sábado. 27.04.2024
TRASTORNO BIPOLAR Y CICLOTIMIA

Cuando se vive entre la euforia y la depresión

El Trastorno Bipolar y la Ciclotimia son dos trastornos que evolucionan con picos y valles (subidas y bajadas) que marcan la vida tanto de quienes los sufren como sus convivientes.

Gustav Mahler y Freud
Gustav Mahler y Sigmund Freud.

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"He tenido que avanzar toda mi vida con bolsas de tierra atadas a mis pies"

"Con las alas que conquiste para mí he de volar"


Esta dos frases del compositor Gustav Mahler (1860-1911) nos muestran el afán de superación y el esfuerzo titánico que tuvo que hacer a lo largo de su vida para convivir con sus rasgos obsesivos y, fundamentalmente, con una bipolaridad en su estado anímico que le hacía fluctuar cíclicamente desde un eufórico y productivo bienestar hasta las profundas depresiones en las que tantas veces se vio sumido.

Desde su más tierna infancia, la amenaza de la muerte marcó lacerantemente a Gustav Mahler y actuó como catalizadora de gran parte de sus vivencias y sentimientos debido a que, mucho antes de su adolescencia, fue testigo de la muerte de seis de sus hermanos y el suicidio de otro de ellos.

No es descabellado afirmar que Mahler vivió las dos primeras décadas de su vida en medio de una sucesión de interminables duelos de entre los cuales, el que más le afectó fue el que siguió a la muerte de su hermano Ernst (el más próximo a él en edad), un acontecimiento que le marcó de por vida, le inspiró en sus composiciones musicales e impregnó la temática de muchas de sus obras.

Como respuesta a la adversidad, el pequeño Gustav optó por sumergirse en su propio mundo como un mecanismo de evasión de la triste realidad que le rodeaba, no solo ya por la impronta de la sempiterna muerte de tantos seres queridos, sino también por las consecuencias del carácter violento y dictatorial de su padre quien, con su comportamiento neurótico, llenó de dolor la vida de su resignada esposa y de todos sus hijos.

A comienzos del verano de 1907, cuando Mahler estaba a punto de cumplir cuarenta y siete años, el destino quiso que se enfrentara de nuevo con el fantasma de la muerte, esa constante que siempre le acompañó y tanto le hizo sufrir.

Como consecuencia de una difteria complicada y tras una desesperada traqueotomía de urgencia, la pequeña María (a quien todos llamaban Putzi), hija de Gustav Mahler y Alma Schindler, falleció cuando estaba a punto de cumplir los cinco años de vida. Este acontecimiento marcó el principio del fin de la vida de un hombre cuya salud mental, y hasta física (cuarenta y ocho horas después de la muerte de Putzi un médico reconoció a Mahler y le diagnosticó una grave cardiopatía que pocos años después acabaría con su vida), entraron en un franco y extenuante declive.

Freud dijo que ningún compositor había conseguido expresar de un modo tan conmovedor como Mahler la lucha entre el Eros y el Tanatos

La melancolía hizo acto de presencia en cada uno de los días de la vida del compositor, y durante una de sus muchas depresiones, su amigo y discípulo Bruno Walter le sugirió la idea de que consultara con un afamado psicoanalista vienés de origen judío (como Mahler) llamado Sigmund Freud. Tras varios e infructuosos intentos, Mahler y Freud tuvieron un encuentro la tarde del 26 de agosto de 1910. La reunión dio lugar a una de las más singulares y atípicas sesiones (por lo heterodoxo del procedimiento) de la historia del psicoanálisis. En realidad, la consulta consistió en una walking -talking-cure de cuatro horas de duración mantenida por ambos mientras paseaban por las calles de la ciudad universitaria de Leiden. Freud manifestaría a posteriori que nunca había encontrado a un paciente que asimilara tan rápidamente la esencia del psicoanálisis.

A lo largo de cuatro horas, Mahler reconoció todos sus complejos, todos sus miedos (sobre todo a la muerte) y también su compresión ante el hecho de que su esposa hubiera buscado en otro hombre algo que él, por su su especial carácter y sus episodios de impotencia, rara vez podía ofrecerle.

Transcurridos muchos años, y aludiendo a la música de Mahler, Sigmund Freud dijo que ningún compositor había conseguido expresar de un modo tan conmovedor como él la lucha entre el Eros y el Tanatos.

También Freud especuló acerca de que ciertas experiencias infantiles vividas por Mahler, intervinieran en la génesis de su neurosis y en la inspiración de sus composiciones.

Ciertamente, en toda la obra de Mahler encontramos múltiples ejemplos de contrastantes polifonías que emanan de lo que fue su permanente y fluctuante estado anímico alterado. Lo alegre y lo dramático. Lo banal y lo trascendente. La euforia y la depresión. Ciclos que indeflectiblemente se alternaban en la mente del compositor y unos síntomas que hoy, desde la perspectiva de la moderna psiquiatría, inducen al diagnóstico retrospectivo de un más que probable trastorno bipolar.

Alberto Soler Montagud | Médico y escritor 

Para este post he utilizado como fuente un artículo escrito conjuntamente con Clotilde Sarrió Arnandis

Cuando se vive entre la euforia y la depresión