viernes. 26.04.2024

Margaret Tatcher tendrá una calle en madrid

Ana Botella se siente “inspirada” por Margaret Thatcher y su partido ha decidido dedicarle una calle en la ciudad de Madrid, a pesar del juicio crítico de toda la oposición. Crítico porque no existen vínculos conocidos entre tal señora y la capital de España...

Ana Botella se siente “inspirada” por Margaret Thatcher y su partido ha decidido dedicarle una calle en la ciudad de Madrid, a pesar del juicio crítico de toda la oposición. Crítico porque no existen vínculos conocidos entre tal señora y la capital de España, y crítico, sobre todo, porque puestos a buscar inspiración para la alcaldesa, y coincidimos en la necesidad imperiosa, podría haber encontrado referencias más útiles y convenientes. No hay calle en Madrid para el también premier conservador Winston Churchill, y este al menos ganó una guerra al horror nazi. También era conservador Abraham Lincoln, aún en plena exposición cinematográfica en Madrid, y merece reconocimiento por acabar con la esclavitud en su país. Aunque, claro está, para la “inspiración” y para la calle, yo recomendaría hoy al mejor alcalde de Berlín y gran impulsor de la Europa Social, Billy Brandt, que en el próximo mes de diciembre hubiera cumplido 100 años.

Pero el PP madrileño prefiere a Thatcher, “inspiradora” de la alcaldesa y modelo para la presidenta regional de su partido. ¿Qué es lo que inspira Thatcher al partido que nos gobierna? Desde luego no el éxito en su gestión. Recordemos, por ejemplo y al calor del debate vigente sobre las dificultades de las familias madrileñas para pagar los comedores escolares, que lady Margaret también fue conocida en su país como “Milk Snatcher” (ladrona de leche), por su controvertida decisión de eliminar el reparto gratuito de leche entre escolares de familias necesitadas durante su etapa como Ministra de Educación. Thatcher fue pionera, sí. Pionera en buena parte de aquello que ha ocasionado más desigualdad y más injusticia en Europa, como la desregulación de los mercados, la hiperfinanciarización de la economía, la flexibilización de las condiciones laborales, las bajadas de impuestos a los pudientes, las subidas de impuestos a las mayorías (recuérdese el “pool tax”, desencadenante de su renuncia), las privatizaciones de servicios esenciales o la beligerancia constante frente a los esfuerzos destinados a la construcción de la Unión Europea.

Más allá de la gestión cuestionable de la británica, Botella y compañía dicen admirar su “determinación”, aquella característica de su comportamiento que le hizo merecer el apelativo de “dama de hierro”. “Actuaba sin complejos”, nos aclara la alcaldesa para subrayar el atributo añorado. Sin embargo, lo que el PP capitalino admira como determinación y fuerza de voluntad, otros muchos han tenido que sufrirlo como tendencia agresiva, como alergia al diálogo y como imposición permanente de la voluntad propia. ¿Ese es el modelo que busca la alcaldesa? ¿Hacerlo todo por bemoles, sin margen para el entendimiento y el consenso? No lo explicitan, pero imagino que de Thatcher les gusta también el tratamiento que brindó generalmente a sus adversarios: a los internos marginándolos y a los externos arrasándolos sin contemplaciones. En realidad, Botella y compañía echan de menos la mano dura que la dama londinense exhibió, por ejemplo, en su guerra contra los sindicatos. Y es verdad que la señora logró debilitar a las Trade Unions, y con ellos también consiguió precarizar los derechos laborales y las condiciones de vida de millones de trabajadores británicos. Si esa es la razón para concederle el honor de una calle en Madrid, yo estoy con la oposición.

Margaret Thatcher fue, es y me temo que será un filón para la “inspiración” ideológica de la derecha más extrema, también en España. No sabemos hasta qué punto hablar de Ana Botella y de ideología en una misma frase puede resultar coherente, pero la influencia del pensamiento de la dama británica sobre el fundamento ideológico del PP actual es innegable. Thatcher era partidaria de un individualismo a ultranza: que cada cual obtenga de la vida según su mérito, y nunca según su necesidad. En la tradicional disyuntiva entre la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos de Constant, era sin duda partidaria de lo segundo, el disfrute radical de la libertad individual frente a cualquier autodeterminación colectiva. ¿Igualdad? ¿Para qué? El lugar de cada cual en la escala social ha de provenir de sus propios recursos, de su propio esfuerzo y de sus propias habilidades. ¿Quién es nadie y mucho menos el Estado para interferir asegurando condiciones más o menos equitativas? Cuanto menos Estado, más libertad y mejor para todos… De aquí bebe buena parte del pensamiento popular.

El último exponente de influencia thatcherista en la acción de gobierno popular en Madrid puede contemplarse en la privatización de seis hospitales públicos. Los servicios públicos que atienden las necesidades más fundamentales de la población acaban en manos de unos negociantes que buscan, prioritaria y legítimamente, maximizar beneficios privados. Estado mínimo, desigualdad máxima y que cada palo aguante su vela, que diría aquella otra gran “ideóloga”, doña Dolores de Cospedal.

Solo espero que la calle agraciada con el nombre de la dama de hierro me pille lejos, porque de la gestión thatcherista no escapa nadie en Madrid…

Margaret Tatcher tendrá una calle en madrid