lunes. 29.04.2024
Emiliano García Page
Emiliano García Page.

No hace falta haber leído la célebre novela de Harriet Beecher Stowe para saber lo que significa, desde hace más de ciento cincuenta años, el que a un ciudadano afroamericano le llamen Tío Tom. Es sinónimo de alguien que acepta su situación de sumisión, o al menos de desigualdad, respecto a sus conciudadanos de raza blanca. Se trata de una etiqueta peyorativa, no solo por significar pasividad frente a la injusticia, sino por colaborar, con esa postura, a la perpetuación de una situación injusta.

Sin embargo, "La cabaña del tío Tom" está escrita con el propósito y, en su momento, tuvo también el resultado, de constituir un alegato por la abolición de la esclavitud en USA. Pero, la cosa acabó como acabó.

Algo parecido le ocurrió a Dmitri Shostakóvich con su ópera “Lady Macbeth de Mtsensk” y su destino en el régimen estalinista. A pesar de que su autor, también coautor del libreto, tuvo como intención criticar la corrupción mercantil de la época zarista, Stalin la condenó. Lo hizo por considerar caótica la música pero, muy probablemente, también, porque no consideró suficiente esa crítica. Stalin odiaba, entre a muchos otros, a los kulaks y el suegro de lady Macbeth, asesinado por esta, era un rico terrateniente que no debió sufrir, en su muerte, tanto como hubiera deseado don Iósif. El caso es que Shostakóvich debió ver cómo su lady se convertía en una Tía Tom cualquiera.

Que la ley de amnistía es un golpe de estado o va a beneficiar a terroristas, son exageraciones que solo están justificadas desde el supuesto de que contra Sánchez, todo vale

Y, es que, ya se sabe, el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones. Y, ahora, hablemos de lo nuestro. La amnistía, para el PSOE, significa oponerse a la opinión de, a lo mejor, la mayoría de la población española, y, por consiguiente, del electorado, que, racional o sentimentalmente, están en contra de esa medida. Pero la posición inicial de esa, supuesta, mayoría, trata de explicar su posición con argumentos no siempre comprobables, al menos, de principio. Al argumento, comprensible, aunque no se comparta, de que una decisión política, como es una nueva ley de amnistía, no debe prevalecer sobre una sentencia judicial ya dictada, se unen otros más difícilmente explicables más que por presunción o por definición no demostrada.

Por ejemplo, que la ley no es constitucional. De los más de cuarenta y siete millones de opiniones que, a una por persona, puede haber en España, solo importan, jurídicamente hablando, doce, que es el número de miembros/as del Tribunal Constitucional. Y, esos/as, ya veremos lo que dicen en su momento. Pero, por ahora, decir que "estamos en el extrarradio de la Constitución" es hacerle el caldo gordo a la derecha española.

Por ejemplo, que la ley de amnistía es un golpe de estado o va a beneficiar a terroristas, son exageraciones que solo están justificadas desde el supuesto de que, contra Sánchez, todo vale. Cosa que, en ese caso, solo se puede compartir en ese supuesto, legítimo pero paradójico según donde se milite. 

El PSOE ha obtenido un millón de votos más en 2023 respecto de 2019 y, eso, después de haber concedido los indultos que tuvieron una crítica similar

En el listado de críticas a la promoción de la ley de amnistía se pueden incorporar, incluso, presunciones como es que el PSOE pueda perder votos en las próximas elecciones que se celebren. Esto, que también habrá que comprobarlo, sería una crítica hecha desde la izquierda, sobre todo, la socialista, ya que en la derecha estarían encantados de que eso pase. Podría rebatirse diciendo que el PSOE ha obtenido un millón de votos más en 2023 respecto de 2019 y, eso, después de haber concedido los indultos que tuvieron una acogida de crítica y público similares a la amnistía. Pero, como digo, es plausible este argumento a expensas de su comprobación.

Lo que no parece de recibo para un socialista es alinearse con los que, llegando arrastrando los pies a la Constitución de 1978, se arrogan ahora la custodia de ese Santo Grial cuando, en realidad, tardaron mucho en encontrarlo.

Incluso se puede aceptar la existencia de anti catalanistas. Eso de los sentimientos es muy particular y, aunque no se compartan, deben entenderse. También hay millones de anti sanchistas e, incluso, de anti madridistas, y no pasa nada. Pero coincidir con los que creen que se puede colgar de los pies a alguien que no te gusta, ya sea Sánchez o Puigdemont, es otra cosa. En la calle Ferraz de Madrid hay que decidirse, sin dudas, en qué lado quieres estar. Quedarse en el medio es muy mala decisión.

En la calle Ferraz de Madrid hay que decidirse, sin dudas, en qué lado quieres estar. Quedarse en el medio es muy mala decisión

Tampoco parece prudente sumarse a esa denuncia de que la amnistía supone desigualdad entre españoles. ¿Es que se propone la amnistía para todo español que haya cometido algún delito? ¿Se resolvería este problema si se amnistiara también a los pretendan, ahora o en el futuro, la independencia de Castilla la Mancha, por ejemplo? Aunque, todo por la patria, aunque sea chica, se puede justificar por salvar las propias elecciones locales.

Al final, hay que convenir en lo difícil que resulta mantener intacto el tarro de las esencias en medio de una refriega entre dos bandos irreconciliables. Y, además, absurdo, si nadie te ha pedido que lo hagas. Se puede intentar, aquilatando la crítica con argumentos comprensibles para la propia familia política pero comprar, enterito, el paquete de los enemigos de tus amigos, resulta francamente sorprendente. Hay quien puede hacerlo desde el más allá de un lugar, ya, en la historia. Pero, a los mortales les queda, al menos, un trámite para ser inmortales.

Mientras tanto, hay que tener cuidado con quién andas, no vayan a pensar quién eres. Todo sea dicho con el debido respeto pero, con la lealtad pasa como con los fondos de inversión, que rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras.

 

Tío Emi