viernes. 26.04.2024

Elecciones ¿De quién?

nuevatribuna.es | 27.12.2010Los artistas le dedican cada vez menos canciones, motu propio, a los políticos. El caso de Alpha Condé es una excepción: en 2000, el reggaeman marfileño Tiken Jah Fakoly compuso una canción-protesta en la que reivindicaba la liberación del que –el pasado 21 de diciembre- se convirtió en primer Presidente democráticamente electo de Guinea Conakry.

nuevatribuna.es | 27.12.2010

Los artistas le dedican cada vez menos canciones, motu propio, a los políticos. El caso de Alpha Condé es una excepción: en 2000, el reggaeman marfileño Tiken Jah Fakoly compuso una canción-protesta en la que reivindicaba la liberación del que –el pasado 21 de diciembre- se convirtió en primer Presidente democráticamente electo de Guinea Conakry.

Ironías del destino: diez años después, en Costa de Marfil (el país de Tiken Jah Fakoly, fronterizo con Guinea Conakry) ha estallado un conflicto electoral que amenaza con devenir en guerra civil: el actual Presidente, Laurent Gbagbo –que en los comicios celebrados el pasado 21 de noviembre- apenas obtuvo un 45% de los votos (frente a un 54% de su rival) se niega a abandonar el poder e incluso, a ponérsele al teléfono a Barack Obama…

Lejos de África, Bielorrusia es otro punto electoral caliente: Alexander Lukashenko, Presidente desde 1994, también se niega a abandonar el poder. Afirma haber sido reelegido con un ¡79%! de los votos. A partir de ahí, protestas ciudadanas, rivales encarcelados e incluso, desaparecidos…

En América, tampoco faltan esa clase de conflictos. Haití es la prueba más cercana: las protestas populares se suceden desde que, el pasado 20 de diciembre, el Consejo Electoral proclamó los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Suma y sigue. Hoy, a diferencia de hace medio siglo, solo nueve países del mundo no se autoproclaman democráticos. El problema es que, a pesar de ello, cada vez parece haber menos garantías de que el ganador de los comicios gobierne. Dicha tendencia parece haberse agudizado desde la polémica elección de George W. Bush, en 2000, como Presidente de Estados Unidos pero, sobre todo, desde el estallido de las Revoluciones de Colores en Repúblicas ex soviéticas como Ucrania, Georgia o Kirguistán.

La otra cara del problema es que los fraudes electorales parecen tener una relación, demasiado directa, con los intereses geopolíticos de determinadas potencias. De hecho, casos como el de Afganistán (en el que solo el 14% de la población reeligió a su actual Presidente) no suelen generar olas de indignación similares a las que provocan las elecciones en Irán o Birmania.

¿Qué prima entonces, elecciones o democracia y sobre todo, elecciones, de quién?


Juan Agulló | Sociólogo y periodista

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