viernes. 26.04.2024

Capítulo 11 Gijón. 30 de agosto de 1937

Asturias, si yo pudiera
Si yo supiera cantarte…
Asturias verde de montes
y negra de minerales.

Dos veces, dos, has tenido
ocasión para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.

Letra de Pedro Garfias. Cantada por Víctor Manuel

El Consejo de Asturias y León, presidido por Belarmino Tomás, militante del PSOE, celebraba reunión con un orden del día que incluía, en el tercer punto, el traslado de los niños a países extranjeros con el fin de preservar su seguridad. Previamente había que tratar la situación económica y la del frente norte, que eran el primer y segundo punto respectivamente.

Tesis de Carol. Nota

De la Presidencia dependía la Consejería de Defensa. Las demás Consejerías eran la de Agricultura, a cargo de Gonzalo López, del PCE; la de Pesca, al frente de la que estaba Rafael Álvarez, de la FAI; Comercio, dirigida por Amador Fernández, de UGT; y la de Hacienda bajo la responsabilidad de Rafael Fernández, de las Juventudes Socialistas Unificadas.

Desde Madrid, se había autorizado la emisión de moneda en Asturias y estaba respaldada por el Banco de España. Al emitirse los billetes, bajo  la presidencia de Belarmino Tomás, la gente los llamó “belarminos”. Se habían aprobado las normas para el canje de los “vales” por “belarminos” y se había ejecutado eficazmente. El empeño del Consejo para que las cosas funcionaran y el acierto del sistema cooperativo con incentivos de producción e intercambio, consiguieron, paradójicamente, que en comercio, pesca y agricultura, se alcanzasen índices equiparables a los conseguidos en tiempos de paz. Por razones obvias, la industria armamentista, había elevado, exponencialmente, la producción. De hecho no daban abasto.

El Consejero de Hacienda es quien, en este momento, está en el uso de la palabra explicando los pasos que se habían dado en la circulación fiduciaria reduciendo el número de “vales” que se habían estado dando, en los primeros meses de la guerra, por falta de moneda en circulación y la emisión de billetes popularmente conocidos como “belarminos”.

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Belarmino, de Rafa Tuñón, guardado por sus padres

 

Sin embargo, en el segundo punto, la situación del frente en el norte era tan nefasta que convertía las buenas noticias anteriores en agua de borrajas.

A mediados del pasado mes de junio, el famoso “cinturón de hierro”, defendido por los gudaris, había caído y el ejército “nacional” ocupó Bilbao. Una vez que las defensas euskaldunas quedaron demolidas, el Partido Nacionalista Vasco acordó, con los mandos italianos, aliados de Franco y a espaldas del Gobierno Republicano, que el Ejército Vasco entregaría sus armas y se rendiría a los italianos a cambio de que se les respetaran sus vidas y quedando bajo custodia italiana. Es lo que se llamó el Pacto de Santoña. No llegó a firmarse, ni a cumplirse lo de quedarse a cargo de los italianos, ya que Franco no dio su conformidad. La rendición se produjo sin garantía alguna. A unos sesenta mil soldados se les hacinó en Santoña, quedando bajo mando franquista. A más de cinco mil se los mantuvo prisioneros y en trabajos forzados. Se sentenciaron más de quinientas penas de muerte. El general que estaba al frente de las tropas vasco-republicanas, en aquel desastre, era Gamir Ulibarri. Gamir se había mantenido fiel a la República el 18 de julio, momento en el que estaba destinado en Valencia. Pero el desmoronamiento del “cinturón de hierro” fue catastrófico, al igual que el desbarajuste de Santoña. Santander cayó sin mucha resistencia a finales de agosto y Gamir Ulibarri salió, en un submarino, junto con algunos de sus oficiales, trasladándose a Gijón con la intención de ponerse al frente de las tropas leales que quedaban en el norte.

Sin embargo, el Consejo Soberano de Asturias y León estaba indignado con Ulibarri y nombró al Coronel Adolfo Prada Vaquero jefe del ejército del norte.

A Ulibarri le faltó tiempo para, sin autorización del Consejo, salir de Gijón hacia Francia. Había quien decía que fue en una avioneta y otros que lo había hecho en un submarino desde Ribadesella; probablemente el mismo que le había trasladado de Santander a Gijón.

El diario socialista Avance, publicaba en Gijón, en primera plana, una noticia firmada por su director, Javier G. Bueno que, con su ironía habitual, escribía: “Ayer se fugó por el puerto de Ribadesella el General Ahí- Queda- Eso”.

En honor a la verdad hay que decir que Gamir regresó posteriormente a España para ponerse a las órdenes del Gobierno Republicano. Pero visto el desastre causado, no volvió a tener mando de relevancia.

El Presidente del Consejo tomó la palabra tras el debate sobre la situación del Norte.

-La conclusión es que Asturias y León han quedado aislados. Hay que defender la ofensiva que puedan intentar desde el sur de León, fortaleciendo las alturas principales de la Cantábrica. Pero la entrada más accesible la tienen desde Santander. Tenemos que hacernos fuertes en el Concejo de Llanes y parapetarnos en los altos la Sierra del Cuera: en el Mazucu y el Turbina, sobre todo. Debemos concentrar la mayor parte de la artillería y ametralladoras, con la que contamos, en esas zonas.

Cuando empezaron a tratar el tercer punto del orden del día, las caras no podían ser más largas y, tras lo dicho, la conclusión era evidente; había que sacar a los niños que estuviesen sin familia o que éstas no pudieran mantenerlos y así lo solicitaran.

La decisión venía avalada por el Gobierno Central de la República, que llevaba tiempo organizándolo con países que estuviesen dispuestos a acoger a los niños. De hecho, ya habían salido algunas expediciones.

Tres eran las cuestiones a aprobar para adoptar y cuantificar las salidas:

   El número de niños que podían salir y cuántos podían ser acogidos por cada país.

   Criterio para seleccionar a los niños que saliesen.

   Organización del transporte de los niños hasta Gijón y medios para el traslado, desde     Gijón a cada país de acogida. Esto último en colaboración con el Gobierno Central.

Rápidamente se establecieron los criterios. En primer lugar los niños que, por diversas circunstancias, ya estuviesen bajo la tutela del Consejo. Esto incluía, por supuesto, los orfanatos y las colonias infantiles y después los casos de las familias que voluntariamente quisieran que sus niños salieran. Se valoraría según un documento a rellenar para su baremo y siempre con autorización por escrito. Se tendrían en cuenta a los huérfanos de padre y madre; o de uno de ellos si demostraban la imposibilidad de mantenerlos, así como a quienes fuesen hijos de dirigentes y pudiesen ser represaliados por este motivo, en caso de que cayesen en manos enemigas.

La logística estaría coordinada por López Mulero hasta la salida de los niños, ya que él se quedaría para continuar con sus obligaciones en la guerra.

Para elegirlo se tuvo en consideración que conocía bien todo lo relacionado con orfanatos y las colonias: él mismo tenía un hijo en la de Salinas.

Para valorar los criterios y elaborar la lista se eligió a José Bárzana, secretario de Consejería de Instrucción Pública, junto con Ángel Álvarez, secretario Regional del PCE. Los niños irían destinados mayoritariamente a Francia. También el cónsul de la Unión Soviética en Gijón había hecho el ofrecimiento de trasladar y acoger a unos mil niños. El Partido Comunista acordó que los hijos de militantes del Partido no podrían superar el diez por ciento del total, con el fin de no otorgarse privilegios a ellos mismos. Para ir al frente de la expedición se designó a Pablo Miaja.

Tesis de Carol. Nota

Susana Castillo Rodríguez, en su tesis “MEMORIA, EDUCACIÓN E HISTORIA: el caso de los niños españoles evacuados a la Unión Soviética durante la Guerra Civil Española”, en las páginas 62 y 63, recoge el texto del documento administrativo con los detalles de las instrucciones que recibió todo el personal que fue atendiendo a los niños y en la que se aprecia el cuidado con el que se procura preservarles.

“CONDICIONES EN QUE VA EL PERSONAL AUXILIAR A BORDO DEL BUQUE QUE TRASLADARÁ A LOS NIÑOS.

1.- Los niños recibirán el trato exquisito a que tienen derecho procediendo de acuerdo con las indicaciones de la Dirección, del médico o del practicante, según los casos.

2.- Cualquier anormalidad que observen en los niños, la pondrán en cono- cimiento de la Dirección inmediatamente.

3.- Teniendo en cuenta que de la conducta que observe el personal depende en parte el crédito de nuestro pueblo, aquella será irreprochable, en todos sus aspectos.

4.- La jornada de trabajo será la que las circunstancias haga precisa.

5.- El Departamento de Asistencia Social, designa al personal auxiliar únicamente para el acompañamiento durante el viaje a bordo, salvan- do su responsabilidad de cualquiera otra determinación que pudiera adoptar dicho personal.

6- Los niños que se asignan al personal auxiliar serán cuidados guardando el orden numérico establecido, y ejerciendo sobre ellos la vigilancia necesaria en evitación de cualquier accidente.”

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Capítulo 10
Pisaré sus calles nuevamente
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Capítulo 11 Gijón. 30 de agosto de 1937