8 de junio de 2009, 7:49
NUEVATRIBUNA.ES - 12.4.2009
Ahora que la OCDE vislumbra una luciérnaga entre la oscuridad del túnel de la crisis, va don Manuel Chaves y se va una mañana a la playa. Vaya, vaya. Malo será que este ejercicio de dejadez política sin precedentes no nos cueste dos años adicionales hasta detectar síntomas de recuperación. Digo en la economía española no en la digestión del flamante vicepresidente después de una panzada de torrijas. Así no hay quien salve este país. Debería haber dimitido ya de su nuevo cargo sin tiempo siquiera de quitarse las chancletas.
Una cosa es que te paguen los ternos por la patilla, otra que tengas al tesorero bajo sospecha, otra que tengas a ‘Octopussy’ Michavila con el cazo puesto en cien sitios y otra mucho más grave y extravagante es exhibirte en bermudas en un puente o pedir una de salmonetes en el chiringuito en tanto se hunde el crédito al consumo. En los primeros casos estaríamos ante la garantía inalienable a la presunción de inocencia y en el último ante toda una afrenta al Estado de Derecho. En concreto, al derecho a darte una cabezada mientras emiten Los Díez Mandamientos. Un clásico. Lo de dormirte, digo.
Por si ésta no fuese suficiente penitencia, ZP ha puesto a los nuevos ministros al tajo sin tiempo apenas para elegir las cortinas del despacho. Algunos se tuvieron que llevar el huevo de Pascua en el ‘tupe’ para picar algo en los recesos. No contento con esta flagelación institucional, José Blanco, que bien valdría para costalero por su voluntad de sacrificio, ya ha adelantado que su primera reunión como titular de Fomento será con Esperanza Aguirre.
Y luego el valiente es José Tomás. Sólo falta que González Sinde haga lo propio y abra consultas con Garci o que el ministro de Educación fiche como asesora a la Patiño. Ya le advierto que Espe le va a reclamar, como mínimo, que el tren de cercanías cuente con un andén en la salón de su palacete o que se construya una línea entre Colmenarejo y el Matto Grosso porque eso de las distancias siempre es relativo. Ya le puede usted decir que sí ya que, en caso contrario, capaz es de seguir la moda de Evo Morales. No digo que se ponga un jersey de lana con motivos de llamas sobre un traje chaqueta de Chanel sino que se le ponga en huelga de hambre en la puerta del ministerio. Para ser justo a ella le hace menos falta que a Evo rebajar lorza.
Debe ser que todo es tan urgente (sólo quien padece de la próstata se hará una idea) que no sólo no se dan cien días de benevolencia a quienes estrenan cargo sino que se les pone a escurrir con efectos retroactivos. Mariano, que anda ya desbordado en el despacho con sus cien próximas respuestas, ya ha sentenciado que no son los mejores. No es una opinión baladí cuando procede de alguien de dictó decretos junto a Mayor Oreja, Celia Villalobos o el tal Montoro que, aunque ni él mismo se acuerde dada la huella que dejó, también llegó a ministro. Todo un aliciente para las generaciones más jóvenes.
Germán Temprano es escritor y periodista
JAULA DE GRILLOS
Ahora que la OCDE vislumbra una luciérnaga entre la oscuridad del túnel de la crisis, va don Manuel Chaves y se va una mañana a la playa. Vaya, vaya. Malo será que este ejercicio de dejadez política sin precedentes no nos cueste dos años adicionales hasta detectar síntomas de recuperación. Digo en la economía española no en la digestión del flamante vicepresidente después de una panzada de torrijas. Así no hay quien salve este país. Debería haber dimitido ya de su nuevo cargo sin tiempo siquiera de quitarse las chancletas.
Una cosa es que te paguen los ternos por la patilla, otra que tengas al tesorero bajo sospecha, otra que tengas a ‘Octopussy’ Michavila con el cazo puesto en cien sitios y otra mucho más grave y extravagante es exhibirte en bermudas en un puente o pedir una de salmonetes en el chiringuito en tanto se hunde el crédito al consumo. En los primeros casos estaríamos ante la garantía inalienable a la presunción de inocencia y en el último ante toda una afrenta al Estado de Derecho. En concreto, al derecho a darte una cabezada mientras emiten Los Díez Mandamientos. Un clásico. Lo de dormirte, digo.
Por si ésta no fuese suficiente penitencia, ZP ha puesto a los nuevos ministros al tajo sin tiempo apenas para elegir las cortinas del despacho. Algunos se tuvieron que llevar el huevo de Pascua en el ‘tupe’ para picar algo en los recesos. No contento con esta flagelación institucional, José Blanco, que bien valdría para costalero por su voluntad de sacrificio, ya ha adelantado que su primera reunión como titular de Fomento será con Esperanza Aguirre.
Y luego el valiente es José Tomás. Sólo falta que González Sinde haga lo propio y abra consultas con Garci o que el ministro de Educación fiche como asesora a la Patiño. Ya le advierto que Espe le va a reclamar, como mínimo, que el tren de cercanías cuente con un andén en la salón de su palacete o que se construya una línea entre Colmenarejo y el Matto Grosso porque eso de las distancias siempre es relativo. Ya le puede usted decir que sí ya que, en caso contrario, capaz es de seguir la moda de Evo Morales. No digo que se ponga un jersey de lana con motivos de llamas sobre un traje chaqueta de Chanel sino que se le ponga en huelga de hambre en la puerta del ministerio. Para ser justo a ella le hace menos falta que a Evo rebajar lorza.
Debe ser que todo es tan urgente (sólo quien padece de la próstata se hará una idea) que no sólo no se dan cien días de benevolencia a quienes estrenan cargo sino que se les pone a escurrir con efectos retroactivos. Mariano, que anda ya desbordado en el despacho con sus cien próximas respuestas, ya ha sentenciado que no son los mejores. No es una opinión baladí cuando procede de alguien de dictó decretos junto a Mayor Oreja, Celia Villalobos o el tal Montoro que, aunque ni él mismo se acuerde dada la huella que dejó, también llegó a ministro. Todo un aliciente para las generaciones más jóvenes.
Germán Temprano es escritor y periodista
JAULA DE GRILLOS