viernes. 26.04.2024

¿Vuelve Garri al tablero?

En este tórrido verano, lleno de malas noticias desde que Donald Trump fuera elegido presidente USA –en sí misma, la peor de las noticias–, de que parece que en este país nuestro va a seguir al frente del Gobierno el jefe de los delincuentes del PP, de que el cambio climático parece que ha venido para quedarse, de que Trump –volvemos a este nuevo nazi made in USA– está como loco por llevarnos a la III Guerra Mundial, de ver cómo el presidente de la Sala que interrogaba a Rajoy le sacaba al jefe de los delincuentes de cuello blanco y las manos sucias las castañas del fuego de forma ignominiosa, de ver que otro juez sentencia la entrega los hijos de Juana Rivas al padre maltratador, de ver cómo se “rompía” nuestro jamaicano favorito en la final de los 4x100 masculinos en Londres, en fin, de ver cosas muy desagradables y preocupantes, una buena noticia: parece que Garri Kasparov vuelve a los tableros. Es, sin duda, el juego del ajedrez uno de esos increíbles inventos de la humanidad. Sé que es frívolo afirmar eso porque no deja de ser sólo un juego, pero es un juego increíble, que parece inagotable ante la creatividad. Hay otros grandes inventos y descubrimientos de la humanidad que me parecen increíbles, incluso más increíbles: el cocinar los alimentos –Cocinar hizo al hombre, libro de Faustino Cordón–, la anestesia, la escritura, las tragedias de Shakespeare, El Quijote de Cervantes, el Taj Mahal, el Réquiem de Mozart, la Capilla Sixtina, el Estado de Derecho, los teoremas de incompletitud de Gödel, la mal llamada teoría de la relatividad –debería llamarse teoría de la no simultaneidad–, la mecánica cuántica, una orquesta sinfónica de música, etc. Se podrían añadir otras decenas de inventos, descubrimientos y creaciones, es cuestión de gustos y de conocimientos. Pero para mí hay dos inventos/descubrimientos que me hace que seamos o parezcamos extraterrestres. Uno ya lo he mencionado y es la música sinfónica; el otro, el descubrimiento sucesivo de las matemáticas. Sí, descubrimiento, porque en eso me parece que Platón gana a Aristóteles: las matemáticas no se inventan sino que se descubren. Las matemáticas son dos cosas: un lenguaje y un conjunto de relaciones lógicas entre entes abstractos definidos de alguna forma. Es verdad que no toda la matemática puede ser reducida a lógica. Lo intentaron el británico B. Russell y el alemán G. Frege y fracasaron. Con Gödel y sus teoremas sabemos el porqué. Si tuviéramos que comunicarnos con extraterrestres -que seguro que tienen otros lenguajes y otras formas físicas de percibir las cosas- sólo tenemos dos instrumentos para intentar la comunicación: lo digital, es decir, el lenguaje binario, y las matemáticas. Incluso podremos saber el nivel de la civilización de estos supuestos alienígenas intercambiándonos teoremas siempre que fuéramos capaces de pasarlos al lenguaje binario.

Quizá me he ido algo del tema que pretendía interesar al lector: parece que vuelve el que para muchos es el más grande jugador de ajedrez de la Historia, Garri Kasparov, el único juego que puede compararse a esos grandes inventos o descubrimientos de la humanidad. Nació en Bakú hace 54 años, por eso se le ha apodado “el ogro de Bakú”, no tanto por su carácter sino por su fuerza mental y actitud ante el tablero. Ha sido campeón del mundo durante 15 años, uno de los períodos más largos de la historia de campeón en el tablero, pero ahí no tiene el récord. Por ejemplo, el gran Emanuel Lasker lo fue durante 27 años, otro genio del ajedrez de la misma talla que el de Bakú. Kasparov fue campeón del mundo desde 1985 hasta el 2000, año que le derrotó otra K y discípulo: Vládimir Kramnik. Kasparov se retiró en el año 2005 y desde entonces a todos los que amamos este juego nos ha dejado algo huérfanos, algo más desinteresados en el juego de las 64 casillas. Kasparov tiene casi todos los registros posibles pero no los voy a enumerar porque se pueden ver en la Wikipedia. Sus partidas con otro fuera de serie como fue Anatoly Karpov –apodado “el frío Tolia”– forma parte de la historia del ajedrez, al igual que el campeonato del mundo en Islandia en 1972 entre el americano B. Fischer y el soviético –aún no era Rusia– B. Spassky. En la puntación Elo, que marca el nivel alcanzado por cada jugador, tuvo durante muchos años el mejor registro de la historia hasta que el actual campeón del mundo, el sueco Magnus Carlsen, se lo arrebató. Son loables tus intentos, Garri, de cambiar las cosas en la actual Rusia, pero eso lo pueden hacer otros muchos, pero jugar al ajedrez como tú sólo está al alcance de un puñado de elegidos. Si vuelve el de Bakú estoy seguro que aumentará la práctica del ajedrez y muchos de nosotros seremos un poquito menos infelices. Es verdad, los grandes problemas que tenemos y que en parte nos los hemos buscado votando a quienes votamos, seguirán ahí, pero de vez en cuando, en ratos de asueto, en un rincón de nuestra casa, con un tablero de ajedrez o con una tableta electrónica, podremos reproducir alguna partida de nuestro ogro favorito y pasaremos un ratito entretenidos pensando: ¿quién pudiera tener un celemín del talento de este ogro? Y, al menos, estaremos un ratito distraídos y hasta felices, al menos durante ese ratito. Es verdad, después todo será igual, pero ese ratito ya no nos lo podrán quitar. Si vuelves, bienvenido Garri, esperamos tus partidas.

¿Vuelve Garri al tablero?