viernes. 26.04.2024

Y ahora, ¿qué?

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Por Mario Regidor | Hace unas dos semanas nada hacía presagiar el cambio de gobierno que se ha producido con la entronización de Pedro Sánchez como Presidente... Ni tampoco la debacle tan sonada del PP y de Mariano Rajoy, apenas dos días después de haber aprobado, haciendo encaje de bolillos y cediendo ante los partidos nacionalistas, los presupuestos generales del estado.

Cualquier politólogo que esté viendo las cosas desde fuera, esto es, no estando implicado en ninguno de los partidos políticos presentes en el actual tablero, estará relamiéndose de gusto ya que, épocas políticas de tanta trascendencia histórica como la actual, pocas veces se ven en tan poco tiempo.

De todos modos, es lícito pensar que con la aparición de Podemos y Ciudadanos en el ciclo político y su presumible permanencia durante varios lustros en la escena política actual, las mayorías absolutas van a escasear de ahora en adelante y, con ello, la estabilidad y la formación de gobiernos de coalición, hasta ahora inexistentes en el panorama nacional, van a cobrar una nueva vigencia, mucho más duradera y frecuente que la actual.

No obstante, lo que ahora nos ocupa y preocupa son los primeros pasos del recién estrenado gobierno de Pedro Sánchez, cuando todavía siquiera conocemos el nombre de todos sus ministros. Se oyen muy buenos mimbres: Borrell para Exteriores, Escudero o Jordi Sevilla para Economía y Hacienda, Teresa Ribera para un área que ligará la sostenibilidad ambiental con la Economía circular y la energía, además de una serie de pesos pesados de la actual ejecutiva, como Ábalos, Adriana Lastra, Margarita Robles, etc.

Todo lo anterior nos puede inducir a pensar que, independientemente que no se vaya a agotar la legislatura, el gobierno está hecho para durar y no hacer remodelaciones si no son estrictamente necesarias. Por eso, la escasa presencia de cargos políticos de ámbito regional o local, enfangados en las primarias para elegir cabezas de listas para las próximas elecciones municipales y autonómicas. De ahí que, el gobierno esté pensado para prolongar su acción ejecutiva más allá de las Navidades, previsiblemente para coincidir las generales con dichas elecciones de mayo de 2019 o, más seguramente, para después del verano de dicho año.

Y, contestando a la pregunta que da título a este artículo, ¿qué es lo que podemos esperar a partir de ahora?

Pedro Sánchez tiene un difícil cometido por varios motivos. Para empezar, porque la presentación de la moción de censura, constructiva y a la vez reactiva, contra la sentencia de la Gurtel se presentó deprisa y corriendo y se debatió de idéntica manera, lo que favoreció su éxito ya que impidió la aparición de disensiones significativas entre el grupo proponente de la moción y sus aliados, no de gobierno, sino de moción. Y, además, por la diferente panoplia ideológica de los diputados que apoyaron desalojar a Rajoy de la Moncloa: nacionalistas de izquierdas y derechas, Podemos y sus diferentes confluencias, independentistas y el PSOE. Una mescolanza de la que, reconozcámoslo, es difícil que se puedan alcanzar consensos importantes en materias de interés.

Es posible que esta situación, en absoluto prevista por la dirigencia del partido, pueda volverse en contra del PSOE ya que, como se pudo observar en el debate, no esperaban alcanzar el éxito. De hecho, el éxito era la presentación de la propia moción por el rédito político que se podía obtener, debilitando, aún más, al gobierno del PP durante el resto de la legislatura y anticipando unas elecciones que hubieran beneficiado, previsiblemente, a Ciudadanos y PSOE, perjudicando al PP y a Podemos.

Las distintas presiones de los partidos que apoyaron la moción: revertir la reforma laboral (Podemos), mantener los presupuestos del PP (PNV y NC, entre otros), agotar la legislatura (PNV), "solucionar" el problema catalán (de la manera que quieren el PDCat y ERC, claro). Y, además de lo anterior, GOBERNAR, con mayúsculas, tranquilizando a una Unión Europea que parece desmoronarse por momentos. En suma, el trabajo no será fácil pero, como todo desafío, será bonito de emprender y cargado de ilusión.

Mención aparte merece el PP, gran derrotado en esta contienda en la que, ni siquiera, esperaba plantearse el abandono del gobierno y, además, de la forma en la que ha ocurrido, con el éxito de la primera moción de censura en la historia de la democracia y asumiendo la presidencia una persona que no es diputado.

El PP asume un auténtico corolario en donde, si no mide bien sus pasos, puede convertirse en el referente más similar a la destrucción interna del PASOK griego. Es curioso, ese destino parecía destinado a ser sufrido por el PSOE no hace mucho tiempo pero, ahora es el PP el más cercano a padecerlo.

Ya Mariano Rajoy ha renunciado a seguir siendo el presidente del PP y, eventualmente, una vez celebrado su Congreso Extraordinario, en mi opinión, debería dejar el cargo de diputado para no “tutelar” a su sustituto/a sino acabará guillotinado desde arriba y roto en pedazos desde abajo. Ahora mismo, es el cuarto partido en intención de voto según las últimas encuestas, en especial la de El Español que es la más reciente. Y todo ello, sin los efectos de la sentencia de la Gurtel y de la moción de censura.

Hay que esperar un tiempo prudencial para ver los efectos pero el PSOE tiene una singladura por delante muy complicada por el juego de las mayorías existente en el poder legislativo en la actualidad y por los retos y desafíos a nivel nacional e internacional pero el PP está tocado de muerte. La diferencia es que el PSOE ha pasado en innumerables ocasiones a lo largo de la historia por una travesía en el desierto pero el PP, a pesar de los escándalos y la corrupción, no ha pasado por entuertos que hayan puesto en tela de juicio su mera existencia como partido, como sucede en la actualidad.

Y ahora, ¿qué?