sábado. 27.04.2024

Caravanas de la irresponsabilidad

NUEVATRIBUNA.ES - 9.11.2010Me había propuesto no hablar de la cuestión de las famosas caravanas solidarias. Sin embargo, al igual que pensaba Sócrates, la vida que no se ve sometida a la crítica no merece la pena vivirla. Tal vez sea esa la razón por lo me he decidido a escribir sobre ello.
NUEVATRIBUNA.ES - 9.11.2010

Me había propuesto no hablar de la cuestión de las famosas caravanas solidarias. Sin embargo, al igual que pensaba Sócrates, la vida que no se ve sometida a la crítica no merece la pena vivirla. Tal vez sea esa la razón por lo me he decidido a escribir sobre ello. Supongo que la gota que ha colmado el vaso ha sido el que Albert Vilalta, uno de los cooperantes de la ONG Barcelona Solidaria, secuestrado por Al Qaeda, pretenda solicitar una indemnización y ser reconocido como víctima del terrorismo después del embolado diplomático en que ha metido al país además de poner contra las cuerdas al mundo occidental libre -conjuntamente con sus compis de la cuchipanda del desierto-. La crítica no procede, desde luego, de la subjetiva opinión que estaría mejor callado. En primer lugar, porque su irresponsabilidad nos costó, según la televisión emiratí Al Arabiya, entre cinco y diez millones de euros. Y, en segundo lugar, porque parece que además de dinero encima tenemos que loar sin derecho a crítica las ansias gandhianas de los inconscientes.

Algunos consideramos que la solidaridad, cuyo origen semántico proviene del sustantivo latín soliditas, es decir, algo físicamente entero, unido y compacto, no concuerda estéticamente con la ostentosidad, la chulería y el afán de protagonismo fotogénico y telegénico que ha caracterizado esta aventura pijoprogre. Huelga decir que, en su afán de protagonizar su docudrama solidario, hicieron caso omiso de las recomendaciones de las ONG. Unas entidades que desaconsejan la práctica de las caravanas solidarias por ineficaces e inseguras y apuestan por otros mecanismos para llevar la ayuda allí donde se necesita. No era necesario, pues, que fueran unos europeítos con sus trajes de safari transportando una furgoneta desde España para hacerse fotos con los oriundos del desierto.

Pero ya sabemos que la izquierda caviar, aquellos viejos herederos del comunismo, amansados a base de cargos públicos y prebendas, se enfrascaron en el desierto del Sahel entre altos cargos y mujeres de alcaldes socialistas, para redimirse en un escaparate de la buena conciencia en poblaciones que todo el mundo sabe que no son una fiesta y que necesitan mucho más que su frivolidad, a cuenta de los impuestos que los ciudadanos destinan al tercer sector. Por tanto, olvidan que hay varias maneras de enviar la ayuda humanitaria a un coste muy reducido. Pero claro eso no tiene como contrapartida ni fotos ni titulares. Así que había que saltarse las consignas recibidas de extremar la prudencia y no llamar la atención. Eso no lo podía asumir la caravana del espíritu Perón.

Por eso, en la web de la Caravana, se anunciaba, a bombo y platillo, que la salida se amenizaría con una chocolatada y grupos de música antes de partir hacia el desierto con unos camiones opulentos de logos llamativos contraviniendo las normas de seguridad y las recomendaciones de la embajada, viajando de noche sin ninguna medida seria de protección y, para rematar, informando en directo al mundo entero dónde estaban en cada momento gracias a la tecnología GPS. Fantástico. Tanta incompetencia e irresponsabilidad son asombrosas. Porque no hay que ser muy erudito para saber que un seguimiento en tiempo real ofrecido a través de GPS y de Internet está al alcance de cualquiera, sobre todo si eres un grupo terrorista proclive en tu zona y amante de secuestrar occidentales, como es el caso de Al Qaeda en el Magreb, cuya obsesión enfermiza les lleva a afirmar que España es el anillo final del salafismo en Europa.

Por supuesto que no voy a jugar a ser un fariseo con pluma y corbata y ser políticamente correcto, lo que, a mi juicio, pone en peligro la tan cacareada libertad de expresión. Pero, ¿hubiéramos asumido con total impunidad la muerte de los cooperantes en caso de que España no hubiera cedido al chantaje salafista? Sin embargo, esa impunidad moral y de opinión que muchos ciudadanos hemos tenido hacia su rescate, se convierte en una decepción nauseabunda con sus intenciones de equipararse a Pilar Elías, Irene Villa, José Antonio Ortega Lara o Teresa Jiménez Becerril. Sin embargo, Vilalta no es una especie rara. Ya es su día, Ingrid Betancourt también solicitó al Estado colombiano una indemnización por los perjuicios causados durante los más de seis años que estuvo secuestrada por la guerrilla de las FARC. Sin embargo, tras el follón morrocotudo que se montó, con críticas incluidas de la sociedad civil colombiana, la ex candidata presidencial desistió de reclamar al Estado más de 6,8 millones de dólares. 

Por eso, me abochorna que tal irresponsable se aventure a compararse con una víctima del terrorismo, con tantos españoles que han sido amenazados y vilmente asesinados por negarse a vivir con mordaza, por no acongojarse ante el miedo, por defender con uñas y dientes la libertad. Tal comparación no es más que una burla y un sarcasmo que producen náuseas. Será legal, sin duda, pero no es ni estético ni moral.

Javier Montilla - Periodista y escritor

Blog: jmontilla.blogspot.com

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