martes. 16.04.2024

@jgonzalezok | Con solo 41 años y ocupando un cargo relativamente menor -alcalde del municipio de Tigre, 30 kilómetros al norte de Buenos Aires-, Sergio Massa mantuvo en vilo a todo el arco político argentino con su indefinición sobre lo que haría en las elecciones parlamentarias parciales del próximo mes de octubre. Finalmente decidió que participará con su Frente Renovador, encabezando la lista como candidato a diputado. Esto supone romper con el gobierno de Cristina Fernández, después de haber sido su jefe de gabinete durante un año, de mediados de 2007 a mediados de 2008. Lo notable de él es que apenas se le conocen declaraciones públicas de carácter político. En los últimos años, eso sí, ha sido un muy buen alcalde, siendo reconocido sobre todo por haber llenado el municipio de cámaras, lo que ha controlado la rampante inseguridad que padece el país.

Sus orígenes están en el centroderechista UCD, el mejor representante del ultraliberalismo argentino. Fue el partido de Álvaro Alzogaray, capitán-ingeniero que apoyó a buena parte de las dictaduras de la segunda mitad del siglo XX y dio letra para el neoliberalismo de los 90, con Carlos Menem. Ese pasado, sin embargo, no lo condenó a los ojos del kirchnerismo, ya que fue director de la ANSES (Seguridad Social), diputado, jefe de gabinete y alcalde de Tigre electo en dos oportunidades, con el oficialista Frente para la Victoria.

Cuando el kirchnerismo se radicaliza, pasó a ser unas de sus bestias negras, aunque sin llegar a la ruptura. Para la agrupación juvenil La Cámpora, principal sostén de la presidente, Massa y Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, no tenían el perfil progresista requerido. Se les reprochaba poco menos que ser caballos de Troya de las corporaciones. En los últimos días, la propia presidente los acusó –sin nombrarlos- de no defenderla de las acusaciones de corrupción en su contra.

Pero el alejamiento de hecho del oficialismo se produjo después de que Massita, como se le conocía cuando era jefe de gabinete, se viera complicado por las revelaciones de Wikileaks. Al parecer se entrevistó en varias ocasiones con la embajadora norteamericana, Vilma Martínez y otros diplomáticos, conversaciones en las que habría calificado a Néstor Kirchner como “psicópata”, “perverso”, “cobarde” y hasta “monstruo”, añadiendo que “la búsqueda de enfrentamiento político disimula una inseguridad profunda y un sentimiento de interioridad”. Negó, por supuesto, haber hablado en esos términos y agudizó su mutismo, para construir una imagen de alcalde eficiente.

Su candidatura en las elecciones de octubre pueden complicarle los planes al oficialismo. Massa es el político que mejor sale parado en las encuestas en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más importante del país, con 11 millones de votantes, 38 % del padrón. Con derrotas seguras en distritos importantes, como la capital federal, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, el kirchnerismo necesita desesperadamente ganar en la provincia de Buenos Aires, si quiere seguir adelante con sus planes continuistas. A Cristina Fernández le quedan dos años de presidencia, pero en el oficialismo quieren más y solo podrán reformar la Constitución con una victoria contundente. Para el politólogo Sergio Berenztein, director de la consultora Poliarquía, la irrupción de Massa “adelanta la pelea por la presidencia de cara a 2015, desdibujando aún más el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, que venía sufriendo un rápido deterioro”.

Massa recogerá, sin duda, votantes de todo el espectro político. Tiene el apoyo de una serie de alcaldes del conurbano bonaerense, y recibirá también el respaldo del poder económico. En Tigre se ha producido en los últimos años un boom inmobiliario y se considera a Massa como un hombre que puede dar la confianza y las certidumbres que no ofrece el gobierno de los Kirchner. La popularidad de Massa se ha visto afianzada también por la organización de grandes eventos, como la contratación el año pasado del tenista Roger Federer, para una serie de partidos de exhibición.

El que no rompió con el kirchnerismo, para alivio del gobierno, es Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pese a los desprecios y desaires que periódicamente debe afrontar, el gobernador habló de responsabilidad institucional. Scioli, que también aspira a la presidencia, sufrió uno de los más feroces ataques de sus propios compañeros de partido cuando se atrevió a blanquear sus aspiraciones, aunque había aclarado que no competiría con Cristina, hasta ahora impedida por la Constitución. El gobernador, finalmente, decidió apoyar a los candidatos de la Casa Rosada, aunque negoció hasta último momento a varias bandas, incluso con Massa, antes de su decisión final.

Muchas seguridades han tenido que darle en el gobierno para no seguir los pasos del alcalde de Tigre. En los últimos años la provincia de Buenos Aires fue castigada por el gobierno central por razones políticas, negándole asistencia financiera y los fondos que le corresponden por la llamada coparticipación federal, es decir, el reparto de los impuestos entre el gobierno central y las provincias, que maneja a su antojo la Casa Rosada. El último chaparrón que tuvo que sufrir Scioli fue en un acto reciente, cuando la presidente habló de la reciente tragedia en La Plata, con las inundaciones que produjeron al menos 67 muertos.

“Cuando ocurrió la tragedia no se me ocurrió hacerme la estúpida, como lo hacen otros, fui y puse la cara sin borrarme, pese a que a mí no me defiendan algunos dirigentes”, afirmó la mandataria en un mensaje nada sutil a Scioli, presente en el mismo acto. Ante la buena prensa que tiene el gobernador –fundamentalmente por su estilo tranquilo, alejado de la confrontación permanente que practica el ultrakirchnerismo-, Cristina Fernández deslizó también lo siguiente: “me llama la atención que haya dirigentes intocables a los que los grandes medios corporativos no los tocan, tal vez porque tengan intereses también”.

Pero, más allá de Massa y Scioli, en las listas del kirchnerismo para las elecciones de octubre destacan los nombres de Daniel Filmus para el Senado y Juan Cabandié, uno de los principales dirigentes de La Cámpora, en Diputados. El filósofo Ricardo Forster, de la agrupación oficialista Carta Abierta, será candidato en la capital, después de haber expresado sus ganas de participar en política. En las últimas semanas fue célebre su respuesta cuando se le preguntó en una entrevista sobre los casos de corrupción. Ante la insistencia del periodista sobre el tema, respondió: “¡Qué carajo sé cómo hizo la plata Lázaro Báez!”, en referencia al supuesto testaferro de Néstor Kirchner

Sergio Massa, la estrella ascendente en la política argentina