domingo. 28.04.2024
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Asistí hace poco a una magnífica presentación de un libro firmado por Nuria Sánchez Madrid y que se titula “La música callada: el pensamiento social de la Edad de Plata española”. Tuvo lugar en MetaLibreria e intervinieron Santi Alba Rico y José Luis Moreno Pestaña. Esta circunstancia propició que César Rendueles, compañero mío en el Instituto de Filosofía del CSIC, invitase a Pestaña para dar una charla en la sala José Gaos del IFS. Tuve así ocasión de conocer las actividades relacionadas con su Cátedra sobre Filosofía Social de la Discriminación Corporal. Su origen es curioso. Alguna organización sindical se interesó por las tesis vertidas en “La cara oculta del capital erótico: capitalización del cuerpo y trastornos alimentario”, lo cual dio lugar a una colaboración entre la Universidad granadina y el Instituto de la Mujer. La presentación daba mucho que pensar y lamenté no poder quedarme al coloquio posterior.

Nuestro imaginario colectivo tiene grabado a fuego algunos estereotipos como el de la rubia guapita y tontaina o el cachas al que te resistes a ver como alguien sensible. La película “Chinas“ nos dice mucho a este respecto. Ciertos rasgos faciales nos hacen atribuir una determinada lengua o nacionalidad, e incluso ideología, como hizo Estados Unidos con los americanos de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Una parte de su población es afroamericana o latina, pero los blancos pretenden ser más autóctonos que las tribus indígenas masacradas en la conquista del oeste.

Siempre ha predominado el arte del simulacro y el culto exacerbado a las apariencias, pero ahora es una tiranía permanente al margen de tu clase social

La publicidad utiliza cuerpos esculturales y rostros angelicales para vender perfumes o coches. Henos de ser eternamente jóvenes y arrebatadoramente fotogénicos. En vez de preocuparnos por la lozanía espiritual y mantener una curiosidad infantil que se reflote cada día, nos preocupamos por nuestra imagen, retocándola en las fotos y castigándola con mil recursos efímeros que nos roban energías dignas de mejor causa. Siempre ha predominado el arte del simulacro y el culto exacerbado a las apariencias, pero ahora es una tiranía permanente al margen de tu clase social.

A Moreno Pestaña le preocupan las imposiciones que ciertos empleos ejercen sobre nuestros cuerpos. No le interesan las estadísticas porque ofrecen una foto fija y entiende que debe hacerse un seguimiento prologando de la evolución, para calibrar las consecuencias que a medio y largo plazo puedan tener unas demandas que modifican hábitos e incluso a veces pueden generar patologías graves, tanto físicas como mentales. La culpa inicial se convierte luego en un sentimiento de rabia por haber cooperado voluntariamente a la propia explotación, elegida como mal menor ante la exclusión.

Habría que determinar si ciertas exigencias responden a necesidades técnicas o sin más bien de índole arbitraria. Obsesionarse con la delgadez y someterse a dietas absurdas puede quebrantar seriamente la salud. Pasa por obesidad mórbida lo que dista de serlo y en cambio se idolatra un tipito que puede ser malsano. Usar tacones altos no parece muy bueno para la espalda y no es el mejor calzado para trabajar de pie todo el santo día. Son obviedades que pese a ello conviene recordar. La lista de imposiciones explícitas y subrepticias es harto abigarrada.

Los algoritmos de la IA difícilmente no recogerán sesgos interiorizados en el arquetipo cultural hegemónico

Los algoritmos de la IA difícilmente no recogerán sesgos interiorizados en el arquetipo cultural hegemónico. A la hora de seleccionar personal algunas empresas operan como si estuvieran haciendo un casting cinematográfico, descartando a priori ciertas candidaturas por sus rasgos, hábitos e indumentaria. Una vez contratada la gente, vendrán unas exigencias relativas al atuendo, el corte de pelo y lo que se tercie. No está nada claro que tales demandas respondan a una mayor funcionalidad y sin embargo está muy claro que algunas pasan factura en lo tocante a la salud.

Siguiendo la tesis planteada por Bloch en “Derecho natural y dignidad humana”, Moreno Pestaña nos propone partir del sufrimiento provocado por el fracaso para catalogar los excesos cuyas consecuencias no son de recibo y debieran verse recogidos en los convenios laborales. El estudio de tal constelación de problemas aparentemente menores no puede conformarse con la foto estática recogida por entrevistas puntuales y datos estadísticos. Su metodología requiere hacer un seguimiento prolongado para obtener una cartografía dinámica donde se recoja la evolución del proceso. Merece la pena prestar atención a esta loable iniciativa relacionada con los derechos laborales y sociales de la muy precarizada clase trabajadora.

Informe sobre discriminación corporal en el trabajo | José Luis Moreno Pestaña (PDF)

Los estereotipos y la discriminación corporal