viernes. 29.03.2024

El hecho sucedió el pasado 27 de diciembre, pero la polémica explotó una semana después. Una fiesta para 2.000 personas, convocada por el ministro de Justicia y de Derechos Humanos, Julio Alak, para celebrar las fiestas navideñas, provocó la indignación de algunos organismos de Derechos Humanos por el lugar elegido: la ESMA, la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, el más conocido de los 500 centros clandestinos de detención que existieron durante la dictadura. Por allí pasaron 5.000 personas, de las que solo 200 sobrevivieron. Los demás murieron después de salvajes sesiones de tortura. Muchos fueron arrojados al mar en los Vuelos de la Muerte; otros fueron cremados en la propia ESMA, en lo que los propios represores denominaban en su jerga interna como los asaditos.

Durante el gobierno de Néstor Kirchner, la ESMA salió de la órbita de la Armada y se convirtió en el Centro Cultural por la Memoria Haroldo Conti, por el nombre de escritor secuestrado y desaparecido en 1976. El lugar, donde se celebran numerosas actividades – algunas que nada tienen que ver con los Derechos Humanos, como cursos de cocina-, se puede visitar, previa petición. Se repartieron los espacios entre distintos organismos de Derechos Humanos y se acaba de conceder un lugar para la revista Garganta Poderosa, que editan vecinos de las villas miseria o favelas de Buenos Aires y su conurbano.

Entre los 2.000 invitados estuvo toda la plana mayor del ministerio, incluyendo a Martín Fresneda, hijo de desaparecidos y actual secretario de Derechos Humanos. También cientos de integrantes de La Cámpora, la organización juvenil del kirchnerismo, muchos también hijos de desaparecidos. Para añadir polémica al asunto, Isabela Vieyra de Abreu, de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), afirmó que los trabajadores recibieron un mensaje vía mail en el que se afirmaba que la actividad era de carácter obligatorio. Y que “los jefes recorrían los pasillos diciendo que había que ir sí o sí”. Posteriormente al acto, hubo presiones sobre los ausentes para que justificaran su falta.

Nadie puede ignorar lo que sucedía en la ESMA durante los años de fuego de la dictadura, incluyendo los macabros asaditos con los prisioneros. Tanto en el juicio que se le siguió en España a Adolfo Scilingo, como el que se celebra ahora mismo en Buenos Aires a un grupo de represores de la Armada, dan cuenta los traslados –los Vuelos de la Muerte-, que se producían siempre los miércoles. Si algún prisionero llegaba muerto o fallecía en la tortura, la forma de hacerlo desaparecer era quemándolos. Entre ellos estuvo el escritor Rodolfo Walsh, que murió tras un enfrentamiento armado con sus secuestradores y Norma Arrostito, una de las principales dirigentes de los Montoneros.

La diputada Victoria Donda, hija de desaparecidos y que nació en la ESMA, afirmó: “me da asco que se pueda hacer un asado ahí”. Y criticó al gobierno, “que hace su bandera de los Derechos Humanos, pero que quiere adueñarse del tema como si fuera su exclusiva bandera”.

Carlos Lordkipanidse, sobreviviente de la ESMA y presidente de la Asociación de ex Detenidos y Desaparecidos, calificó de “horripilante” lo sucedido: “llegaron a este punto en el que la falta de respeto es absoluta”. El sobreviviente de la ESMA, que pidió la renuncia del ministro Alak, afirmó que “tiraron a las parrillas toneladas de chorizos y patys (hamburguesas). Esto, lógicamente, a oídos y ojos de los sobrevivientes y familiares, nos parece de mal gusto”. Otro sobreviviente, Enrique Fukman, dijo que el único antecedente de asados en la ESMA fue el de la cremación de los prisioneros.

El ex diputado nacional, ex montonero y escritor Miguel Bonasso, autor de la novela Recuerdos de la Muerte, el texto más escalofriante sobre lo que sucedió en la ESMA, afirmó: “este gobierno está arrasando incluso con algunas virtudes que le habían otorgado una legitimidad de origen, como la recuperación de la memoria histórica. Pero, claro, qué se puede hacer con tipos como Alak, capaces de abrir una discoteca en Auschwitz”.

En los partidos de oposición surgieron muchos pedidos de renuncia al ministro Alak. Y uno de ellos, el dirigente de la UCR, Ernesto Sanz, declaró: “el asado de Alak es una confirmación, para el kirchnerismo los Derechos Humanos son una excusa, no una convicción”.

Desde el gobierno o sectores aliados se da otra visión. “Acciones como estas permiten resignificar este espacio (…) un lugar que, después de años de horror, tortura y muerte, Néstor Kirchner entregó al pueblo argentino para llenarlo de vida”, dijo el propio ministro de Justicia en el controvertido acto. Y la secretaría de Derechos Humanos, una de sus dependencias, hizo público un comunicado en el que acusa a los medios hegemónicos –léase opositores- de distorsionar la realidad.

Estela de Carlotto, presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, consideró absurdo que se pida la renuncia del ministro Alak y añadió: “no puede ser que le pida la renuncia a un ministro por hacer un brindis de fin de año para la gente que trabaja en la secretaría de Derechos Humanos en el predio de la ex ESMA”.

Camilo Juárez, de la Agrupación H.I.J.O.S, integrada por los hijos de desaparecidos, habló de una utilización política del escándalo: “no ofendió a la memoria (…) esto es una manipulación de los grupos hegemónicos de noticias. Hay una intencionalidad política, de desprestigiar a estos funcionarios que están trabajando para el cumplimiento de la Ley de Medios”.

Quien no quiso pronunciarse fue la presidente de las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, aunque siempre respalda de manera incondicional al gobierno. Prefirió hacer su tradicional acto de los jueves, no en Plaza de Mayo, sino frente al Palacio de los Tribunales, para presionar a la Corte Suprema por la Ley de Medios. “Los magistrados son pagos por los medios y estos jueces de la Corte aceptaron los campos de concentración”, dijo la polémica dirigente, que añadió: “hoy estamos en la puerta (del Palacio), el día que nos hartemos vamos a entrar y veremos qué pasa… a ver si estos señores se ponen las pelotas para hacer lo que tienen que hacer porque le tienen miedo a los medios”.

Este episodio vuelve a colocar al ministro de Justicia, Julio Alak, en el medio de la polémica. Hace unos días, en el marco de la ofensiva del gobierno contra la Justicia, afirmó que si la Cámara Civil y Comercial que tiene en sus manos el caso prorrogaba la cautelar que beneficia al Grupo Clarín, “sería un alzamiento”. Pero esta acusación de golpismo a la Justicia no fue la única muestra de lo que piensa el gobierno. Poco después fue el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, el que habló de la misma como una “Cámara de mierda”, en una reunión en la Biblioteca Nacional con integrantes de Carta Abierta, el grupo de intelectuales orgánicos del kirchnerismo.

Un asadito en la ESMA