viernes. 26.04.2024

Malos banqueros, malos gestores, malos políticos

Bankia no es un caso aislado de la situación del sector financiero. El crédito circulante en 2008 se habrá multiplicado por cuatro con respecto a 1998. 1,8 billones de euros, de los cuales 1 billón de euros se encontraba en el sector inmobiliario. Más de 300.000 millones son créditos a promotores inmobiliarios, con un nivel de impagados del 25%. Para cubrir estos créditos el sector financiero pidió 720.

Bankia no es un caso aislado de la situación del sector financiero. El crédito circulante en 2008 se habrá multiplicado por cuatro con respecto a 1998. 1,8 billones de euros, de los cuales 1 billón de euros se encontraba en el sector inmobiliario. Más de 300.000 millones son créditos a promotores inmobiliarios, con un nivel de impagados del 25%.

Para cubrir estos créditos el sector financiero pidió 720.000 millones en el exterior. Cantidades que tienen que devolver en plazos cortos de entre 3 y 5 años. Una parte de esa refinanciación viene del Banco Central Europeo (220.000 millones). 108.000 de ellos se dedican a comprar deuda española y el resto a refinanciar su deuda.

Esta situación hace que no quede dinero para familias y empresa. Además, la credibilidad de nuestro sistema financiero es muy baja. Los activos inmobiliarios de los bancos se encuentran sobrevalorados.

Nadie ha querido abordar el problema, hasta que la situación es ya insostenible.

Sin crecimiento no hay salida de la crisis y no creceremos sin que funcione el crédito. Los ciudadanos no podemos ser quienes inyectamos dinero en los bancos. Si hay dinero público, los bancos tienen que devolverlo. Mientras esto no sea así, el problema seguirá abierto en canal.

Alemania o Gran Bretaña, ya han acometido este reto y, aún así, el sistema financiero se encuentra muy contaminado por las hipotecas de alto riesgo que dieron origen a la crisis.

Si nadie lo remedia vamos a un oligopolio de unas pocas entidades financieras que lo controlan todo. Hoy más que nunca hay que defender a los depositarios y clientes.

Por eso hay que sanear las entidades financieras, además de salvar el empleo en el sector.

Las entidades financieras deben dotar el Fondo de Garantía de Depósitos para asegurar los recursos de los clientes, abordando la reestructuración del sector.

Crear un banco malo, donde se depositen los activos contaminados, puede ser parte de la solución, pero si lo hacemos bien.

Fusionar sin control las Cajas de Ahorros ha producido un mayor problema porque lo ha multiplicado y expandido. Con 180.000 millones de euros en créditos con problemas, el dinero para respaldar ese riesgo es muy importante.

El Gobierno del PP intenta forzar a los bancos a apuntalar con provisiones de dinero esos riesgos, creando una sociedad con los activos de riesgo y fusionando más entidades.

Con estas medidas el crédito se congela de nuevo. Perderemos más empleo y nos hundiremos más en la crisis.

Las caídas del valor en bolsa de las cajas y bancos nos ponen a merced de inversores especuladores que pueden tomar su control con muy poco dinero.

El sistema financiero español merece mayor limpieza y transparencia. Merecemos la ciudadanía saber qué ha pasado. Merecemos que se afronte una depuración de las responsabilidades políticas, civiles y penales de los gestores profesionales, de los políticos, de los supervisores que, desde las auditorías y el propio Banco de España, produjeron este desastre mayúsculo sin que nos pudiéramos enterar a tiempo.

Y, sobre todo, tenemos derecho a un escenario de soluciones que restablezca la confianza de las familias y empresas en un sistema financiero que no cumple su papel, nos niega el pan y la sal y nos priva de dinero público.

Más dinero aún, del que nos es robado en inversiones públicas y sociales.

Mientras no lo hagan así su credibilidad será cada vez menor y sin gobiernos creíbles y gestores fiables, no hay salida.

Malos banqueros, malos gestores, malos políticos
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