8 de junio de 2009, 7:44
NUEVATRIBUNA.ES - 2.3.2009
...Tampoco hay que exagerar. Lo primero es lo primero. Ustedes resuelvan lo suyo que de lo nuestro ya nos ocupamos nosotros. Una vez asegurado que Mariano no se ve obligado a recoger a toda prisa los cartapacios del despacho de Génova ni las chapas que desliza por la moqueta en los recesos de las reuniones, el resto bien puede esperar.
Menos mal que siempre nos quedará Baltar para, al menos, acordarse en plena campaña del colectivo de homosexuales. Llamar maricón al adversario no es pues un insulto sino la única preocupación social que ha mostrado la derecha durante toda la campaña. Así y todo el PP ha barrido en Galicia pese a los espías, a la banda del Correa y el Bigotes y las trifulcas intestinas. Nada que objetar. Esa victoria ha servido para reafirmar el liderazgo de Rajoy. Eso, como todo el mundo sabe, es mucho más importante que vender luego los hospitales públicos a cualquier mercachifle o transformar una televisión pública en un plató cortijero. No digo que lo vaya a hacer Feijóo, pero, desde luego, sí que lo hace Aguirre aunque, por supuesto, llamen mucho más la atención sus calcetines o sus dúos de Pimpinela con Alberto Ruíz Gallardón.
Tampoco ayuda en exceso, cierto es, pasearse en tiempos de crisis tumbado a la bartola en el yate de un empresario, aunque sea por aguas gallegas como buen nacionalista, o comprarse a costa del lomo del contribuyente coches oficiales blindados contra el holocausto nuclear. Las ideologías son bien distintas pero, en ocasiones, los hábitos de los políticos las igualan a todas. Lo malo es que estos deslices de algunos gobernantes, dañinos como pocos, al final los acaban pagando la inmensa mayoría de los gobernados. Los mismos que tienen que esperar meses y meses para operarse, no encuentra plaza para el nene en la ‘guarde’ ni para el abuelo en la residencia, les suben la hipoteca y se quedan sin curro. Con estas expectativas ¿alguien se puede atrever a pedirles que les preocupe algún futuro que no sea el suyo? Pues aquí lo que prevalece es el porvenir de Mariano o el toque de atención en las urnas a ZP.
Por si tuviéramos pocos problemas para llegar a fin de mes ahora nos toca escurrirnos aún más el cerebelo dentro de nuestras limitaciones. Sólo así, uno trata de comprender cómo es posible que Patxi López vaya a pactar con quienes, hace poco más de un rato, le acusaban de negociar cuando no ser connivente con los asesinos de ETA. Quizás sólo esa generosidad democrática a la que se alude cuando no se encuentra nada a mano explique lo inexplicable que no siempre tiene que ser lo peor. Al menos ahora ya no está María San Gil; una mujer que creyó que su admirable valentía era el salvoconducto a la razón absoluta. Así y todo se antoja una labor compleja propia de una sociedad que lo es aún más. No es deseable que el poder de la aritmética se imponga al del sentido común. Con todo, lo peor es asumir que quizás sea la única salida.
Germán Temprano es escritor y periodista
JAULA DE GRILLOS
...Tampoco hay que exagerar. Lo primero es lo primero. Ustedes resuelvan lo suyo que de lo nuestro ya nos ocupamos nosotros. Una vez asegurado que Mariano no se ve obligado a recoger a toda prisa los cartapacios del despacho de Génova ni las chapas que desliza por la moqueta en los recesos de las reuniones, el resto bien puede esperar.
Menos mal que siempre nos quedará Baltar para, al menos, acordarse en plena campaña del colectivo de homosexuales. Llamar maricón al adversario no es pues un insulto sino la única preocupación social que ha mostrado la derecha durante toda la campaña. Así y todo el PP ha barrido en Galicia pese a los espías, a la banda del Correa y el Bigotes y las trifulcas intestinas. Nada que objetar. Esa victoria ha servido para reafirmar el liderazgo de Rajoy. Eso, como todo el mundo sabe, es mucho más importante que vender luego los hospitales públicos a cualquier mercachifle o transformar una televisión pública en un plató cortijero. No digo que lo vaya a hacer Feijóo, pero, desde luego, sí que lo hace Aguirre aunque, por supuesto, llamen mucho más la atención sus calcetines o sus dúos de Pimpinela con Alberto Ruíz Gallardón.
Tampoco ayuda en exceso, cierto es, pasearse en tiempos de crisis tumbado a la bartola en el yate de un empresario, aunque sea por aguas gallegas como buen nacionalista, o comprarse a costa del lomo del contribuyente coches oficiales blindados contra el holocausto nuclear. Las ideologías son bien distintas pero, en ocasiones, los hábitos de los políticos las igualan a todas. Lo malo es que estos deslices de algunos gobernantes, dañinos como pocos, al final los acaban pagando la inmensa mayoría de los gobernados. Los mismos que tienen que esperar meses y meses para operarse, no encuentra plaza para el nene en la ‘guarde’ ni para el abuelo en la residencia, les suben la hipoteca y se quedan sin curro. Con estas expectativas ¿alguien se puede atrever a pedirles que les preocupe algún futuro que no sea el suyo? Pues aquí lo que prevalece es el porvenir de Mariano o el toque de atención en las urnas a ZP.
Por si tuviéramos pocos problemas para llegar a fin de mes ahora nos toca escurrirnos aún más el cerebelo dentro de nuestras limitaciones. Sólo así, uno trata de comprender cómo es posible que Patxi López vaya a pactar con quienes, hace poco más de un rato, le acusaban de negociar cuando no ser connivente con los asesinos de ETA. Quizás sólo esa generosidad democrática a la que se alude cuando no se encuentra nada a mano explique lo inexplicable que no siempre tiene que ser lo peor. Al menos ahora ya no está María San Gil; una mujer que creyó que su admirable valentía era el salvoconducto a la razón absoluta. Así y todo se antoja una labor compleja propia de una sociedad que lo es aún más. No es deseable que el poder de la aritmética se imponga al del sentido común. Con todo, lo peor es asumir que quizás sea la única salida.
Germán Temprano es escritor y periodista
JAULA DE GRILLOS