viernes. 26.04.2024

Mañana es día de escuela

Cuando eramos pequeños y alguna circunstancia excepcional, fiesta familiar o acontecimiento singular, nos permitía realizar algún exceso extraordinario, en plena celebración y comienzo de la resaca, a modo de aviso, se oía aquello de: “vamos a la cama, que mañana es día de escuela”.

Cuando eramos pequeños y alguna circunstancia excepcional, fiesta familiar o acontecimiento singular, nos permitía realizar algún exceso extraordinario, en plena celebración y comienzo de la resaca, a modo de aviso, se oía aquello de: “vamos a la cama, que mañana es día de escuela”.

Algo así me ha pasado a mí esta noche electoral del 20-N, analizando los resultados, mirando perplejo, cómo el pequeño aumento en votos del PP, ha sido capaz de darles tan buen resultado. De tal modo que les ha producido de hecho el mejor de su historia en número de diputados.

Por otra parte, el abandono de un importante número de votos al PSOE, cerca de cuatro millones, que seguramente se han repartido: IU y UPyD, sobretodo, también han hecho crecer a ambos, y conseguir 11 y 5 diputados, respectivamente. Llamativo se me hace, el dato consistente que supone: el que más de nueve millones de españoles se hayan abstenido, con su voto cualquier fuerza política gobernaría. Y así, entretenido en el conocimiento de la jornada electoral, he tenido la noticia, como si de la guinda se tratara, de la muerte de Javier Pradera. Lo que me ha sumido en una mayor sensación de tristeza, si cabe, después de la que me estaba produciendo de manera gradual el desastre electoral de la izquierda en nuestro país, y que la televisión pública desgranaba paso a paso, sin pausa alguna.

Toda la alegría que para mí todavía supone las jornadas electorales de suyo, seguramente por que no pudimos ejercer el voto hasta bien entrados en la veintena, ¡qué digo!, rozando casi la treintena. Cada jornada electoral la siento interiormente como una fiesta, la máxima expresión del ejercicio de la democracia, y como tal, uno se emborracha de fiesta de acontecimiento extraordinario, singular. Del mismo modo que cuándo era niño, no he podido evitar el pensar que 'mañana era día de escuela', y el encanto de la celebrada fiesta se esfuma, pensando en el duro lunes que te espera, además después de los nefastos resultados obtenidos por quien consideras que te representa, y conocida la noticia de la muerte de Javier Pradera, me han hecho volver a la realidad que supone el día a día, la crisis, y todos los demás inconvenientes.

Cualquier circunstancia que hubiera podido cambiar lo anterior, sería muy de agradecer, pero sinceramente, parece que no están los tiempos para buenas noticias, más bien todo lo contrario, y por otra parte, las victorias hay que merecerlas. Reconozco, por último, que me agradó el discurso del Sr. Rajoy, en su comparecencia ante los medios de comunicación, su tono, sus palabras, su afán manifestado, por ser el presidente de todos me sirvió de esperanza. Aunque después en el balcón, ante los afiliados y simpatizantes, apareció con Esperanza pero Aguirre, y ello ya lo reconozco me gustó bastante menos. En fin, como decía: a la cama, que mañana es día de escuela.

Mañana es día de escuela
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