martes. 30.04.2024
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Jaime Polo | @lovacaine

Toni observa desde su barrio la metrópolis de Madrid, apenas unos kilómetros les separa de la tierra prometida inalcanzable para ellos. Un año sin luz, sin electricidad, viviendo bajo la oscuridad de la noche en una comunidad unida que acepta lo que tiene y busca la felicidad en lo que puede.

“¿Qué es el futuro?” le pregunta la niña a su abuela, ella no lo sabe y piensa que, tal vez, su otro nieto lo sepa; pero ni mucho menos. El futuro podríamos decir que se construye a raíz de nuestro pasado, constantemente vemos cómo nuestras acciones se efectúan por algo que nos afecta que no pertenece al presente, algo que Jacques Derrida llamaba “hauntología”. El pasado nunca desaparece por completo, sigue “acechando” el presente. Las huellas del pasado, las ausencias y los espectros de lo que ha sido olvidado o reprimido por la comunidad representada continúan influyendo en sus vidas y en su forma de pensar. Esta es la sensación que me ha dado la mirada final del protagonista. ¿Por qué actúo como lo hago y qué busco con mi futuro? Nasser, el mejor amigo de Toni, si sabe qué hacer, marcharse cuanto antes a Francia y ser libre como los pájaros de colores que se escapan al final del corto.

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Este corto nos enciende una pequeña luz en la oscuridad de los exteriores de Madrid, es claramente una puesta en escena de visibilizar las sociedades reprimidas y olvidadas en España. Nos llama tanto la atención como espectadores que exista un lugar tan cerca de la ciudad pero que a su vez permanezca distante de la realidad de la misma, es difícil asimilar el trato que sufren ciertas comunidades y creo que usar este espacio es clave para visibilizar estas injusticias; 2020 se quedaron sin electricidad, 2023 seguimos igual.

Es de vital importancia que se retrate los espacios como son en sí mismos, con sus rostros y su lenguaje, pues no generaría el mismo impacto si existiera algún tipo de manipulación a la que se nos suele tener acostumbrados; hombre rico filma barrio pobre. En este caso creo que, en cierta forma, es distinto, creo que Guillermo García López, el director, sabe dónde está y así busca retratarlo en el proceso del cortometraje. Normalizar y naturalizar un sector alejado de Madrid sin estigmatizar la pobreza y sin centrarte en el crimen o lo inmoral; simplemente dos amigos que se lo pasan bien y un protagonista que ve cómo su infancia se va apagando y se queda sin luz.

'Aunque es de noche': sin luz a 20 minutos de Madrid