lunes. 29.04.2024

Regreso al pasado

NUEVATRIBUNA.ES - 14.3.2010De la amplia panoplia de actitudes execrables del ser humano despunta aquella que busca el lucro propio en la necesidad ajena. En ese territorio del abuso se mueve como por el salón de su casa el presidente de los empresarios españoles.
NUEVATRIBUNA.ES - 14.3.2010

De la amplia panoplia de actitudes execrables del ser humano despunta aquella que busca el lucro propio en la necesidad ajena. En ese territorio del abuso se mueve como por el salón de su casa el presidente de los empresarios españoles. Uno todavía cree que no todos los del gremio piensan como él, pero eso de que hable por ellos con su permiso enfría bastante esta benevolencia. La persistencia en esa tesis según la cual un contrato miserable es mejor que ningún contrato no delata los desvelos de don Gerardo por contribuir a la creación de empleo por precario que sea. Sencillamente desenmascara ese espíritu esclavista que se fundamenta en que el empleado no es parte generadora de la riqueza colectiva sino un estorbo para amasar la cuenta corriente propia al que encima hay que pagar ¿Dónde está el límite de esta barbaridad? ¿Por qué darle un sueldo? ¿No bastaría con un mendrugo de pan una vez el parado haya agotado todos los subsidios? ¿Por qué no si tiene hambre? ¿Acaso lo impediría la aplicación estricta de estas premisas?

Díaz Ferrán se explica bien y lo peor es que se le entiende. Viene a sostener que cualquier joven lo que quiere es trabajar aunque sea sin exigencias contractuales. Sólo un par de matices semánticos. Cuando dice trabajo acaso se refiera a lo que comúnmente, salvo, al parecer, en las asambleas de la CEOE, se entiende por explotación y cuando alude a las exigencias, no sería disparatado entender que se refiere a lo que, ya desde los tiempos de la revolución industrial, se denominan derechos laborales. Estamos, sin duda, ante esos pequeños detalles sin importancia que, por ejemplo, te fijan una jornada razonable o los periodos de descanso o que puedas darte de baja sin tener que ser sacrificado por el patrón por tu bajo rendimiento. Tonterías, don Gerardo, ya se sabe, pero es lo que tienen los tiempos modernos.

Ya no hay obreros como los de antes. Bueno sí. Quizás por ello también hay patronos rancios que se valen de las mansedumbres y las obediencias debidas para ofrecer, sin que les caiga por ello la cara de vergüenza, condiciones de trabajo inaceptables. Uno, que a su edad ha visto con sus propios ojos huidas frecuentes a los urinarios justo en el momento de votar una huelga, cree más en los Reyes Magos que en la solidaridad de clase. Puestos a renovar las utopías, una vez eliminado el Madrid de la Champions, a uno le gustaría que nadie se atreviera a reeditar los tiempos de la esclavitud sabedor de la inutilidad de sus regresiones. Es decir, porque nadie comulgara con estos planteamientos sustentados en la máxima del plato de lentejas.

O pedir que se renegara menos de quienes, con mayor o menor acierto, tratan de velar por sus derechos. A uno, que anda hoy un poco biográfico y también lo ha vivido, le harta escuchar como quienes denigran a los sindicatos son los primeros que acuden a ti para saber si conoces a alguno en cuanto tienen un problema en el trabajo. Es decir, son unos inútiles salvo cuando me despiden a mí. Hay que ser muy mesurado, y no es el caso, para no recomendarle que ahora se lo solucione el director gerente, causante de su lumbalgia por haber agachado tanto la raspa a su paso, o que se dirija al Diario de Patricia a contar sus cuitas. No te mejorarán el convenio pero por lo menos sales en la tele.

Germán Temprano es escritor y periodista

JAULA DE GRILLOS

Regreso al pasado
Comentarios