domingo. 28.04.2024
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Sanitarios durante un acto de homenaje por el 11M. (Imagen: Internet)

Ahora que se cumplen 20 años de los atentados del 11 M me parece oportuno comentar alguna experiencia personal de aquel desdichado día que abunda en un tema distinto de la manipulación y ocultamiento que se produjo por parte del gobierno del momento y que abunda en un aspecto importante de nuestra sociedad.

Ese día y al conocer las noticias de los atentados me dirigí a urgencias del hospital y me la encontré abarrotada, pero no de heridos y/o enfermos sino de personal de todas las categorías (medicina, enfermería, celadores, administrativos, etc.) que estaban allí para ofrecer sus servicios y colaborar en la atención de los heridos que llegasen, algunos de ellos habían acabado de trabajar (salientes de guardia, finalización del turno de noche) y estaban dispuestos a continuar trabajando si era preciso. 

Lo primero que se nos comentó es que no había constancia de que hubiera niños entre los heridos y que por lo tanto no existía la necesidad de reforzar la urgencia, por lo que lo mejor era que todos nos fuéramos a nuestro trabajo habitual, y en todo caso si lo deseábamos podíamos dejar nuestros nombres y forma de contacto por si las cosas se complicaban. También nos dijeron que en las estaciones ya había personal suficiente para la asistencia y que solo podríamos estorbar.

Hasta aquí digamos que lo esperable, en una catástrofe es de razonable que los trabajadores sanitarios estén dispuestos a hacer un esfuerzo especial para reforzar la asistencia sanitaria, pero lo que más me sorprendió, es que al acudir a las salas de hospitalización hubo un grupo importante de madres y padres que se dirigieron a nosotros diciéndonos que sus hijos no estaban tan graves y que si necesitábamos las camas podíamos darles de alta porque querían colaborar y que hubiera camas libres para quienes en ese momento lo precisaban más.

De nuevo les trasladamos la información que teníamos, y la ausencia de necesidad de camas pediátricas, con todo les señalamos que si se producía un cambio en la situación se lo haríamos saber, y que en nuestra opinión si querían colaborar lo mejor que podían hacer era donar sangre que, obviamente, era una necesidad importante, lo que me consta hicieron algunos de ellos.

Es bueno que en estos momentos en que sobre todo nos fijamos en los miserables que intentaron manipular a la opinión publica, recordemos la enorme oleada de solidaridad, apoyo y generosidad que ha caracterizado en momentos críticos a los trabajadores sanitarios y a la población de nuestro país, y que volvió a producirse durante la pandemia.

Por mucha maldad que haya en quienes desgraciadamente protagonizan la generalidad de las noticias, la ciudadanía tiene mayoritariamente una gran capacidad de mutuo apoyo, tan espontáneo como admirable. Esa es nuestra gran fortaleza como país y nuestro orgullo, no nos dejemos embaucar por quienes viven de la crispación y el enfrentamiento. Juntos podemos.

Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública

Recuerdos del 11 M