martes. 19.03.2024

En manos de miserables, jetas y desalmados

cifuentes convencion PP

¿Son conscientes los dirigentes populares del daño que han hecho y siguen haciéndolo a nuestra democracia y a la ética pública?

Hace 107 años, ya ha llovido, Manuel Azaña pronunció un discurso en la Casa del Pueblo de Alcalá de Henares titulado “El problema español”. Al leer algunas reflexiones de Azaña, les ruego un breve esfuerzo para olvidarse de la fecha, en que fueron emitidas. Si así lo hacen, podrán comprobar que son plenamente aplicables a los momentos actuales. ¡Qué de vueltas da la Historia! Según cuenta Josep Fontana, en una ocasión, un periodista preguntó a don Ramón Carande, maestro de historiadores: “Don Ramón, resúmame usted la Historia de España en dos palabras”. La respuesta de Carande no se hizo esperar: “Demasiados retrocesos”.

En el discurso susodicho, Azaña apela al pueblo español para que reaccione y salga del sopor en el que parece haber caído: “Además nos impulsa otro sentimiento: nos impulsa la indignación. ¿Vosotros no la sentís? ¿Vamos a consentir siempre que la púrpura cuelgue de hombros infames? ¿Vamos a consentir que la inmensa manada de los vividores, de los advenedizos manchados de cieno usurpe la representación de un pueblo y lo destroce para saciar su codicia? En nuestro museo han entrado unos pícaros y la dalmática más espléndida, recamada por una historia ilustre, la van deshilachando para remendarse los calzones”. A destacados dirigentes del PP yo añadiría además los calificativos de miserables, jetas y desalmados.

¿Cómo calificar a aquellos que a través de unas tarjetas black pagan sus polvos en salas de fiestas, la lencería de sus queridas, la cuota mensual de digital+ de 29 euros, instrumentos musicales de 9 euros, o reintegros en cajeros automáticos de 1.000 euros en días sucesivos…? Todo ello en momentos que gran parte de la sociedad española estaba sufriendo grandes penalidades: desahucios, el expolio de las preferentes, recortes en sanidad, educación, dependencia. Estos comportamientos son de miserables, jetas y desalmados. ¿Cómo calificar a una señora, que alardea de españolidad presentándose en los desfiles militares con un paraguas con la bandera española y que insta a colocarla en nuestros balcones, mientras aumenta su currículo como estamos comprobando? Mientras muchos ciudadanos hacen grandes sacrificios para afrontar las importantes cantidades que cuesta un máster, que además de difíciles son muy caros. Esto es una estafa y una burla a toda la ciudadanía. Estos comportamientos son de un jeta.

O lo hechos reflejados por el diputado de Cs, Cantó García del Moral, en la Comisión de Investigación sobre la presunta financiación ilegal del PP de 28 de noviembre de 2017, que realmente estremecen y tendrían que hervir la sangre a todo español de bien. Las transcribo tal cual aparecen en la página web del Congreso de los Diputados. De verdad, no podía imaginar tal nivel de depravación. Ahí van, pero solo unos fragmentos: “Historias dignas de las mentes más retorcidas del cine: un atraco millonario —por miembros que incluso pertenecían al Opus Dei— tras la visita del Santo Padre, un alto cargo de la televisión pública que forzaba a las periodistas a tener encuentros sexuales no consentidos, el yate de un empresario como escenario de orgías y de viajes gratis para políticos corruptos, robar dinero destinado a ayudas a niñas africanas violadas e infectadas de sida, presidentes de equipos de fútbol que tanto amañaban partidos como contratos públicos para lograr sus fines, aeropuertos peatonales, edificios millonarios sin uso. “Basta dar un vistazo a los títulos de los capítulos de su libro-se refiere al libro de Yonkis del dinero del periodista Sergi Castillo Prats, que intervino en la Comisión citada-. Continua Cantó describiendo estas tropelías: “Estoy en política para forrarme; Me hace falta mucho dinero para vivir; Yo no sé a la gente que habré colocado; Lo nuestro antes que lo de los negratas; Mi hermana nos repartía dinero a cambio de una comisión; Aquí hay pelas para todos; Una pastuqui importante; Soy la p. insaciable; Necesito cien gramos de caviar; Qué ostia, qué ostia o Un mil, onze mil, dotze mil, dos millons de peles. Esto forma parte de la casuística que ha hecho que la Comunidad Valenciana fuera tan nombrada”. Estos comportamientos son de auténticos miserables y auténticos desalmados.

Un portavoz del PP en el Congreso diciendo: “Las víctimas del franquismo solo se acuerdan de sus padres cuando hay subvenciones". Un portavoz de un Gobierno del PP en un programa de TVE señalando: “En plena época de Internet y de la Play Station, es estúpido que a estas alturas estemos recordando lo que pasó hace 70 años”. ¡Vaya catadura moral! Son miserables, jetas y desalmados.

¿Son conscientes los dirigentes populares del daño que han hecho y siguen haciéndolo a nuestra democracia y a la ética pública? El ejemplo de sus dirigentes sirve, si es positivo, para cohesionar la sociedad, y si es negativo, para fragmentarla y atomizarla. Los políticos dan el tono a la sociedad, crean pautas de comportamiento y suscitan hábitos colectivos. Es que todo lo que tocan lo pervierten y lo pudren. Democracia, gobierno nacional, comunidades autónomas, ayuntamientos y ahora la universidad pública. Todo huele a podrido. Esta cuadrilla eran los que pretendían y pretender darnos lecciones de patriotismo, colocando banderas en los balcones. Por favor, guárdenlas en los cajones y no la deshonren. ¿Y todo esto lo vamos a consentir los ciudadanos españoles? Ellos ya han perdido la dignidad. Un pueblo que se respete a sí mismo y que defienda su dignidad no puede permanecer impasible ante tantos atropellos y desmanes públicos. En una democracia el verdadero peligro comienza cuando no es la clase política la que se corrompe sino también sus votantes. Ya lo cantó Joan Báez: “Si no luchas por acabar con la corrupción y la podredumbre, terminarás formando parte de ella”.

Si no reacciona la sociedad española con todo lo expuesto, seguirá todavía vigente el artículo de Francisco Silvela del 16 de agosto de 1898, publicado en el periódico El Tiempo de Madrid, titulado Sin pulso, poco después del desastre colonial, que causó una gran conmoción en la opinión española. Decía así: “Quisiéramos oír esas o parecidas palabras brotando de los labios del pueblo; pero no se oye nada: no se percibe agitación en los espíritus, ni movimiento en las gentes. Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarán, sin duda, el mal: discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia que preste alguna atención a asuntos públicos observa este singular estado de España: dondequiera que se ponga el tacto, no se encuentra el pulso…”.

En manos de miserables, jetas y desalmados