lunes. 29.04.2024
cambio_climatico

Los desequilibrios climático-ambientales y las desigualdades sociales mundiales se vienen produciendo de forma creciente y asimétrica a lo largo de la reciente historia de la humanidad, aunque se han hecho mucho más palpables en los últimos cinco decenios. Pero, quizá esta “ecocrisis” planetaria (climática, biodiversidad, contaminación), que ahora percibimos más claramente y vinculada con otras crisis económicas y sociales, sea el fenómeno que mejor ha contribuido a esclarecer la incongruencia de los modelos capitalistas de producción, consumo y desarrollo basados en un crecimiento material continuo que impone inaceptables costes sociales y ambientales frente a los beneficios aportados.

Estos últimos años ha cambiado aún más la percepción social sobre la dramática transformación ambiental a nivel mundial que está influyendo en todas las sociedades y en todos los aspectos de nuestras vidas. Una gran mayoría de los ciudadanos europeos, especialmente los jóvenes, manifiestan en encuestas del Eurobarómetro que los problemas relacionados con el cambio climático, la salud y el medio ambiente son los principales retos mundiales que afectan al futuro de la UE, y que la lucha contra estos desafíos puede contribuir a mejorar el bienestar y la salud general, además de reducir la presión sobre la salud mental de un progresivo número de personas afectadas por el síndrome de “ecoansiedad”.

Nuestro planeta ya sufre un aumento de temperatura de 1,2 ºC en relación con la era preindustrial

A medida que pasan los años va aumentando la conciencia ecológica de la ciudadanía por la contundencia de la información científica disponible sobre la creciente degradación ambiental. La mayoría de los ecosistemas naturales está sufriendo una fuerte degradación junto con una reducción de la vida silvestre y una pérdida de especies que nos conduce a la “sexta gran extinción” masiva. Pero, sin duda el fenómeno del cambio climático se está haciendo cada vez más palpable. Nuestro planeta ya sufre un aumento de temperatura de 1,2 ºC en relación con la era preindustrial. Pero, de acuerdo con las tendencias actuales probablemente no se pueden alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, esto es: “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C”. Con lo cual, aumentan considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático (IPCC, 2021) (i).

En este año 2023, la percepción ciudadana sobre el calentamiento global y el deterioro ecológico empeora porque se están dando impactos ambientales aún más preocupantes que en los más calurosos años anteriores. Este verano pasado ha sido el más cálido en el planeta, al menos, desde que existen registros a partir de 1850, con una temperatura promedio de 16,77°C, es decir, 0,66°C por encima de la media, que ha afectado especialmente al hemisferio norte. Las consecuencias han sido intensas olas de calor que han batido récords, así como devastadores incendios como los de Canadá, Grecia y España (Tenerife) y otros fenómenos extremos como las lluvias e inundaciones sin precedentes en Hong Kong, Delhi y Pekín, a lo que se suman las tormentas del mediterráneo, entre las que destaca el más reciente ciclón Daniel sobre Libia que ha provocado inundaciones con más de 10.000 muertos.

En Europa la temperatura media en verano fue de 19,63 °C, 0,83 °C por encima de la media, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE. En el caso de España, durante el 2022 se superaban los mayores aumentos de temperatura sobre el año 2021, pero este verano de 2023 ha sido el más caluroso desde el comienzo de la serie de datos en 1961 y, por tanto, también el tercer verano más cálido del siglo XXI, siendo esta época estival casi cinco semanas más prolongada que hace cuatro décadas, según un informe de la AEMET.

Esto tiene consecuencias ruinosas a nivel nacional para el equilibrio ecológico, la salud, y la economía, debido a los mayores riesgos de incendios, alteraciones hídricas, así como por los impactos en los ecosistemas, la agricultura y en la salud de las personas.

Como afirma el secretario general de la ONU, António Guterres, ya hemos pasado del calentamiento global a la era de la “ebullición global”la solución climática es urgente porque "la humanidad ha abierto las puertas al infierno".

Ya no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas que impidan afrontar los desafíos ambientales globales y evitar el riesgo, incluso, de entrar en una crisis existencial

Ya no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas que impidan afrontar los desafíos ambientales globales y evitar el riesgo, incluso, de entrar en una crisis existencial. La ciencia nos advierte que el tiempo para la acción se agota porque se sobrepasan los límites planetarios y aumenta la exposición a procesos cada vez más insostenibles e irreversibles. Las investigaciones científicas nos avisan que la velocidad y contundencia de la perturbación de nuestro clima y de nuestros ecosistemas ya es peor de lo que se pensaba, y se está moviendo más rápido de lo previsto. Hasta ahora se había constatado que de los nueve límites planetarios, que determinan la resiliencia del sistema terrestre, las actividades humanas habían provocado que en el sistema Tierra se traspasaran cuatro de estos límites: el clima, la biodiversidad, el cambio en el uso de la tierra (deforestación) y los ciclos biogeoquímicos (predominantemente el uso excesivo de fósforo y nitrógeno en los fertilizantes). Pero, incluso investigaciones más recientes, ya contemplan el sobrepasamiento de otros dos nuevos y apuntan que la transgresión está aumentando en todos los casos (excepto en el de la degradación de la capa de ozono), tal como se ha publicado en la revista Science Advances, reflejando la tercera actualización de un sólido marco investigador multidisciplinar e internacional (Richardson et al., 2023) (ii).

A pesar de todo, los científicos no niegan que todavía no haya tiempo para actuar, aunque cada vez sea más tarde. Todo dependerá de si hay voluntad de cambio para abordar urgentemente los grandes desafíos. Pero paradójicamente, con frecuencia se repite el mantra de que el mayor desafío sigue siendo la cuestión de la “voluntad política”, como se señalaba en la Cumbre de Naciones Unidas de 2022, Estocolmo+50. Y, así, frente a otras visiones más catastrofistas o “colapsistas”, afloran opiniones optimistas planteando que si hay ambición de cambio siempre se pueden encontrar soluciones y caminos. Sin duda, se necesitan líderes políticos, empresariales, científicos y sociales lo suficientemente audaces y valientes para provocar cambios transformacionales del sistema dominante que permitan reducir la inmensa presión que está ejerciendo sobre el medio ambiente y aliviar las desigualdades sociales que las sociedades vienen sufriendo de forma acumulativa en estos tiempos modernos.

Las generaciones presentes, un tanto desconcertadas, están viviendo durante estas últimas cinco décadas una serie de crisis globales encadenadas e interrelacionadas. Después de la “crisis de los 70”, que no solamente fue energética (crisis del petróleo de 1973), sino que puso de manifiesto la “crisis del desarrollismo” y la “crisis del medio ambiente”, hemos ido enlazando un shock tras otro, llegando a la Gran Recesión iniciada en 2008 por el colapso financiero, para seguir, más recientemente, con la pandemia de la Covid-19 en 2020, con sus enormes impactos en la salud global, y la guerra en Ucrania en 2022, que han originado graves tensiones económicas internacionales y han agudizado los conflictos geopolíticos por la competencia sobre los recursos y los reequilibrios de poder. Todas estas disrupciones están haciendo aún más visibles las debilidades de los estilos de desarrollo, así como la dependencia humana del medio ambiente y las nefastas consecuencias de su sobreexplotación.

Pero todo ello, se viene produciendo en un contexto de un proceso acumulativo de cambio ambiental global que de forma simultánea e interconectada se manifiesta por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los usos del suelo, la contaminación y la destrucción de la naturaleza. Y esto es consecuencia de una “economía de crecimiento” hiperglobalizada y movida por un motor de energía fósil que conlleva crecientes desequilibrios ecológicos y que impone mayores costes externos y desigualdades sociales mundiales. Sin duda, las multicrisis conectadas están reflejando la propia inconsistencia del modelo civilizatorio occidental, mostrando la fragilidad de sus insostenibles estilos de vida occidentales, así como la incapacidad de las estrategias y políticas ambientales dirigidas mayoritariamente hasta ahora con un enfoque correctivo (escasamente preventivo) para atajar la crisis de sostenibilidad global que amenaza la convivencia de la humanidad con la Ecosfera (iii).

Es ya inaplazable afrontar la emergencia planetaria y encarar la gran “transición socioecológica” del siglo XXI

Asegurar un futuro común de la humanidad en armonía con la naturaleza exige unas actuaciones contundentes en el decenio 2020-30. Una década que es de vital importancia para revertir la situación y cambiar el rumbo, pero con la mirada bien puesta en la configuración de una gran transformación desde 2050 hacia un mundo más sostenible, resiliente y equitativo. Ya es inaplazable afrontar la Emergencia Planetaria y encarar la gran “transición socioecológica” del siglo XXI por sendas sostenibles y procesos coevolutivos de la humanidad en el ecosistema global. Porque, si no es ahora, ¿cuándo? No podemos esperar y no podemos equivocarnos para afrontar nuestro futuro común.

Antropoceno

La etapa actual no tiene precedentes en nuestros 200.000 años como especie en la que los humanos se han convertido ahora en una fuerza geológica, identificada como el Antropoceno, según se ha definido científicamente (Crutzen. y Stoermer, 2000) (iv). Un nueva era, como señalan los científicos, en la que las presiones humanas han puesto al sistema Tierra en una trayectoria que se aleja rápidamente del estado estable del Holoceno de los últimos 12.000 años, de tal manera que estos rápidos cambios en el planeta, impulsados principalmente por sistemas sociales y económicos que se basan en la extracción, la producción y el consumo insostenible de recursos, socavan los sistemas críticos que sustentan la vida, de tal manera que, finalmente, se podrían alcanzar “puntos de no retorno” que desestabilizarían irreversiblemente el sistema Tierra, reduciendo su resiliencia e impidiendo funcionar a la humanidad dentro “espacios operativos seguros" (Rokstrom, et al., 2021) (v).

En los cinco últimos decenios la población mundial se ha duplicado y para 2050 se espera que alcance los 9.500 millones

Pero si, ciertamente, la humanidad ha entrado ahora en la nueva época del Antropoceno, ha sido con la entrada del capitalismo cómo se ha ido marcando una trayectoria de mayor inseguridad ecológica que se inicia a partir de la Primera Revolución Industrial, si bien se impulsa decisivamente con el crecimiento exponencial económico-demográfico-urbano del último siglo y la “gran aceleración” que tuvo lugar después de 1950 (Stefen, 2018) (vi). En los cinco últimos decenios la población mundial se ha duplicado (desde los 3.700 millones a más de los 8.200 actuales) y para 2050 se espera que alcance los 9.500 millones, de los cuales el 70% vivirá en ciudades. Al tiempo, se ha quintuplicado el crecimiento total de la economía mundial, aunque sus efectos positivos no siempre se han traducido en verdadero desarrollo humano y bienestar social. Pero, invariablemente, el crecimiento material se ha producido a costa de un impacto desmesurado a gran escala en el medio ambiente, lo que conlleva una progresiva desestabilización de los mismos sistemas de los que depende nuestra supervivencia, con la incongruencia de dar por sentado la disponibilidad ilimitada de la Tierra (UNEP, 2021) (vii).

Capitaloceno

Sin embargo, el término Antropoceno oculta el dominio histórico del capital en el desarrollo humano. En consecuencia, más propiamente deberíamos hablar del Capitaloceno. Porque más que una “edad del hombre”, donde el ser humano decide los designios del planeta, asumiendo un ambiguo y abstracto sentido de responsabilidad colectiva sobre su impacto y apropiación del mundo natural, en realidad, estaríamos en la “edad del capital”, en la medida que el capital está siendo el gran modificador del mundo moderno y es el gran responsable de la actual situación de “emergencia planetaria”. Incluso, teniendo en cuenta el economicismo que impulsa los prevalecientes patrones de consumo y producción se podría definir una propia etapa de “Econoceno”, consecuente con la economía globalizada.

El proceso de expansión del sistema capitalista mundial, desde sus inicios en la industrialización, ha tenido en la sobreexplotación del ser humano y de la naturaleza sus fundamentos principales, tanto por sus efectos sociales de dominación, concentración de la riqueza y desigualdades sociales, como por sus secuelas de esquilmación de recursos naturales, contaminación, y desequilibrios ecológicos. Pero la senda de los últimos decenios del capitalismo global, ha reforzado un modelo económico que lleva aparejado un crecimiento desequilibrado, insostenible, generando una prosperidad desigual, con una buena vida solo para unos pocos y persistentes desigualdades sociales, pero con un deterioro constante de la naturaleza que nos ha llevado a la situación crítica actual de sobrepasamiento de los límites ambientales y de emergencia planetaria. Sin embargo, un sistema terrestre estable es un requisito previo tanto para el desarrollo humano como para la propia evolución del sistema capitalista.

Seguramente, necesitamos otra cosmovisión, otra forma de ver e interpretar el mundo, y también otra manera de entender el progreso y las relaciones humanas con el medio ambiente. Avanzar hacia una gran transformación de todo el sistema socioecológico (”socioecosistema” del sistema humano integrado en la naturaleza), requiere orientar las estrategias políticas, socioeconómicas y ambientales en favor de la sostenibilidad global en un contexto de “cambio civilizatorio”. Esto afecta a la misma esencia del sistema capitalista y al modelo económico dominante. Los patrones de producción, consumo y finanzas tienen que reajustar su estructura y funcionamiento por vías sostenibles, resilientes y equitativas para, en primer lugar, detener y revertir las tendencias actuales, pero sobre todo, para reenfocar definitivamente sus fundamentos teóricos y operativos en favor de la  salud y el bienestar económico, social y ambiental.  

Otro futuro orientado a la “salud planetaria” es posible, pero solo con “otro capitalismo” y “otra economía”. “Otros” sistemas y modelos… Que puedan entender mejor la interdependencia vital entre las economías, las sociedades y el mundo natural. Que afronten un nuevo sentido de “progreso coevolutivo” de la humanidad con la biosfera.  Que estén al servicio de los ciudadanos, la naturaleza, el clima y del planeta. Que tengan por objetivo asegurar un “bienestar sostenible” superando el paradigma dominante del crecimiento económico bajo la ideología de la “crecimanía” y el imperio del PIB. Que apuesten por un cambio radical del metabolismo de la sociedad posindustrial para engranar solidariamente la economía mundial con la ecología global.

Luis M. Jiménez Herrero, Presidente de la Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades (ASYPS)

'Emergencia planetaria y transición socioecológica', de Luis M. Jiménez Herrero (Ecobook)

NOTAS

(i) IPCC Climate Change 2021: The Physical Science Basis (eds Masson-Delmotte, V. et al.), Cambridge Univ. Press, 2021.
(ii) Richardson, K et al., (2023), “Earth beyond six of nine planetary boundaries”,  SCIENCE ADVANCES | RESEARCH ARTICLE, Sci. Adv. 9, eadh2458 (2023),  Vol 9, Issue 37, 13 September 2023, DOI: 10.1126/sciadv.adh2458.
(iii) Jiménez Herrero Luis M. (2023), Emergencia planetaria y transición socioecológica. Gobernar un futuro sostenible y resiliente en alianza con la naturaleza. Editorial Ecobook, 2023.
(iv) Crutzen, P. J. y Stoermer, E. F., (2000). “The ‘Anthropocene”, Global Change Newsletter 41: 17–18.
(v) Rockstrom, J. et al (2021), “Identifying a safe and just corridor for people and the planet”. Earth’s Future 9, e2020EF001866 (2021).
(vi) Steffen, W. et al(2018), “Trajectories of the Earth system in the Anthropocene”. Proc. Natl Acad.Sci. USA 115, 8252–8259 (2018).
(vii) UNEP (2021), United Nations Environment Programme, Making Peace with Nature: A scientific blueprint to tackle the climate, biodiversity and pollution emergencies (2021) Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Nairobi, 2021

Emergencia planetaria en la era del Antropoceno, ¿o mejor Capitaloceno?