Bajo el lema ‘Abrazamos a Justa: tenemos su estación, pero nos falta su calle', la Plataforma Calles Dignas-Justa Freire ha convocado una singular marcha para reivindicar una vez más que se recupere el nombre de la maestra para la calle actualmente llamada ‘General Millán Astray’.
Como conocen los lectores de Nuevatribuna, esta lucha viene de largo. En 2017, el entonces gobierno municipal de Manuela Carmena aprobó el cambio de nombres de varias calles en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica de 2007, pero en algunas de ellas dicho cambio fue anulado en 2021 por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid al entender que se estaba aplicando erróneamente la normativa.
En octubre de 2022 y a iniciativa de varias organizaciones memorialistas, los grupos de la izquierda en el Ayuntamiento de Madrid, ya bajo el mandato de José Luis Martínez-Almeida en coalición con Ciudadanos, presentó una iniciativa para que, por la vía ordinaria, se devolviera los nombres aprobados por el anterior equipo de gobierno a siete calles, entre ellas, la de Justa Freire, pero la propuesta fue tumbada por las derechas.
Tanto el PSOE como Más Madrid acusaron a los concejales del bloque de las derechas (PP, Vox y C’s) de vulnerar con su voto en contra la nueva ley de Memoria Democrática, que entró en vigor justamente cinco días antes de la votación en el pleno del ayuntamiento y que, a diferencia de la de 2007, es más precisa a la hora de determinar las obligaciones de los poderes públicos en cuanto a nomenclatura del callejero u otros símbolos franquistas.
Especial indignación causaron las declaraciones del concejal del PP Borja Fanjul Fernández-Pita vertidas en el pleno municipal, al que la izquierda acusó de “faltar por completo a la verdad histórica”. La Plataforma Calle Maestra Justa Freire denunció las “inaceptables palabras” del dirigente ‘popular’ ante varias instituciones, entre ellas el Defensor del Pueblo.
Pues bien, un año después, el colectivo volverá a las calles para exigir que el nombre de la maestra sea restituido. Será el sábado 7 de octubre con un acto abierto para todo aquel que quiera participar en la cadena humana que unirá la estación de RENFE-cercanías Maestra Justa Freire, con la calle que tuvo ese mismo nombre pero que lo perdió “para perpetuar la memoria de un colaborador destacado de la dictadura franquista: el general Millán Astray”.
A las 12 h., las personas participantes se irán desplegando desde la estación y cuando alcancen el objetivo, se reagruparán en el punto final de la cadena para continuar en manifestación hasta el mural que reivindica la memoria de Justa Freire.
La convocatoria está abierta a inscripciones. Tras la manifestación se realizará un sorteo de libros entre todas las personas inscritas en la cadena.
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UNA MUJER EJEMPLAR
“Era una maestra cien por cien, apasionada de la educación, muy competente y muy moderna, independiente y con mucho carácter y personalidad. Una mujer ejemplar”, afirma el profesor Carlos Díez Hernando.
Justa, natural de Zamora donde estudió magisterio y obtuvo por oposición la plaza, ejerció de maestra desde muy joven, primero en Ávila y después en Madrid donde desarrolló plenamente su carrera. Ya era profesora antes de la República.
En 1918 se afilió a la federación de enseñanza de UGT que tiene publicada una reseña sobre ella. En aquella época, la mayoría de los trabajadores estaban afiliados a un sindicato. Pero la maestra no era ninguna activista política sino una pedagoga de profunda vocación.
Era una mujer de creencias religiosas pero muy avanzada a su tiempo. Soltera, nunca se casó, decidió adoptar a dos hermanos, cuyos descendientes siguen considerándola su familia.
Su gran referente en Madrid fue el profesor Ángel Llorca, director del primer gran centro donde ella trabajó en la capital, el ‘Grupo Escolar Cervantes’ en el popular barrio de Cuatro Caminos. Por aquel entonces Justa vivía de alquiler en un pequeño y modesto piso.
Según relata Carlos Díez, su momento de madurez coincidió con el advenimiento de la Segunda República. Gracias a la Institución Libre de Enseñanza estuvo becada para realizar viajes a Bélgica y Francia y adquirir más formación pedagógica.
En 1933 se inauguraron en Madrid hasta 18 grupos escolares públicos, edificios muy grandes que albergaban un promedio de entre 800 y 900 niños y niñas y que venían a solucionar el problema de la escolarización y alfabetización. Niños muy pobres, de entre 6 y 12 años, de familias obreras, de las clases populares de lo que entonces era el extrarradio de Madrid.
También colaboró en las Misiones Pedagógicas. Justa se significó por llevar a la práctica una pedagogía muy innovadora y adelantada para la época como, por ejemplo, introduciendo experiencias reales de coeducación entre niñas y niños.
Con una nueva oposición, Justa acaba ejerciendo de directora en el ‘Grupo Escolar Alfredo Calderón’, ahora CEIP Padre Poveda.
El estallido de la Guerra Civil rompió de lleno su trayectoria profesional. La política de evacuación decretada por el gobierno republicano hizo que Justa se trasladará a la Comunidad valenciana para participar en las colonias escolares durante la guerra. Poco después regresa a Madrid para volver a dirigir su colegio.
Acabada la contienda fue denunciada y sometida a un expediente de depuración.
Fue condenada a prisión y permaneció recluida en la cárcel de mujeres de las Ventas durante tres años donde también hizo una labor educativa y creó un coro de canto. Allí coincidió con las Trece Rosas. Se la apodó como ‘Luz en sombra’. Era muy querida entre las reclusas.
Una vez fuera acabó dando clases en el Colegio Británico, un centro privado. El régimen franquista no le perdonó que hubiera participado en los programas educativos republicanos y nunca la dejó volver a ejercer su profesión en la escuela pública.
En sus últimos años, colaboró escribiendo artículos en la revista El Magisterio Español, hasta su muerte en Madrid a los 69 años de edad.
