sábado. 27.04.2024

El "becerro de oro" no es la solución

La situación política enrarecida en la que estamos viviendo en los últimos meses, y de manera especial en estas tres últimas semanas con todo lo referido a la reforma constitucional, tiene un único fundamento: la apuesta equivocada que este gobierno puso en marcha en Mayo del año 2010, dejando la dirección política y económica de este País en manos de los órganos de presión; léase

La situación política enrarecida en la que estamos viviendo en los últimos meses, y de manera especial en estas tres últimas semanas con todo lo referido a la reforma constitucional, tiene un único fundamento: la apuesta equivocada que este gobierno puso en marcha en Mayo del año 2010, dejando la dirección política y económica de este País en manos de los órganos de presión; léase mercados, Merkel y Sarkozy,…

A partir de esa dejación de la dirección política, todo lo demás que ha ido sobreviniendo, lo último la reforma de la Constitución para fijar por Ley el límite del déficit público, es tan solo una simple y pura consecuencia más de ello.

Así pues, que ahora haya sido o no el Banco Central Europeo o de nuevo la señora Canciller o Sarkozy, o todos ellos al unísono, quienes hayan “aconsejado” esta reforma constitucional urgente, no entraña ninguna novedad y forma parte del mismo guión establecido en Mayo del año 2010, y realizado escrupulosamente, capítulo a capítulo, por el gobierno de Zapatero.

Y es que, una vez abrazado el “becerro de oro” de la reducción del déficit como la única medida eficaz de salida de la crisis, todo lo demás es pura consecuencia.

Tengo que reconocer, no obstante, que no esperaba una reforma constitucional así, tan chapucera políticamente. Pero como les decía, si lo manda el “becerro de oro” para dar tranquilidad a los mercados, nuestro gobierno se coloca en posición militar de firmes y se prohíbe, así mismo, nada menos que mediante reforma constitucional, gastar más de lo que ingrese.

¿Que había otras vías para tratar de equilibrar los gastos con los ingresos? Sí, claro. Pero para eso se hubiera necesitado un gobierno que no abdicara de sus principios. Que hubiera quemado el “becerro de oro y hubiera establecido determinados impuestos a las grandes fortunas; que hubiera recuperado el impuesto sobre el patrimonio… y en definitiva que hubiera plantado cara en la ya famosa reunión del ECOFIN de Mayo del año 2010, señalando su hoja de ruta para la reducción del déficit sin los plazos draconianos impuestos y que están poniendo en riesgo la propia recuperación de la economía en España y en Europa.

Por todo ello, a estas alturas del relato, pienso que da igual cual sea la estrategia del candidato socialista para afrontar la próxima cita electoral. Aunque me imagino que la apelación “al mal menor” va a ser un recurso muy repetido desde ahora y hasta el día de las elecciones.

Pero ya no es un tema de mejor o peor estrategia (que señalaban mis amigos de Nueva Izquierda en un documento reciente) que algo podrá influir.

Tras los desaguisados realizados por Zapatero en los últimos dieciséis meses y la guinda, ahora, de esta reforma constitucional, ya no hay un tema de estrategia. El problema gravísimo que tiene ahora el PSOE es de credibilidad sobre lo que diga o proponga. Porque han perdido el principal activo que existe en política: la credibilidad.

Y la han perdido ante cientos de miles de sus propios votantes. Todos los que ya se quedaron en casa en las pasadas elecciones Autonómicas y Municipales. La han perdido ante cientos de miles de trabajadores y trabajadoras que salieron a la huelga contra la Reforma Laboral, y la han perdido ante miles de funcionarios y pensionistas que han visto como se han reducido sus recursos por decisiones de este gobierno.

Y lo que para mi es lo más importante, han perdido la credibilidad por su renuncia a defender (junto a la socialdemocracia europea) un programa de recuperación desde las ideas y los principios de la izquierda socialdemócrata. Porque no hay una única receta para salir de la crisis como han impuesto desde la derecha europea que gobierna las instituciones y han abrazado desde nuestro gobierno.

Quizás por todo esto que les digo, no acabo de entender ni de compartir “el alboroto” organizado ahora por la menor de las tropelías de los nefastos últimos meses de este gobierno.

Miren, es más, mantener por parte de cualquier gobierno, un déficit estructural, no es de izquierda ni de derecha, es de necios e incapaces que alimentan a los acreedores con su ineptitud.

Otra cosa es si hablamos de un déficit puntual, generado (como ahora hubiera sido necesario hacer) por un programa de inversión productiva que terminara generando recursos para el País.

Por eso la reforma planteada, para algunos, nos resulta tan solo el último de los esperpentos que le han sido exigidos a este gobierno, obediente, por parte de los nuevos poderes fácticos que controlan la economía.

El "becerro de oro" no es la solución
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