jueves. 02.05.2024
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Odón Elorza en el Congreso de los Diputados.

Odón Elorza es una palmario ejemplo, poco ejercido en los tiempos que corren, de que los sustitutivos de la ideología, el desmayo de los principios, el acomodo desnaturalizador de los valores, no son espacios que pueda hollar un socialista. El político debe, o debería, estar comprometido con una ética insobornable, sobre todo, el político de izquierdas que no tiene, o debería tener, otro camino que la defensa sin condiciones ni condicionantes de los sectores más frágiles de esta sociedad depredadora  y hostil para las clases populares. El socialismo será siempre débil si no defiende a los débiles y se opone a los poderosos y eso lo saben y lo ejercen los buenos socialistas, como Odón. En muchas ocasiones ser leal a una ideología y a la historia de un partido político, supone no coincidir con esos heresiarcas orgánicos muy dados a la contemporización con modelos sociales y económicos que niegan la capacidad del socialismo no solo para transformar la sociedad sino para realizar una interpretación certera de la realidad lo que representa anatematizar la posición y función del socialismo en la sociedad.  Para una persona de izquierdas ello supone su propio aniquilamiento político y social.

Nadie como Odón Elorza concibe los cargos públicos no como un privilegio y una saneada nómina, sino como una actividad sujeta al único fin del servicio a la sociedad, al compromiso con sus votantes y a los principios que deberían alumbrar al PSOE. No le importó recorrerse España para predicar a favor de una causa que consideraba justa como la de Sánchez maltratado y arrinconado por aquel susanismo aliado del poder financiero, mediático y las viejas glorias de Suresnes amables con el psofranquismo. No entendió, sin embargo, que lo que ocurría y le ocurría en el ámbito socialista se debía a una Transición mal parida y a un Suresnes que parecía que lo que estorbaba al proyecto socialista era el socialismo.

Recuerdo ahora mis charlas con Odón, en las que descubrí su claridad dialéctica para saber de qué lado estaba siempre la justicia y los peligros para la libertad que acechaban en algunos trances de la vida pública. Si piensan los dirigentes del Partido Socialista que no se pierde nada dejando a Elorza fuera de la comandita con cierta influencia en los ámbitos socialistas, es que su miopía política es peor de lo que se pudiera pensar.

Porque en el fondo Odón es de los socialistas que se sienten compadecidos con aquella máxima primigenia del socialismo que pronunció Pablo Iglesias Posse: “Os quiero libres, iguales, inteligentes y honrados”. Todo un daguerrotipo de lo que tiene que ser la aspiración de un buen socialista. El PSOE necesitaría muchos Odón Elorza con responsabilidades ejecutivas orgánicas e institucionales y no menos, porque el espíritu del socialista guipuzcoano tiene toda la frescura de un socialismo comprometido, ideológico y beligerante contra todo lo que supone una agresión a las débiles y a los que soportan las intemperies de esta sociedad.

Odón Elorza comprendió en su momento que se había producido un vacío argumental sustanciado en una permanente renuncia al sujeto histórico natural del socialismo y a la diachronie de los procesos históricos con relación al conflicto social como elemento determinante de la propia estructura de la sociedad. Esta renuncia ideológica conllevaba la incapacidad para enfrentarse con una mirada propia a los acontecimientos y en su lugar construir un proceso antidialéctico de adaptación a ellos para dar la sensación de que se dominaban. En esa tesitura se acaba creyendo mucho más en la naturaleza de las cosas que en la historia. En último término se cree que la historia es la forma en que se desarrolla la naturaleza, que es invencible. La naturaleza es de derechas, podríamos decir, la naturaleza es la que dice que las cosas son como son. Pero Adorno nos advierte que también la naturaleza es estiércol.

Odón Elorza