martes. 16.04.2024
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¿Cuántas veces hemos escuchado hablar en medios de comunicación, en tertulias, discursos públicos y hasta en debates de sobremesa sobre los beneficios de la llegada de población migrante? ¿Cuántas veces hemos escuchado a ese familiar, orgulloso de su propio discurso, justificar que la inmigración es buena porque contrarresta la baja natalidad de los países primermundistas? ¿Cuántas veces más escucharemos defenderla debido a que “se quedan con trabajos que aquí no queremos hacer”? Muchas, muchas veces. Incluso en alguna ocasión, nos sorprenderemos a nosotros mismos hablando de esta manera. La intención es positiva y los datos son ciertos. Combaten el casposo comentario de que la población migrante nos quita el trabajo, comentario que luce su xenofobia más penosa y excluyente. Entonces, ¿Por qué no debemos hablar en estos términos? ¿Por qué, al hablar así, nos escapamos de nuestra propia intención e, incluso, fomentamos la xenofobia

La estadística es una herramienta realmente importante a la hora de analizar y sintetizar datos, especialmente útil en las ciencias sociales. Gracias a ella, a raíz de una serie de números medidos a lo largo del tiempo- como por ejemplo las tasas de paro según la nacionalidad o el número de mujeres extranjeras con situación laboral activa- extraemos una posible interpretación. En otras palabras, los datos, que no son más que números y porcentajes sin ningún tipo de cuestión al respecto, pueden medirse y compactarse a través de modelos estadísticos y dar lugar a interpretaciones solemnes y de gran notoriedad que nos permitan entender el mundo. 

Así, gracias a la interpretación de modelos estadísticos podemos entender un hecho concreto y real cuando leemos que un titular dice “El 38% de la juventud española está en una situación de desempleo”. Podemos no solo opinar, sino contar con datos fiables, con realidades sociales. Sin embargo, no todo es tan positivo. La interpretación siempre va acompañada de una intencionalidad. Respecto al titular anterior, ¿Qué ocurriría si en vez de aludir a ese porcentaje dijéramos “El 62% de los jóvenes está en una situación laboral activa”? En el primer caso, nos hemos referido al 38% del total de la juventud con la intención de hacer hincapié en la población juvenil en paro. En el segundo caso, nos hemos referido al 62% del total de la juventud para hacer hincapié en los que sí se encuentran trabajando. Depende de cómo se formule la frase, de lo que se quiera dar a destacar y de la interpretación de los lectores se extraerá un discurso, no siempre tan objetivo y fiable como dice ser la estadística. Pero ¿Qué tiene que ver todo esto con los argumentos aparentemente en contra de la xenofobia? 

La reducción de todo principio o cuestión a una relación entre los beneficios y las pérdidas es una de las cuestiones menos exitosas del liberalismo casi desde su aparición en Europa hace siglos

Ocurre que, independientemente de que tu intención sea positiva y partas de cierta veracidad estadísticaargumentas con interpretaciones que pueden ser perfectamente invertidas a la contraria según la subjetividad y la ideología del que habla. No estás hablando sostenido sobre ningún principio, sino solo contrarrestando datos. Así, te encontrarás con datos y estadísticas intencionalmente xenófobas, de la misma manera que también encontrarás con datos orientados hacia la inclusividad. Como no hay principio que las sustente, son equivalentes. 

Podemos comprobar por nosotros mismos como la intencionalidad de las encuestas es vital para su interpretación en las numerosas y cuestionables estadísticas con las que VOX justifica su xenofobia, como los famosos datos sobre los menores extranjeros no acompañados. Combatir estas interpretaciones xenófobas de VOX no debe hacerse por medio de datos y más datos que justifiquen lo contrario. Estos datos tienen que venir acompañados de principios no sometidos a discusión. Si no, lo que estamos logrando es que la población migrante se encuentre sometida a tener que justificar su llegada a los países europeos en base a una interpretación positiva de sus datos, cuando la circulación universal de personas no está sometida a discusión. La población migrante no tiene que aportar datos positivos a la economía o al crecimiento de los países para poder ser aceptada. 

En determinadas cuestiones, para discutir sobre ellas, hay que hablar sobre algo sólido por encima de la acumulación de datos y las estadísticas. En cuestiones que puedan orientarse hacia el racismo, la exclusión y la xenofobia es cuanto menos peligroso sostener tu defensa con datos estadísticos, pues siempre se relativizan. Apoyarse sobre datos para hablar sobre migración es equivalente a justificar la existencia de los derechos humanos con datos estadísticos. Nos parecería realmente extraño escuchar a alguien justificando los derechos humanos mediante datos y no mediante principios. Le responderíamos “no, el derecho a la libertad de expresión o a la vida existe porque debe existir, y ya está, da igual lo que diga este informe”. La cuestión de la migración es equivalente a esta. Hay ciertos principios que no son justificables por las cosas buenas que nos proporcionan, sino porque deben ser de cierta manera y ya está.

La reducción de todo principio o cuestión a una relación entre los beneficios y las pérdidas es una de las cuestiones menos exitosas del liberalismo casi desde su aparición en Europa hace siglos. Es necesario que replanteemos ciertos argumentos que hacemos, con muy buena intención y basados en datos ciertos, pero sostenidos sobre la meritocracia y los beneficios de un determinado nosotros. Los beneficios y las pérdidas no son indiferentes a la hora de analizar los sucesos, pero sí que son indiferentes a la hora de establecer la legitimad o no de principios básicos. Hay cosas que no están sometidas a los datos.  

Las cosas van todavía más lejos. Esta costumbre de contrarrestar y contrarrestar datos para buscar algo positivo que justifique principios que no deberían estar sometido a discusión nos lleva a llenarnos de xenofobia liberal. Leemos “Rey zapata, de origen dominicano, ha conseguido una medalla de plata para España. La inmigración aporta a España. El racismo no” y creemos que realmente no tenemos xenofobia interiorizada. También es de recalcar el caso de Ibrahima Diack, hombre senegalés, que, al ayudar y proteger al joven asesinado en la coruña, ha sido considerado merecedor de una regulación de sus papeles. Creemos que ensalzar las acciones de la población extranjera en base a lo que nos beneficie implica defenderla, cuando realmente implica condicionar sus derechos, su libre circulación y su existencia en base a si sus acciones son buenas o no

No todo son datos, no todo son intenciones. La próxima vez que creas que hablar sobre los beneficios de la inmigración y de la población extranjera es defenderla, es preciso parar un poco y ver que es lo que estás haciendo realmente. 

La xenofobia se perpetúa cuando solo hablamos de la población extranjera según sus...