viernes. 03.05.2024
carcel

La obsesión de los poderosos es la de restringir o anular las fuentes del placer del resto de los humanos, de todos aquellos que no forman parte del grupo de los elegidos. Y aunque no tengan una conciencia clara de por qué lo hacen, saben lo suficiente como para no dejar de hacerlo. Manu militari, manu legalitas, manu religiosa, lo cierto es que sus esfuerzos se concentran en minimizar el espacio y el tiempo que las personas puedan utilizar para gozar. El poder sabe que los elementos constituyentes del ser humano son sus capacidades productivas, el homo faber, completado por el homo domesticus al frente de la gestión de la privacidad, y finalmente el componente creativo representado por el homo ludens, el hombre y la mujer que se divierte, que ríe, canta, baila, se expresa e imagina.

El perfil productivo del ser humano hace siglos que fue domado por los poderosos

Esta última cualidad del ser persona es la que trastorna al poder, por ello la ataca con saña y sin decencia ni consideración. El perfil productivo del ser humano hace siglos que fue domado por los poderosos, baste recordar la tesis de Harari sobre el proceso de creciente servilismo de la humanidad, que ha pasado de disponer del 100% de su vida para satisfacerse a sí misma en estadios pre agrícolas, a disponer en nuestros días de un escaso periodo de unos añitos tras el retiro y la pobre pensión, los peores años de la vida orgánica por cierto. Esto es lo que nos deja el mercantilismo para consumo propio tras exprimirnos y dejarnos sin capacidad de control sobre nuestro destino.

La liberalidad en torno a la actividad del homo domesticus fue igualmente controlada para que la organización de la esfera de lo privado no interfiriese con el plan general del poder. Orden en casa, buenas y civilizadas formas de relaciones vecinales y mucha, pero que mucha prole para llenar nuevos campos y fábricas. El libro de familia se convierte en el documento premio para los dóciles y el orfanato para los inconformes. La ley, en cuyo espíritu original se encontraba el juego de reglas para dirimir conflictos entre iguales, comienza a derivar a cuerpo coercitivo para convertir a todos en iguales frente a la ley, que ha sido dictada por instancias supremas, de orden divino, ya te digo. Al aceptar esta desviación de la función de la ley, todo vale, todo es susceptible de imposición. Toma derecho administrativo, toma derecho civil, toma derecho de familia.

Al ser humano, desposeído de la capacidad para gestionar su círculo próximo y generar en él los recursos económicos necesarios para mantener su dignidad y su libertad, no le queda otra opción que idear una vida alternativa que ve en ensoñaciones que traspasan la paredes de su cárcel en la tierra, algo que intuye en las obras de arte y recrea en toda clase de juego. La imaginación y la creatividad toman el relevo a la capacidad productora y reproductora como centro del paso del ser por el corto lapso de la vida, este cuento lleno de ruido y de furia que no tiene ningún sentido, como ya dejo dicho Shakespeare (excepto el de poder describir de ese sucio modo lo que podría haber sido de otra manera).

Poder imaginar y reproducir otra clase de vida se convierte así en la fuente principal del placer. Confiscada la felicidad ligada a la producción en propiedad y a la reproducción deseada (no inducida), la fuente del placer queda adscrita de manera exclusiva a vida inmaterial, a las ensoñaciones, las representaciones, los disfrutes difusos, las transformaciones y las alteraciones. Todo ello se debe a la acción del cerebro, poco tiene que ver la mano (faber) o el pito (domesticus), aunque a veces la conjunción resulta bastante estimulante. El factor ludens del componente humano se erige en el único y auténtico salvador de la condición de humano no servil. La inclinación al juego y la diversión salvan a la persona de ser un completo dependiente y le rescatan de un estado de perpetuo anonadamiento. De ser y actuar como un bobalicón, para entendernos.

Y esto irrita enormemente a los poderosos pues saben que una persona que ríe es poco o nada impresionable y posee una coraza frente a los cuentos y falsedades con que el poder dirige nuestra orientación hacia el redil. Por eso se preocupa mucho y desarrolla titánicos esfuerzos para controlar la tendencia natural al jolgorio, construyendo religiones y cuerpos eclesiales inspirados en el terror, el dolor, el sadismo y la defenestración que trasmiten tan solo mal rollo. Es un intento de anular las fuentes del placer que no se pueden hurtar.   

Digamos que los placeres robados no son los placeres prohibidos que agita Luis Cernuda, éstos son los brillantes destellos con lo que las personas sensibles se defienden del robo de los placeres no intelectualizados. Nos roban la fuente material del placer y luego buscan anular nuestras defensas condenando las aportaciones de poetas, pintores, cineastas o músicos. Sospechosos todos ellos de disponer de un mundo alternativo. El colectivo LGTBI emblematiza la resistencia a la castración del placer, sus manifestaciones llenas de alegría les producen arritmias y desasosiego, por eso son objeto predilecto de su inquina.

Ellos creen que para ser feliz ya están la terracitas, necesitas algo más, ¿qué eres maricón o algo, no? 

Los placeres robados