viernes. 10.05.2024
Oppenheimer (1)

Miguel Ángel Leija | @CinemaCuarenten

Pasados ya algunos días después de la fecha de estreno podemos confirmar que el asombro que Oppenheimer consigue provocar en el espectador desde el primer minuto sigue vivo. Los días pasan y nada cambia.

Lo decimos con todas sus letras: Oppenheimer no solo es la mejor película de la carrera de Christopher Nolan sino una de las mejores de la década junto a obras como In the Mood for Love, La Gran Belleza, Mulholland Drive, El Hilo Fantasma, Amour, entre unas pocas más, claramente hablando desde una opinión subjetiva.

En ella, acompañamos a J. Robert Oppenheimer, un Ícaro en la tierra destinado a tocar el sol. Nos metemos en la piel de una de las mentes más brillantes de su generación al dirigir el Proyecto Manhattan, el cual tenía como objetivo desarrollar la bomba atómica a contrarreloj durante la Segunda Guerra Mundial.

Así, gracias a la increíble actuación de Cillian Murphy (spoiler: el Oscar es suyo), nos adentramos en la mente torturada de un científico que literalmente cambió el rumbo del mundo para siempre. Sería injusto decir que es solo una biopic porque es mucho más que eso, al igual que “El Mundo de Ayer” de Stefan Zweig no es “solo una biografía”. Es un estudio de personaje total que pretende adentrarse en los pensamientos de un hombre cuyo trabajo significó el punto culminante de tres siglos de avances científicos, en donde el resultado fue un espejo en el cual el mundo se observó a sí mismo: tras 200.000 años de existencia, el ser humano había adquirido la capacidad de destruirse a sí mismo.

El resultado todos lo sabemos pero eso es lo que menos importa, lo que es realmente relevante es el dilema moral que rodea a su persona antes, durante y después de la explosión que provocaría más de cien mil muertes, ¿hasta qué punto es su responsabilidad? ¿Dónde termina la ciencia y comienza la política? ¿Cómo se vive teniendo el peso de una bomba atómica a tus espaldas?

Ver esta película es ver un thriller que te mantiene con la boca abierta desde el primer minuto de metraje

Ver la película es ver un thriller que te mantiene con la boca abierta desde el primer minuto de metraje, y aunque llegada a cierto punto la trama se siente como una cinta completamente distinta, Nolan al fin tiene todo bajo su control. Si en anteriores ocasiones hemos criticado al director inglés es por sus intentos forzados de buscar un estilo propio con aires de trascendencia. Tan solo pensemos en El Origen (2010), una película en donde no tenemos un respiro, en donde los personajes no pueden decir una palabra sin ser interrumpidos por mil violines añadiendo un aura de tensión en el fondo. O en Interestelar (2014) en donde los agujeros en la trama son fácilmente identificables a pesar de ser maravillosa, por no hablar de la fallida Tenet (2020) o la correcta pero intrascendente Dunkirk (2017).

oppenheimer

Pareciera como si los años anteriores fueran piezas que integran adecuadamente la estructura, el tiempo, los sonidos y las imágenes, logrando una obra redonda y colosal, Nolan consigue sentarse con los grandes.

Este espacio no da para ahondar en el logro sonoro y visual que la película consigue. Las palabras no alcanzan a describirlo, ¿y para qué encasillar a las emociones con lenguaje? Dejemos que ellas hablen. Quienes la han visto comprenderán a lo que nos referimos: la escena de la explosión es todo un hito.

Al igual que Asteroid City de Wes Anderson, el reparto es una cosa de locos. Aparte del protagonista, encontramos nombres como Robert Downey Jr, Emily Blunt, Matt Damon, Florence Pugh, Gary Oldman y muchos otros artistas que, así aparezcan un minuto, aportan la dosis necesaria de encanto que el filme necesita.

En conclusión, es una obra que hay que ver en cines como una experiencia compartida, porque cuando volteemos atrás en unos años, entenderemos mejor su impacto como un producto de su tiempo. Es una brújula que marca el camino a seguir y que solo unos pocos conseguirán. Ver Oppenheimer es una obligación.

Crítica de “Oppenheimer”