domingo. 28.04.2024

Occidente en la encrucijada

NUEVATRIBUNA.ES - 19.7.2010El viejo aforismo que decía que cuando USA estornuda el mundo se constipaba ha dejado de ser verdad. Y esto por dos cosas: primero, porque USA ya no tiene el peso económico relativo de hace 2 o 3 décadas; segundo, porque gran parte del mundo, como China, India y América Latina, ya no sigue el dictado de las instituciones -FMI, BM, principalmente- dominadas económica e intelectualmente por USA y sus acólitos europeos.
NUEVATRIBUNA.ES - 19.7.2010

El viejo aforismo que decía que cuando USA estornuda el mundo se constipaba ha dejado de ser verdad. Y esto por dos cosas: primero, porque USA ya no tiene el peso económico relativo de hace 2 o 3 décadas; segundo, porque gran parte del mundo, como China, India y América Latina, ya no sigue el dictado de las instituciones -FMI, BM, principalmente- dominadas económica e intelectualmente por USA y sus acólitos europeos. Esta es la gran novedad de esta crisis, que esa especie de chantaje más o menos implícito del poder occidental -excluido siempre América Latina de ese poder- en las situaciones más graves, sean de origen militar o económico, que planteaba USA de o estás conmigo o estás contra mí y atente a las consecuencias, se ha venido abajo: el tigre siendo el tigre, pero ya no caza sólo porque los años no perdonan. Eso suele pasar con las crisis, que pone a cada uno en su sitio: se lo puso al imperio de los Habsburgo con el Tratado de los Pirineos (1) (1659); al Reino Unido al acabar la II Guerra Mundial y ahora le toca a USA. El problema es que el poder europeo, muy fuerte como economía pero muy débil como político, se puede ver arrastrado por la caída del yanqui. Es cuestión de tiempo de que el binomio China-India -y con ello toda Asia- se convierta en el nuevo USA, pero con otras formas de gobernanza y de dominio. El gobierno chino, que es más libre que el indio en cuanto que tiene más poder para decidir qué se decide por el mercado y qué desde la política, no parece interesado en el dominio del mundo o el de su entorno por la vía militar; ni siquiera parece mostrar una necesidad de ese dominio que ha caracterizado el colonialismo del XIX de los europeos o el imperialismo del XX de USA, el de las cañoneras, el de la guerra fría y el más actual de los ataques preventivos. Ya se han dado cuenta -los chinos- que con su economía, con sus exportaciones baratas, con su control sobre su moneda manteniéndola sin revaluar, con sus reservas de más de 700.000 millones de bonos USA y de otro tanto de activos financieros de empresas privadas occidentales, con su comercio interior con Asia, con el exterior con América Latina e, incluso, África, no necesita al Occidente del binomio USA-UE casi para nada. Tan sólo lo que los mercados exijan. USA está en sus manos por estas dos cosas: porque es decisión del gobierno a través del Banco Popular de China revaluar de verdad su moneda o no y porque también es decisión gubernamental seguir comprando -o no- bonos USA, de tal forma que la inversión real de este país depende de los ahorradores chinos: ¡los pobres aún hoy financiando a los ricos aún de hoy! ¡Déficit fiscal, déficit exterior y déficit de ahorro del núcleo del imperio! Paradojas aparentes, porque eso ha sido así desde que se inventó el crédito bancario. Todos los imperios modernos, desde el romano hasta el español, incluido el británico, han caído por un problema de insostenibilidad o insuficiencia fiscal, más allá de sus éxitos o fracasos militares coyunturales, aunque es la guerra y los gastos militares la forma más rápida de arruinarse, se gane o se pierda la batalla.

Entrando en terrenos algo más concretos, ha sacado Obama su reforma sobre las finanzas que apenas es algo más que reformas y nuevas tareas de/sobre los órganos reguladores y de la Reserva Federal. El fracaso está garantizado si el fin es evitar o paliar las crisis financieras que los mismos financieros han provocado y seguirán provocando. Quizá pueda ser útil en períodos de bonanza si el fin fuera tan solo una mejora de la información, pero poco más. La prohibición más destacable es la de limitar la cuantía de las operaciones especulativas de los bancos a través de los fondos especulativos (se reduce al 3% de los fondos propios de los bancos). Pero no va a servir de nada, porque la prohibición se la pueden saltar los bancos con el consentimiento de los clientes: ¡me veo a los bancos captando clientes como locos sólo con este fin!, aunque luego se den de baja -o los de el propio banco- como clientes porque el banco sabrá remunerarlos si el festín de los resultados con las operaciones bajistas da para eso (y se ha demostrado que lo da). Para este recorrido más vale que Europa busque otras alforjas. Para atajar los males de las especulaciones bajistas sólo hay un camino: prohibirlas. En concreto, se debería prohibir toda venta de activos financieros que no se tengan previamente, sean ventas al contado o a plazo. Y eso es así, a pesar de los efectos negativos que pudiera tener esta medida sobre la liquidez de los fondos. Si necesitan liquidez, que pidan créditos a los bancos, que en muchos casos son sus clientes. A grandes males, grandes remedios. Con ello se evitaría esa sociedad comanditaria de intereses entre los fondos especulativos y agencias de calificación con su división del trabajo: unas amenazan y los otros ejecutan.

¿Sería la tasa Tobin una solución para todo esto? Por sí sola, creo que no, pero actualizada sería un avance. Habría que implementar en realidad dos tasas: la primera, sobre todo tipo de operaciones financieras, es decir, cualquier operación de préstamo, orden, transferencia, etc., que no estén directamente implicados compra-ventas de bienes físicos o servicios no financieros. Tendría dos fines: espesar el aceite de las transacciones mediante el aumento de su costo y el recaudatorio; la segunda tasa, lo sería sobre los distintos instrumentos financieros: derivados en general, opciones, futuros, swaps, etc. La dificultad aquí es fijar un único hecho imponible y un único sujeto pasivo, por lo que probablemente sería necesario crear una panoplia de impuestos financieros siguiendo el verso de Machado: caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Pero en política económica, el camino comienza en los boletines oficiales y en los códigos penales. Sin ambos no se puede dar el primer paso. La mayor dificultad es la existencia de paraísos fiscales y deberían eliminarse todos, absolutamente todos. Difícil, pero no imposible si se aborda desde un poder que represente los intereses del planeta, aunque esos intereses fueran sólo los meramente económicos. Difícil porque es el dilema del prisionero: todos ganan algo si todos respetan las reglas, pero si todos las respetan menos uno, ese uno gana mucho más.

Habría que imponer un criterio: que cada palo aguante su vela. Lo público, público; lo privado, privado. Que los desaguisados financieros de los Lehman Bros, las hipotecarias, las AIG, los bancos, de turno, etc., los paguen entre ellos mediante fondos creados para tal fin o que se creen sobre la marcha si los anteriores son insuficientes. Es verdad que las llamadas ayudas que aparecen en los medios de comunicación son -en su mayor parte- préstamos, bien a cargo de los presupuestos o a cargo de la máquina de hacer billetes de los bancos emisores de cada país (en USA la FED, en la UE el BCE). Pero eso no es gratis, porque en ese caso se produce una financiación con cargo a una futura inflación o con cargo a menos Estado de Bienestar; y no es gratis por el diferencial de intereses entre el pedido por los bancos centrales (emisores) y los que hubieran obtenido los demandantes recurriendo al mercado privado del crédito. Sin negar esa necesidad de actuación de los bancos centrales, de ese papel como regulador de la oferta monetaria y como prestamista de última instancia, eso no está reñido con la recuperación de ese diferencial de intereses a cargo, precisamente, de los fondos privados del sistema financiero antes comentado. ¿Dónde está escrito que no pueda ser así? Sería lo más eficiente y racional, con sentido económico de la asignación de recursos financieros. Habría que resolver cómo participarían las empresas financieras en esos fondos, pero para eso no hay espacio aquí. En cualquier caso, para combatir de verdad los ciclos y las crisis yo sólo creo en una banca pública que opere en medio de la privada, pero con otras reglas. Ya lo he expuesto, por lo que no me repito (2).

En Europa el BCE ya ha roto -necesidad obliga- con el anatema de que las finanzas públicas (la deuda pública) se financien sólo en los mercados privados. Si se consolida institucionalmente y estatutariamente sería un avance de primera magnitud y un antídoto contra los especuladores de la deuda, contra los Goldman Sachs de turno. No es fácil llegar a eso por la obsesión del BCE de anteponer la lucha contra la inflación a cualquier otro objetivo, pero tampoco es necesario un estallido revolucionario para conseguirlo. Difícil, pero no imposible. Faltan pasos, pero ese es el camino, porque en economía no se puede ser fundamentalista, ni por el borde de la derecha ni por el de la izquierda, y eso no supone adjurar de los principios ni caer en el relativismo marxiano (el de Groucho) de los principios. En mi opinión, la UE ha de hacerse con dos instrumentos para el objetivo de una Europa más fuerte y más justa: un gobierno europeo que represente los intereses colectivos de los ciudadanos y no sólo los de los estados, y un único sistema fiscal que además fije la proporción entre impuestos directos e indirectos y el nivel de la suma de ambos respecto al PIB. Un sistema fiscal único del cual fuera responsable una Agencia Tributaria Europea. Del gasto, que se ocupen en parte los estados y en parte la propia UE. Un ejemplo, España, con el exiguo 37% de Gasto Público por PIB, por más alta proporción que fuera el gasto social en relación al gasto total -que no lo es, sino más bien lo contrario en relación a la UE- no se podría financiar y consolidar nuestro incipiente Estado de Bienestar, nuestras futuras pensiones, la nueva ley de la dependencia o las necesidades sanitarias públicas. Ha sido un error -error interesado- poner el ojo sólo en el gasto y dejar los ingresos públicos y la lucha contra el fraude a los estados. Nunca habrá un poder político europeo con múltiples sistemas fiscales, porque entonces siempre serán injustos los modelos de financiación de la UE y difícil fijar los criterios de justicia de los gastos sociales europeos, de las subvenciones, de todos los gastos intracomunitarios. Un sólo sistema fiscal y a partir de ahí a trabajar en la justicia económica y, si además la cosa da para más, en el crecimiento.

También coyunturalmente estamos en la encrucijada porque nuestra situación -me refiero al binomio USA-UE- se parece a la de los comienzos del los años 30 del siglo pasado cuando los neoliberales de entonces -los neoclásicos- aconsejaban retirar las ayudas para combatir la Gran Depresión (3) que se había desatado años antes. El presidente de USA Roosevelt, que había iniciado el new deal, lo hizo y tuvo que rectificar porque se le venía abajo la incipiente recuperación. Ahora se corre el mismo peligro si se imponen las tesis neoliberales. Veremos que pasa.

Antonio Mora Plaza - Economista

(1) Auge y caída de los grandes potencias, Paul Kennedy.

(2) Principios de una Banca Pública: http://www.nuevatribuna.es#

(3) El crash de 1929, J.K. Galbraith.

Occidente en la encrucijada
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