viernes. 26.04.2024

Un día para el futuro

Todos los Primeros de Mayo han sido especiales. Seguramente. Han servido, salvo excepciones muy contadas, ocasión para celebrar, más incluso que una conmemoración histórica, la unidad sindical y jornada de reivindicación obrera. La situación en que se celebra este año adquiere, además, un significado muy especial. Las dificultades por las que atraviesa nuestro país convierten la fiesta en punto de reflexión para unos y para otros.
Todos los Primeros de Mayo han sido especiales. Seguramente. Han servido, salvo excepciones muy contadas, ocasión para celebrar, más incluso que una conmemoración histórica, la unidad sindical y jornada de reivindicación obrera.

La situación en que se celebra este año adquiere, además, un significado muy especial. Las dificultades por las que atraviesa nuestro país convierten la fiesta en punto de reflexión para unos y para otros. No se avecinan tiempos fáciles. Lo saben los sindicatos y la patronal y han sido ellos los que, desde una posición pegada a la calle, han advertido de la necesidad de abordar desde una perspectiva distinta los retos que una economía en recesión exige.

El casi desdén que el Gobierno de Zapatero ha mostrado en el pasado hacia las organizaciones sociales no parece el mejor método para afrontar una crisis que se adivina larga y en la que la aportación de los agentes sociales se adivina fundamental. Bien es verdad que aún es pronto para juzgar las intenciones de este Gabinete en sus relaciones con sindicatos y patronal. Pero, posiblemente, sería de desear una mayor celeridad en iniciar los contactos que, necesariamente, hay que establecer con ellos.

A nadie se le oculta que el papel jugado por los interlocutores sociales en la reciente historia de nuestro país ni ha sido suficientemente valorada ni reconocida. La paz social y hasta, en buena medida, la consolidación democrática han tenido mucho que ver con organizaciones capaces de soportar sobre sus espaldas la transformación de una sociedad que, salida de una dictadura, inició un nuevo camino e inauguró un nuevo modelo de convivencia.

Las organizaciones obreras y patronales han dado en estos años ejemplo de sacrificio, renunciando, en demasiadas ocasiones a sus propios intereses en beneficio del interés general. Sacrificio no siempre correspondido y, muchas veces, no compartido por sus propias bases.

El reto al que se enfrenta la economía española requiere, pues, de una colaboración que el Gobierno debe buscar y propiciar, aún con las comprensibles fricciones que acarrearán algunas medidas. El diálogo social no es sólo responsabilidad de sindicatos y patronal. Es un patrimonio que hoy ha de asumir el propio Ejecutivo.

Este Primero de Mayo adquiere así un sentido distinto. Y no puede reducirse a una manifestación multitudinaria, llena de banderas y consignas reivindicativas. La verdadera reivindicación es ser capaces de entender que en la marcha social y económica del país juega un papel fundamental el grado de sintonía y diálogo con quienes tienen en su voz la voz de millones de ciudadanos.

Ellos, como Pablo Neruda, Pueden cantar:

“Yo sé hacia dónde vamos,
y es ésta la palabra:
no sufras
porque ganaremos,

ganaremos nosotros,
los más sencillos
ganaremos,

aunque tú no lo creas,
ganaremos”.

Pues, alo mejor, es verdad que gana lo más sencillo: Hablar.

Un día para el futuro
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