lunes. 29.04.2024
Foto de archivo

Si algo ha quedado acreditado sobre el Partido Popular desde su fundación por Fraga Iribarne en sustitución del anterior Alianza Popular allá en 1989 (y mira que si no habrán tenido ocasión de acreditar asuntillos) es su querencia por el azul y el blanco. Ambos eran y siguen siendo los colores tanto de las letras de su logotipo como el de la imagen de la sempiterna gaviota –y aquí empieza ya la polémica, vaya por Dios, que si gaviota o charrán, que si la primera es un ave marina que vuela libre, sí, vale, pero carroñera también es, y basurera, mientras que el elegante charrán solo se alimenta de pescado y vuela alto, mucho más alto que la ubicua gaviota, en fin, no sé ustedes, pero a mí me da un tufillo a que este dilema hace tiempo que se resolvió, al menos a nivel popular, nunca mejor dicho, incluso dentro del partido, a favor de la conocida ave urbanita– que sobrevuela majestuosa, perdón, que sobrevuela las dos gigantescas pes que han acabado por desbancar al mismísimo toro de Osborne en el imaginario patrio de lo que es y debe seguir siendo España, la suya, claro.

Sencillos sobres blancos, cerrados, sin asunto ni remitente ni destinatario que contendrían “información sensible” sobre destacadas figuras del independentismo catalán

La última manifestación de este apego populino a sus colores, en esta ocasión al blanco, ha aterrizado en forma de sobres. Sencillos sobres blancos, cerrados, sin asunto ni remitente ni destinatario, sobres de toda la vida que según las nuevas revelaciones arrojadas por La Vanguardia y El Diario.es, eran encomendados a los escoltas, aterrizaban directamente en los despachos de Jorge Fernández Díaz y de Mariano Rajoy y que contendrían “información sensible” sobre la vida y milagros (en especial, sobre los milagros de tipo económico-financiero) de destacadas figuras del independentismo catalán de la Era Pujol. Para quienes no recuerden a los personajes, que el tiempo es muy malo y pasa muy rápido, Jordi Pujol fue el dueño y señor de la próspera Catalunya durante muchos años, antepasado poco ilustre del Junts de Puigdemont de ahora mismo; Fernández Díaz fue ministro de Interior durante la última etapa con el Partido Popular al frente del gobierno, si bien igual les suena más si les digo que combinaba su faceta en Interior con el ministerio de los ángeles de la guarda (concretamente departía con Marcelo, a quien consultaba temas tan complejos como el de conseguir aparcamiento, creyente que es el hombre), y por último, Mariano Rajoy es un señor que a día de hoy (que sepamos y si no, que me desmientan, admito que no he contrastado esta información –o igual sí, pero me puede más la nostalgia) aún fuma puros y que llegó, ahí es nada, a presidente del gobierno de aquel glorioso quinquenio del que estamos hablando (duró algo más pero, ¿a que es bonita la palabra?).

Un corta-pega más bien pocho de rumores, informaciones no contrastadas y recortes de sumarios judiciales ya en marcha, todo al margen de la ley

Nada en todo este embrollo es porque sí y mucho menos por amor a la justicia. La “información sensible” contenida en tan pulcros sobres no es muy original (siento el spoiler): supuestos blanqueos de capitales, evasión de impuestos en paraísos fiscales, falsificación de documentos mercantiles y delitos contra la Hacienda Pública cometidos por el entorno de PujolMasTrías, vamos, lo habitual en estos casos. Tampoco es que se hayan esmerado mucho en la redacción de estas notas informativas los mandos policiales encargados de su fabricación, perdón, de su elaboración: un corta-pega más bien pocho de rumores, informaciones no contrastadas y recortes de sumarios judiciales ya en marcha, todo al margen de la ley, que ya sabemos que es muy lenta, y que se hacía pasar por revelaciones obtenidas por agentes infiltrados en el independentismo durante años, los muy mentirosillos. La novedad de las notas, si acaso, reside en su veracidad: si bien ha quedado probado que algunas de estas informaciones son ciertas (qué más da que se hayan obtenido con procedimientos de dudoso encaje democrático como la extorsión, ejercida por miembros de la policía patriótica en estrecha colaboración con el Ministerio de Hacienda, entonces liderado por otro ilustre, Cristóbal Montoro, contra los responsables del Banco de Andorra, custodio de las maniobras financieras de la familia Pujol –para que luego digan que el Estado está por debajo del poder económico, si es que cuando se quiere…– y que por estas nimiedades han iniciado caza y captura judicial contra aquel gobierno español citando a declarar hasta al pobre Mariano, que tan tranquilo se veía él de vuelta en su Registro de la Propiedad, menudo susto, ¿eh, Mariano?), la mayor parte de los dossiers fue fabricada, creada, inventada desde la nada más nadina. Pero ya sabemos que si la realidad es sosa, habrá que salpimentarla un poco, aunque para el dispendio en materiales, efectivos y perrillas de los Fondos Reservados destinados a tamaña empresa (¿llegaremos a conocer la cuantía?), se lo podrían haber currado más. Solo faltaba colar el invento en algunos medios afines y tuvimos otra vez a la opinión pública bien desinformada y más alterada. 

La película promete (hay exagerados que afirman que estamos ante un escándalo de una magnitud casi, casi similar al del GAL de aquel PSOE de Felipe González, qué tiempos aquellos cuando se podía hablar de todo) y mientras aguardamos a ver cómo acaba, al menos me queda el consuelo de saber que todavía queda algo puro y limpio en el Reino del PP. ¿De qué otro color si no iban a ser los sobres en los que viajaba “la información”? Aunque también se me ocurre, a botepronto, que bien pudieron haber elegido el verde, por eso de la esperanza y tal, o incluso el sepia, por aquello de la sobriedad y la contención, pero caigo en la cuenta de que Esperanza ya hubo una (y bien destacada que fue) no del todo del agrado de Mariano, siento recordar, y que tanto el verde como el sepia ya estaban cogidos para los sobres que debemos depositar en las urnas cada cuatro años, qué contrariedad, así que supongo que el blanco, aunque también sospechoso de normalidad democrática, era la mejor opción. Anímense, que no todo está perdido.

Sobres cerrados, blancos, sin asunto