sábado. 27.04.2024

Rescates, mentiras y Marx

“La mentira se ha convertido en una de las industrias más importantes del país” (Groucho Marx) La completa seguridad que esgrimen los ignorantes tiene mayor peso que las sempiternas dudas de los inteligentes.

“La mentira se ha convertido en una de las industrias más importantes del país” (Groucho Marx)

La completa seguridad que esgrimen los ignorantes tiene mayor peso que las sempiternas dudas de los inteligentes. Quizás por ello el mundo ya no atraviesa horrores, sino que ha sucumbido definitivamente a ellos sin que los responsables del colapso -imposibilitados de advertirlo debido a su condición- se den por aludidos.

El orgullo que el histórico sábado de rescate dibujó una mueca de satisfacción en el rostro del presidente de gobierno, es una demostración cabal de la sentencia de Bertrand Rusell que parafraseo en la cabecera de este artículo. Un orgullo que indefectiblemente está asociado a esa seguridad que Mariano Rajoy viene expresando desde que estaba en la oposición, y que ahora se ha vuelto potencialmente dañino para quienes dependen de sus decisiones.   

Claro que el escenario convulso en el que diariamente actúan gobierno y gobernados, da juego para agotar un refranero popular completo, o -si se prefiere- para citar a grandes, pequeños y medianos pensadores. Por cuestiones de espacio sólo añadiré aquella sentencia que Marx (me refiero a Groucho) firmó para la posteridad y que llega a nuestros días con una vigencia irrefutable: Si se escribiese la verdad acerca de la mayor parte de los hombres públicos, no habría cárceles suficientes para albergarlos. La mentira se ha convertido en una de las industrias más importantes del país”.

Los artilugios semánticos a los que los responsables del Partido Popular recurrieron días antes del  -por donde se mire “anunciado”- rescate financiero; o la simple negación del borde del precipicio en el que España se desliza, son más propios de un discurso de Cantinflas que de un gobierno de lo que se supone un país del Primer Mundo. Aunque si nos atenemos a las observaciones que en su día efectuaron los célebres pensadores citados en estas líneas, bien cabría preguntarse si la ignorancia y la mentira no son parte inseparable de lo que todos conocemos como política.

El desprecio a la ciudadanía y a la mismísima democracia quedó fuera de toda duda con las declaraciones del Ministro de Economía, Luis de Guindos, e inmediatamente después con la confirmación de las mismas por parte de Rajoy. Y si a esta afrenta le agregamos también el triunfo que el gobierno pretende atribuirse por esta medida que considera un logro en toda regla, entonces ya no cabría ninguna duda respecto de la vigencia de esas ideas de Russell y de Marx (Groucho), materializadas inmejorablemente en las conductas del actual gobierno español.  “A mí nadie me ha presionado, el que he presionado he sido yo, que quería una línea de crédito para resolver un problema que existe en la banca”, dijo Rajoy durante su comparecencia ante los medios de comunicación; una frase que -de no ser porque salió de su boca- podría convertirse en uno de los mejores chistes del año. Como ese otro que soltó una y otra vez, creyendo que quizás a fuerza de repetición los españoles disiparían cualquier tipo de duda. “Para este préstamo no hay condiciones”; y así creyó deshacer las especulaciones respecto a futuros recortes o ajustes que deriven de este rescate; como si los trabajadores, los desempleados, los estudiantes, los enfermos y los enfermeros de este país no hubiesen escuchado ya esta misma broma unas cuantas veces.

La obscenidad de las maniobras que a espaldas de los ciudadanos realiza el gobierno, se han convertido en una de las características de esta democracia, en un modus operandi delictivo aunque por ahora carente de condena. Una democracia que no dista demasiado de una dictadura, aunque muchos de quienes padecen la primera de estas dos formas de gobierno prefieran creer que no existen singulares paralelismos entre ambas, y que cualquier parecido es sólo producto de la coincidencia.

La banca gana nuevamente. El Estado de bienestar ha sido desmantelado. No hay Sanidad ni Educación excepto para quienes puedan pagárselos. La banca ha vuelto a ganar; y quizás el triunfo se deba a esa seguridad que, según Russell, caracteriza a los ignorantes. O tal vez deberíamos preguntarnos si la verdarera responsabilidad no recae en los inteligentes y sus eternas dudas.

Lo cierto es que este mánager de boxeadores que gobierna no ha servido ni siquiera para arrojar la toalla a tiempo; aunque si nos guiásemos sólo por su vanidad, bien podríamos creer que ganó la contienda, y por knockout. España tendrá ahora que atenerse a las consecuencias, seguir los mandatos de esa Europa presidida por seres prefabricados, paridos por un vientre neoliberal, siempre atentos al rescate; esos a los que -claró está-  no será Rajoy quien pague intereses.

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