peloponeso en otoño de ese mismo año. Su ruta ha sido reconstruida merced a las notas de Pausnias y de los numerosos templos y estatuas allí construidas. Cabe mencionar la estatua que erigieron los ciudadanos de Epidauro en honor a su restaurador.

Asimismo, el emperador cedió numerosos fondos a Mantinea. Este hecho refuerza la teoría de que Antínoo era ya amante de Adriano, como consecuencia del vínculo existente entre la ciudad y la residencia de Antínoo en Bitinia.

Llegó a la ciudad de Atenas en el año 125 d. C. Allí estuvo al frente del festival en honor a Dionisias e inició la construcción de numerosos edificios oficiales, entre ellos un acueducto y terminó el templo de Zeus Olímpico.

Asistió nuevamente a los misterios eleusianos en el año 128 d. C. Visitó las ciudades de Atenas y Esparta, las dos ciudades que se habían enfrentado antiguamente por obtener el control de Grecia.

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La puerta de Adriano en Antalya en Turquía

El emperador Adriano se planteó resucitar la Liga Anfictiónica que tendría su base en Delfos, y siendo aconsejado acabó desechando la idea. El Panhellenion iba a ser un consejo donde se reunirían los representantes de las ciudades griegas más importantes. Tras ordenar los asuntos del territorio se trasladó a la ciudad turca de Éfeso.

El Arco de Adriano, construido por los ciudadanos de Atenas entre los años 131 y 132 a. C., honra a Adriano como fundador de la ciudad. Las inscripciones en el arco nombran a Teseo que fue el fundador tradicional, pero añaden a Adriano debido a las contribuciones sustanciales de este último a Atenas, por ejemplo, el Templo de Zeus.

Regresa a Italia y se detiene en la isla de Sicilia. Se desconoce lo que hizo durante su estancia, los tallados de las monedas emitidas en estos años le honran como el restaurador de la isla.

Una vez en Roma completó la restauración del Panteón y la construcción de su villa, la conocida como la villa Adriana. Realizó una gira a través de Italia a partir del año 127 d. C.

Atravesó Cupra Marítima, donde restableció el culto a Cupra, diosa picentina de la tierra, y remodeló el sistema de desecación del lago Fucino. Dividió Italia en cuatro territorios que serían administrados por legados consulares. Esta impopular medida no sobrevivió más allá de su reinado.

f3 copiaEstatua del emperador Adriano. Museo del Hermitage en San Petersburgo

Cayó enfermo en esta época, no obstante, su enfermedad cuya naturaleza se desconoce, no le impidió visitar Áfriva en el año 128 d.C. Su llegada estuvo acompañada de un augurio favorable. Allí inspeccionó y aleccionó a los soldados. Volvió a Italia en el verano de ese mismo año tras una breve estancia, el emperador emprendió otro viaje que durará tres años.

LA SUCESIÓN DEL EMPERADOR ADRIANO

Los últimos años de su reinado transcurrieron en la capital. Se dedicó a escribir poesía y ocuparse de los asuntos administrativos. Ordenó la construcción en el año 136 d. C. del templo de Venus y Roma en el emplazamiento de la Domus Aurea del emperador Nerón.

Con el objeto de resolver la cuestión sucesoria adoptó a uno de los cónsules ordinarios del año 136 d. C., Lucio Ceyonio Cómodo, que tomó el nombre de Lucio Rlio César.

Se le concedió la tribunicia potestas, la administración de la provincia de Panonia y un nuevo consulado en el año 137 d. C. Sin embargo, el que con toda certeza iba a ser emperador tras la muerte de Adriano falleció, el uno de enero del año 138 d.C.

f2 copiaRetrato de Adriano

Tras la muerte de Elio César, Adriano adoptó a Tito Fulvio Boionio Arrio Aurelio Antonino, uno de los cuatro legatus consularis de Italia que había ostentado el proconsulado de Asia.

Se le concedió la tribunicia potestas y el imperium, el veinticinco de febrero del año 138 d. C. Asimismo, una de las condiciones de la adopción de Antonino era que éste adoptara a Lucio Veroy y a Marco Aurelio.

Los autores clásicos describen los últimos años del reinado como una época marcada por los conflictos y la infelicidad. El conflicto sucesorio se acentuó con la defección de dos importantes candidatos al trono: Lucio Julio Urso Serviano y Lucio Pedanio Fusco Salinator. Adriano ordenó el asesinato de estos dos hombres.

Serviano dijo en el momento de su muerte: “Sabéis muy bien, dioses, que no soy culpable de nada malo. En cuanto a Adriano solamente pido esto: que ansíe la muerte y no pueda morir”.

El vaticinio se cumplió. Adriano sufrió hasta el final a causa de una dilatada enfermedad, y sus sirvientes le impidieron suicidarse en más de una ocasión.

Adriano falleció el diez de julio del año 138 d. C., en su villa de Baiae. Tenía entonces sesenta y dos años. Se cree que una insuficiencia cardíaca causó la muerte del emperador. Un estudio realizado en el año 1980, señaló que en las estatuas construidas a finales de su reinado se observan arrugas en el lóbulo, una característica asociada con la cardiopatía isquémica.

f1 copia

El legado del emperador Adriano en Sevilla

Primero fue enterrado en Puteoli en los terrenos de la antigua finca del retórico Cicerón como un homenaje al amor de Adriano por el aprendizaje. Cuando Antonino Pío completó la gran tumba de Adriano en Roma al año siguiente, su cuerpo fue cremado y sus cenizas fueron enterradas allí con su esposa e hijo en los Jardínes de Domicia. Antonino Pío hizo deificar a Adriano y construyó templos en su honor

Poema fúnebre

Según la Historia Augusta el emperador escribió un poema en su lecho de muerte.

Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos...

Pequeña alma, blanda, errante
Huésped y amiga del cuerpo
¿Dónde morarás ahora
Pálida, rígida, desnuda
Incapaz de jugar como antes...?


BIBLIOGRAFÍA

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Yourcenar, Marguerite. “Mémoires d'Hadrien”. 1951. Plon. París.

Publio Elio Adriano, el segundo emperador romano hispano