viernes. 03.05.2024
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Fotograma de la película. (Imágenes: Filmaffinity)

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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Tras el documental "Jerry Lee Lewis. Música del diablo (2022)", Ethan Coen vuelve a intentarlo sin la colaboración de su hermano en "Dos chicas a la fuga", una curiosa traducción del original "Drive-Away Dolls". La película está claramente influenciada por el estilo B y la psicodelia de los años 60, y nos narra la disparatada historia de dos amigas lesbianas que se ven involucradas en una trama criminal al encontrarse con una cabeza cortada en una sombrerera y un maletín misterioso. Esta premisa sirve como excusa narrativa para una road movie de temática lésbica que busca provocar, pero que, siendo claros, solo termina generando vergüenza ajena.

Aunque todos teníamos claro que de los hermanos Coen, el más creativo era Joel, con "Dos chicas a la fuga" se confirma que Ethan no posee el mismo pulso narrativo y calidad en solitario, quedando muy lejos de trabajos como "El gran Lebowski", "Fargo", "Quemar después de leer" o "Valor de Ley". Son numerosos los problemas de esta propuesta temática LGTBIQ+, pero quizás lo más evidente es que nos encontramos frente a una historia con un humor completamente desfasado. Apuesta sus mejores bazas en chistes sexuales y de dildos que, tal vez, en los años 80 podrían haber funcionado, pero que en la actualidad provocan principalmente tristeza.

El primer largometraje narrativo de Ethan Coen es una propuesta vacía y chabacana, que intenta crear una narrativa paródica en la que se critica la sociedad tradicional americana y sus valores. Sin embargo, debido a su simplicidad y falta de ideas, acaba estrellándose en el camino. Sus protagonistas, Margaret Qualley ("Pobres criaturas") y Geraldine Viswanathan ("La estafa"), hacen lo que pueden por mantener el interés en una historia que se articula en torno a un enorme macguffin (el maletín) pero que va perdiendo fuerza a medida que avanza, a pesar de su corta duración de 84 minutos.  Nada funciona bien y solo en algunos momentos de violencia atisbamos cierta creatividad.

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El resultado es una enorme tontería que no provoca, pero sí ofende. No tanto por su humor desfasado y anticuado, que hace que el cine de Esteso y Pajares parezca bueno, sino porque trata al espectador con condescendencia y falta de respeto en una cinta creada sin ningún tipo de autoría. Ni siquiera el cameo de rostros conocidos como Pedro Pascal, Matt Damon, Miley Cyrus o Bill Camp logra que la propuesta remonte y logre interesar.

Es evidente que estamos ante una película sin rumbo, que no encuentra su propio ritmo y que solo en momentos muy ocasionales nos recuerda que uno de los Coen está a los mandos del proyecto. El único consuelo es que recientemente se ha publicado que Ethan y Joel Coen planean volver a dirigir juntos. Hay motivos para la esperanza.

'Dos chicas a la fuga': Ethan Coen se pierde en solitario