martes. 19.03.2024
ayuso libertad

El pasado sábado, en el acto de cierre de la Convención Nacional del PP en València, al aparecer en la pantalla del Palacio de Congresos la portada del diario ABC que anunció el triunfo de Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo, el público obligó a Teodoro García Egea a interrumpir su discurso cuando un atronador aplauso se prolongó más de lo que habría sido razonable, e hizo que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso mirara a un lado, luego a otro, fingiera estar sorprendida, dudara sólo un poco, y finalmente se pusiera en pie para agradecer los vítores de los asistentes.

Hay muchas formas de propagar una noticia y en política es frecuente que se haga difundiendo un rumor que inmediatamente es desmentido. Esta estrategia tiene el doble propósito de sondear la opinión pública, y al mismo tiempo revelar en clave de bulo un plan pergeñado milimétricamente que siempre se negará que exista. Viene esto a colación de la reiterada insinuación en los medios de la amenaza que Díaz Ayuso supone para el liderazgo de Casado —cada vez más cuestionado—, algo que cuanto más se niega por las fuentes oficialistas populares, más refuerza los rumores que vaticinan que la meta de Díaz Ayuso no es Madrid sino la Moncloa.

Destaquemos que nada más llegar al Palacio de Congresos de València, la presidenta madrileña fue acogida con el fervor que se le dispensa a una diva, algo que minimizó los aplausos convencionales con que los asistentes recibieron a Pablo Casado. Se percibía en el ambiente que todas las expectativas estaban puestas en la intervención de Díaz Ayuso, la estrella del evento quien, en un simulado intento de renunciar al protagonismo , dijo dirigiéndose al presidente del Partido Popular, Pablo Casado: «Tengo meridianamente claro dónde está mi sitio, y sé que mi sitio es Madrid y que daré lo mejor para Madrid porque Madrid es España y porque necesitamos que llegues a ser presidente».

Siguiendo con la táctica de negar el bulo que se intenta propagar, la presidenta de la Comunidad de Madrid aseguró en su intervención que su «sitio y su meta política es Madrid», enfatizando en la «necesidad» de que Pablo Casado sea el próximo presidente de Gobierno. Muy probablemente, aparentar humildad y negar su ambición de ser presidenta de Gobierno forme parte del guion que alguien le ha escrito a Ayuso, mientras esta aguarda el momento de defenestrar a Casado y proclamarse candidata a liderar el partido recurriendo a las socorridas consignas de: Yo no quería; No era esta mi meta; Sólo lo hago por el bien del partido y de España.

A la pregunta de quien puede estar detrás de la operación “Ayuso a la Moncloa”, es fácil llegar a conclusiones según han evolucionado los acontecimientos desde que Miguel Ángel Rodríguez asumió el cargo de  jefe de Gabinete de la presidenta Ayuso quien, a partir de ese momento, manifestó una actitud combativa y generadora de polémica, y evolucionó desde la imagen —probablemente simulada— de una jovencita distraída, impulsiva y hasta tonta, para convertirse en la lideresa activa y movilizadora de masas en que se ha convertido, una mujer altiva y fuerte que emplea un lenguaje directo, provocador, insolente y hasta agresivo, pleno de coloquialismos vulgares que fácilmente la ponen en sintonía con su electorado diana.

A modo de breve paréntesis biográfico, creo conveniente dejar constancia de que tal vez el populismo trumpista de Díaz Ayuso y su facilidad para arrastrar masas lo adquiriera en su juventud, cuando dio muestras de su pasión por la Falange, según unas recientes declaraciones del polémico periodista y notorio falangista Eduardo García Serrano, quien la definió como «una falangista de rompe y rasga que me perseguía por los pasillos como un caniche para que yo le hablase de José Antonio Primo de Rivera».

Pero retomando la especulación de los hipotéticos artífices de la operación “Ayuso a la Moncloa”, no parece descabellado que la Fundación FAES y José María Aznar como cabeza visible, sean los principales interesados en que Isabel Díaz Ayuso sea investida presidenta del Gobierno en las próximas elecciones generales.

Concluyendo, no parece que el fenómeno Ayuso sea fruto de improvisaciones sino de un meticuloso plan no dirigido a la individualidad de cada ciudadano (capaces de pensar por si mismos y por tanto no manipulables) sino al grupo social que constituye la masa de votantes que mas que pensar actúan por impulsos, emociones y hábitos que se les imponen a través de un líder en quien confían ciegamente. Es así como, al diluirse la individualidad del sujeto dentro de la masa, surge la utopía sustentada por unas expectativas ficticias e ilusorias.

Si nada cambia, es muy probable que estemos abocados en breve a una España neoliberal que tome como modelo la sublimación de las libertades individuales (la libertad según Ayuso da de si para un sesudo análisis) partiendo de la convicción de los conservadores de que el electorado escogerá antes «la España de libertades ayusiana» y no «la España rota por el independentismo y el socialcomunismo de Pedro Sánchez».

Al tiempo.

La operación “Ayuso a la Moncloa”