viernes. 26.04.2024
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Foto de archivo EFE

Las personas migrantes padecen una clara repercusión emocional como consecuencia de factores psicosociales, estrés y una serie de duelos derivados de su proceso migratorio. Este estrés agudo que padecen puede repercutir en el área emocional con trastornos afectivos, de ansiedad o con la presencia de estrés postraumático. Se ha denominado Síndrome de Ulises al provocado por el estrés crónico en población migrante. En España en un estudio realizado por el SAPPIR, este síndrome se da sobre todo en inmigrantes latinoamericanos y subsaharianos, jóvenes, entre 30 y 40 años, que llevan de dos a cinco años en España.

A estos efectos genéricos en la inmigración se añade en estos momentos que vivimos el impacto de la Covid19

Todas las medidas tomadas por los gobiernos para frenar la pandemia, en especial las medidas de restricciones de movilidad, ha tenido como primera consecuencia dejar de tener relación con sus redes de apoyo o sentir temor a una deportación forzada. La incertidumbre de su situación ha repercutido en su estado emocional. Durante la pandemia, en muchos países ha habido violencia de género y abusos infantiles y es probable, aunque no se tengan datos que este factor también se haya dado en las poblaciones migratorias, ya que es muy probable una situación de violencia exacerbada por los factores estresores de la situación actual. 

El colectivo migratorio es uno de los más expuestos a los peligros del coronavirus en la pandemia actual. El tener contratos más precarios y por tanto una situación económica inestable, se le añade que están más expuestos al Covid19 por ejercer unos “trabajos esenciales”, que se han mantenido desde la primera ola: trabajo en residencias, hospitales o servicios de limpieza. Esta mayor exposición al virus ha aumentado la tasa de contagios en la población migrante, llegando a una situación de vulnerabilidad social.

La pandemia del Covid19 se propaga más rápidamente entre personas con dificultades para mantener distancias, que viven en viviendas con poca ventilación y con dificultades para trabajar desde casa. Todo esto hace que no sea fácil cumplir con algunas de las medidas de seguridad establecidas.

David Viscott dijo: “aceptar la vulnerabilidad, en lugar de ocultarla, es la mejor manera de adaptarse a la realidad”

Se han establecido unos factores de riesgo para la vulnerabilidad de los inmigrantes en esta pandemia:

Mayor probabilidad de contraer el virus debido a: conocimiento limitado de las conductas y medidas de prevención recomendadas, incluyendo las derivadas de barreras lingüísticas. Imposibilidad de respetar distanciamiento social debido a las condiciones residenciales. Dificultades para financiar medidas básicas de protección como mascarillas o geles hidroalcohólicos problemas preexistentes de salud.

No acceder a la atención sanitaria adecuada: Falta de acceso a la atención sanitaria adecuada. Limitaciones en esta atención por barreras lingüísticas que dificultan la comunicación con el personal sanitario. Miedo a ser denunciados en situaciones de medidas de rastreo.  

Sufrir los impactos económicos y sociales de la pandemia: Pérdida de empleo (sobre todo en sectores precarios y desprotegidos). Exclusión de las medidas sociales o paquetes específicos para contrarrestar el impacto de la pandemia debido a su estatus jurídico, como rentas mínimas o ERTES. Confinamiento en hogares poco saludables. Aislamiento y dificultad de comunicación con sus familias o con redes sociales. Fenómenos de estigmatización por su condición de extranjeros. Dificultades en la renovación de permisos o documentación básica por el funcionamiento lentificado de las administraciones en las pandemias.

La ONU explica que la Covid19 es una oportunidad para replantear la movilidad de grupos humanos. Cuatro ideas básicas deben guiar el camino:

  • En primer lugar, le exclusión es clara, y la inclusión rentable, en especial tras superar esta crisis del Covid 19, en la que se recuperará la economía.
  • En segundo lugar, se debe defender la dignidad humana frente a la pandemia, respetando plenamente los derechos humanos y los principios de protección a los inmigrantes y refugiados.
  • En tercer lugar, nadie estará a salvo hasta que todos lo estén. Por tanto, el diagnóstico, el tratamiento y la accesibilidad a las vacunas debe ser universal. 
  • En cuarto lugar, las personas en movimiento son parte de la solución. Deben eliminarse las barreras injustificadas, explorando modelos que permitan regularizar vías para los emigrantes, reduciendo las transacciones de remesas.

Por último, compartir esta reflexión de David Viscott: “Aceptar la vulnerabilidad, en lugar de ocultarla, es la mejor manera de adaptarse a la realidad”.


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