domingo. 28.04.2024
ayuso_aguirre
Imagen tomada de la web de la Comunidad de Madrid.

Al principio de los felices sesenta, tuvo un gran éxito la película "The parent trap" (La trampa a los padres). Contaba la historia de dos hermanas gemelas que intercambiaban sus personalidades para reconciliar a sus padres separados. En España se tituló como "Tú a Boston y yo a California".

Hoy conocemos la historia de Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso, dos hermanas en la fe popular e hijas putativas de Margaret Thatcher, de la que han heredado su carácter de dama de hierro de la política. Son, además, no solo hermanas putativas, es decir sin serlo, sino hermanas, reales, de sendos hermanos famosos por ellas y por dedicarse a la intermediación, uno de inmuebles y otro de mascarillas.

Pues bien, como aquellas, estas dos hermanas parecen haberse repartido los frentes de batalla contra Pedro Sánchez, el villano de su película. Una, Aguirre, a Ferraz y otra, Díaz Ayuso, al Congreso de los Diputados. Una, Aguirre, a la primera línea de una barricada y otra, Díaz Ayuso, al corazón de la retaguardia del enemigo. Una, Aguirre, arengando a sus huestes y otra, Díaz Ayuso, simplemente insultando. Dos destinos y un solo objetivo verdadero: leña a Pedro Sánchez hasta que hable sánscrito porque inglés ya lo habla.

Lo primero que hay que destacar es que ambas señoras demuestran que la igualdad ha llegado, incluso, a sectores en donde, tradicionalmente, no eran tan propicios a igualarse a los hombres. En su caso, su comportamiento ha sido parejo al que tendría cualquier hooligan de esos que se ven en los aledaños de cualquier campo de fútbol un poco antes de que la UEFA castigue al equipo correspondiente a no jugar en la competición durante los siguientes partidos. Solo las ha faltado tirar bengalas. Pero, el mérito que tienen es que no son tíos, a los que, hasta ahora, les estaba reservado este tipo de comportamientos. Bueno, es mérito suyo y de las leyes de igualdad que se van aprobando y que consiguen equiparar a la mujer con el hombre en todos los ámbitos, incluido el de la zafiedad.

Y luego hay quien se indigna y les pide que se disculpen, sin caer en la cuenta de que, 'mantenella y no enmendalla' va en el lote de la conducta bizarra y, una vez que se ha optado por ella, no es posible echarse atrás.

Porque, además, y esto va en su defensa, las mujeres tienen que demostrar siempre mayores méritos que los hombres para disputarles su rol social. Dos ejemplos: ni Abascal ha tenido que pedir directamente que se cortara el tráfico en la calle Ferraz, ni Aznar ha insultado nunca a la madre de Pedro Sánchez en sede parlamentaria. Pero, ellas sí. Si eres mujer, el respeto y la admiración entre sus correligionarios se consigue teniendo que hacer gestos de cierto tremendismo no sea que digan que eres una niña tonta. Quiero creer eso y no que sea su comportamiento natural.

Claro que, es posible que la señora Aguirre pensara que estaba a 22 de septiembre, el día sin coches, y que a Díaz Ayuso le guste, no solo la fruta, sino ir por ahí diciéndolo. Lo cual, aunque las justificaría, descendería su prestigio como lideresas.

Tú a Ferraz y yo al Congreso