sábado. 27.04.2024

A lo que estamos: "Durante siglos la literatura ha evitado el sentimentalismo como a una peste. Tengo la impresión de que hasta el día de hoy muchos escritores preferirían ser ignorados antes que correr el riesgo de ser considerados cursis o sensibleros". Así se expresa (así se sincera) Alejandro Zambra en Literatura infantil, reciente narración del chileno para Anagrama. En dicho libro, el autor de Formas de volver a casa añade: "Soy incapaz de articular un discurso exclusivamente racional, pero salir nada más del paso, con económico cinismo, sería colaborar con ese vacío de conocimiento que todos hemos sentido y padecido y que descorazona y aturde".

Puede que tales consideraciones tengan relación con lo que Gregorio Benito reconocía en nuevatribuna.es, el pasado 29 de octubre, en su artículo 'Bibliotecas: cuentos y cuentas': "Por lo que parece, la actual ofensiva de los instrumentos electrónicos, que van sustituyendo, precisamente en las edades más tempranas, al tradicional libro en papel, no consiguen eliminarlo". Y, desde luego, tiene relación con el artículo de Federico Díaz Granados para Cambio Colombia: "Las bibliotecas son espacios donde se promueve la reflexión y el debate (...). Son lugares donde se pueden encontrar diferentes perspectivas, donde se pueden cuestionar ideas preconcebidas y donde se fomenta la toma de decisiones informadas".

Hoy más que nunca, las bibliotecas son vitales. Son una luz de Damasco en desiertos de información fragmentada

En definitiva: "Los bibliotecarios no son simplemente custodios de libros, son mediadores entre el lector y el vasto universo del conocimiento". ¿Puede alguien no estar de acuerdo con el alcance de las indicaciones del autor de este trabajo? Atención: "Hoy más que nunca, las bibliotecas son vitales. Son una luz de Damasco en desiertos de información fragmentada, proporcionando una fuente inagotable de sabiduría y entendimiento en tiempos de incertidumbre". 

Sin embargo, tal y como anuncia Babijaputa en Público desde el 24 de octubre, "(...) quien piense que vivimos en una sociedad demasiado ilustrada para caer en las garras del fasicsmo, debería darle otra vuelta al asunto", pues la "desinformación es la mejor aliada de estos grupos, que primero son el hazmerreír y luego los que están en el poder jodiéndote la existencia". De nuevo, atención: "El poder de la negación puede ser reconfortante y a menudo también se subestima este hecho (...). Y de nuevo le damos una patada a la historia, que ya no puede contarnos de más maneras las consecuencias del fascismo". 

Algo más: "Vivimos en la era de la desinformación, sí, pero también en la era de la desinformación". Por cierto: "Llevamos desde el jueves sufriendo un ataque informático que afecta de lleno a las noticias y a la portada de la web", informa publico.es desde hace semanas. Desinformación, desconocimiento... Son algunas de las taras (peligrosas taras) de esta sociedad en la que las andanzas de una familia real y los escándalos de Shakira son más importantes que el reconocimiento oficial de obras como la de Pilar Adón.

Biblioteca de mi barrio, biblioteca de mi pueblo, biblioteca de mi amor... 

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