viernes. 26.04.2024

¡Muy mal, compañeros!

NUEVATRIBUNA.ES - 3.10.2010No suelo consultar el argumento de mis columnas con mi entorno social. Pero esta vez hice una excepción con un amigo animalista exponiéndole cuáles eran las intenciones del artículo que ustedes están leyendo. Tal vez por intentar ser objetivo y honesto conmigo mismo y que mi pensamiento animalista no me impidiera ver con los ojos del sentido común.
NUEVATRIBUNA.ES - 3.10.2010

No suelo consultar el argumento de mis columnas con mi entorno social. Pero esta vez hice una excepción con un amigo animalista exponiéndole cuáles eran las intenciones del artículo que ustedes están leyendo. Tal vez por intentar ser objetivo y honesto conmigo mismo y que mi pensamiento animalista no me impidiera ver con los ojos del sentido común. Mi amigo, con una mezcla de preocupación, sorpresa y estupor, sólo me dijo que no lo hiciese, que me estaría metiendo en un jardín de difícil salida, que muchos animalistas no lo entenderían, que me callase. Pero como la mordaza y el bozal no van conmigo, no tengo miedo en confesarlo. No concibo la utilidad de las concentraciones que se siguen produciendo en las puertas de La Monumental de Barcelona cada domingo de corrida.

Por supuesto que entiendo las iras de todos los animalistas, cuyo arrojo y altruismo están fuera de toda duda, y que a lo largo de muchos años han acudido a la plaza de toros Monumental de Barcelona –y en tantas otras plazas del mundo- para reclamar el fin de semejante carnicería pública. En la mayoría de los casos con la violencia y los insultos por doquier de los taurinos, recogiendo firmas en la entrada o haciendo un trabajo de sensibilización y pedagogía con los centenares de turistas y curiosos. Una extraordinaria escuela, paradigma del desconocimiento integral de los turistas sobre la crueldad de ese espectáculo grotesco. Evidentemente, entiendo el cansancio generalizado del movimiento al escuchar continuamente falacias acerca de que todos aquellos que nos definimos como abolicionistas de la tauromaquia somos antitaurinos progres, una mezcolanza endemoniada de pijismo y burguesía, que detestamos a la derecha y que somos antisistema por código genético. Craso error. La tauromaquia es de las pocas excepcionalidades que hay en este país que, por desgracia, son transversales a cualquier lado del espectro ideológico.

Sin embargo, me parece execrable que hordas, autodenominadas antitaurinas, se apoltronen cada domingo en La Monumental tras la prohibición del pasado 28 de julio, para seguir exaltando a las masas. No sólo porque lo considero una mofa absoluta hacia aquellos que en su mala praxis de la libertad han decidido ir a los toros y ver semejante orgía de sangre- curiosa forma de entender la libertad esclavizando a otros seres sintientes- sino porque lo considero inútil. Me lo definió excelentemente Leonardo Anselmi, alma mater de la Iniciativa Legislativa Popular, diciéndome que nuestro objetivo no debería ser los taurinos, sino la indiferencia generalizada del resto de la sociedad, despertar a los adormilados. ¡Qué razón tenía!

Por tanto, una vez conseguido el objetivo ¿es necesario impulsar una manifestación con tintes chulescos? ¿Es necesario que se produzca una tensión entre las personas que acuden a la plaza y los defensores de los animales? Niego la mayor. En mi educación emocional en el animalismo, entendí que el movimiento por la defensa de los animales no libra una única acometida, aunque sea popular y suculenta para los medios, sino que forma parte de un movimiento multidisciplinar que lucha por una sociedad menos violenta. En definitiva, un movimiento que se sustenta en la sensibilidad, en la justicia, en la ética, en la moral, en la generosidad y en la no violencia.

Así pues, flaco favor se le hace al movimiento animalista con actitudes tan irresponsables como ésta. La abolición no se ha conseguido con vomitonas emocionales, sino con un largo camino tacticista que ha finalizado, envuelto en mucha hostilidad, en una Iniciativa Legislativa Popular intoxicada por un falso debate identitario. Por tanto, ver en televisión como en los prolegómenos de la última corrida, se visualiza las ganas de restregar por la cara de los taurinos una victoria histórica, me parece deleznable y preocupante. Sobre todo viniendo de un colectivo que lucha por fomentar todo lo contrario y no los afanes de chulería por haber cerrado una plaza. Por eso, lo ocurrido nos debería hacer reflexionar un poco, hacer autocrítica –siempre necesaria- y centrar los esfuerzos en otros avatares que desgraciadamente para millones de animales del mundo, supone una tortura, su muerte y un escarnio diario. Es políticamente incorrecto, lo sé, pero, a mi juicio, es quizás por lo que la razón en la mayoría de los casos siempre es incómoda. Aunque duela.

Javier Montilla - Periodista y escritor

Blog: jmontilla.blogspot.com

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