sábado. 27.04.2024

El órdago catalán-español

Cualquier jugador de Mus sabe que tras el órdago no quedan más jugadas para quien lo formula. El oponente, en este caso el gobierno del Estado, puede aceptarlo o ignorarlo en función de su propia estrategia.

Cualquier jugador de Mus sabe que tras el órdago no quedan más jugadas para quien lo formula. El oponente, en este caso el gobierno del Estado, puede aceptarlo o ignorarlo en función de su propia estrategia.

Por eso la pregunta es por qué Convergencia lanza un órdago, ahora, en una “jugada” que no puede ganar nunca; y además lo hace en un momento en el que sabe, o puede preverlo fácilmente, que va a generar el rechazo en la inmensa mayoría de todos los pueblos que conforman España.

En Convergencia saben que nuestra Constitución no admite convocar referéndum por nadie que no sea el propio gobierno del Estado, y menos todavía para que una Región o una Nacionalidad (por histórica que sea) accedan a la independencia. Sería interesante, aunque lo saben perfectamente, que revisaran el magnífico artículo que hace unas semanas publicaba el profesor Javier Pérez Royo al respecto de una posible consulta.

Y esto es así como consecuencia del propio pacto constitucional que aprobaron los convergentes.

Si ahora resulta que Convergencia, con su líder Sr. Mas a la cabeza, quieren cambiar de objetivos y de pactos, porque acaban de descubrir el “eufemismo” ya empleado por el exLendakari Ibarretxe del “derecho a decidir”, están en su derecho. Pero eso, solo les devuelve al punto de partida inicial. Que en ningún caso puede eximirles del cumplimiento de la Ley. Y ellos lo saben muy bien.

¿Por qué digo que se trata de un eufemismo? Sencillamente, porque pretender organizar un referéndum para decidir sobre algo en donde no se tienen competencias lo es. Y está claro que el Parlamento Catalán, como antes lo intentara el vasco, carecen de competencias para efectuar esa consulta, salvo con la autorización expresa del gobierno del Estado que no es el caso.

La Constitución Española, con el acuerdo de los convergentes, blinda la España de las autonomías y permite cesiones de competencias a estas por parte del Estado, que es la fórmula que ha venido siendo utilizada en el camino seguido hasta aquí.

Hubo también, en su momento, planteamientos para una modificación a fondo del Senado de forma que sirviera de auténtica Cámara Territorial…, y de paso, permitiera seguir avanzando en el Estado Federal que en la práctica, es lo que mas se asemeja al funcionamiento actual de nuestro País.

Pero en esta ocasión triunfó el inmovilismo y la estrechez de miras asentada en las filas del Partido Popular. Y también por qué no decirlo, hubo la falta de convicción y empeño del propio Partido Socialista para avanzar en la federalización del Estado.

Hoy nos encontramos ante un nuevo desafío nacionalista a la España plural, solidaria y “cuasi federal” que hemos ido construyendo en los últimos 35 años. Bueno, nuevo repetido, porque ya tuvimos lo del -Plan Ibarretxe- envuelto también en el mismo señuelo del “derecho a decidir”. Y de nuevo la situación puede afrontarse con renegociación del pacto federal y fiscalidad acorde a los tiempos y a las necesidades compartidas, o remitiéndonos a que la Constitución es muy clara al respecto (que ciertamente lo es) y echar tierra encima del problema.

Dicho lo cual, y siendo consciente de la demagogia con la que están actuando en Convergencia y Unió, que les lleva a votar a favor de la mayor parte de los recortes en Madrid aprobando los presupuestos junto a los populares para el conjunto de España, y mientras y a la vez, están planteando en Barcelona, un referéndum para la secesión y aprobando sus presupuestos para Cataluña junto al Partido Popular. Si, como lo escuchan, de pura y mutua incoherencia política hasta “ayer”.

Es la incongruencia del nacionalismo, en este caso catalán y español, que les lleva directamente a la confrontación y a un callejón sin salida del que solo pueden devenir (de persistir en el previsible choque frontal que están alimentando) frustración y mayor alejamiento todavía, entre la ciudadanía y la vida política, pero esa no es su preocupación.

La cuestión que no debiera ser ignorada desde la izquierda, cuyo planteamiento en el Parlamento Catalán ha sido en esta ocasión, lamentable y un puro desastre visto desde la necesaria coherencia que debe guiar su actuación frente al nacionalismo; donde tanto la abstención de los socialistas catalanes al Referéndum como el voto favorable de los de Iniciativa resultan absolutamente incomprensibles e inaceptables desde una posición de izquierdas. Hubiera sido necesario un planteamiento propio basado en la solidaridad y en seguir poniendo el acento en la España Federal, que como vemos solo puede ser defendida desde la izquierda.

Y daría igual cual fuera la excusa nacionalista. En esta ocasión, el nacionalismo catalán, la toma de la crisis y de las dificultades por las que atraviesa el conjunto de España para pasar a mostrarnos su cara más insolidaria, con ese nosotros primero (que también está ejecutando la Canciller Merkel respecto al conjunto de Europa y que tantos odios está resucitando).

En realidad lo que están tratando de ocultar desde el nacionalismo, en este caso catalán, es su pésima gestión y despilfarro, cuando no directamente la corrupción que ha venido salpicando su gestión, eso y el egoísmo insolidario que está en la base del propio nacionalismo.

Y por el otro lado y al mismo nivel, desde la derecha más becerra y a su vez nacionalista española, la cuestión tampoco es muy diferente y ya hay quienes piden “un general para solucionar el arrebato catalán”.

En definitiva y desde la izquierda, una razón más para hablar claro y certificar la imperiosa necesidad de seguir avanzando en la construcción de la Europa Social, de seguir animando el debate (también en estos tiempos de mayor incertidumbre económica) sobre la necesidad de la Europa Social como única alternativa real a la globalización.

El órdago catalán-español
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