martes. 19.03.2024
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Foto: Distrito Castellana Norte

La revolución anticapitalista será urbana o no será.
David Harvey


Madrid Nuevo Norte se presenta como un ejemplo claro del nuevo capitalismo depredador que ha encontrado en la mercantilización de la ciudad su cantera de extracción de mayores rentas y ganancias

Mucho se ha escrito y hablado sobre las virtudes (pocas) y los pecados (muchos) de la llamada Operación Chamartín, rebautizada varias veces a lo largo de los últimos veinticinco años (Desarrollo Urbanístico del Recinto Ferroviario de Chamartín, Prolongación de la Castellana, Operación Chamartín, Distrito Castellana Norte, Madrid Puerta Norte), hasta su última partida de nacimiento con el nombre de Madrid Nuevo Norte (MNN), con el que figura en el expediente de planeamiento que actualmente tramita el Ayuntamiento de Madrid.

Formado éste a partir del acuerdo entre ADIF&RENFE (Ministerio de Fomento) y DCN (BBVA y Constructora San José, originariamente denominada DUCH), ha sido finalmente plasmado en la enésima novación del contrato de adjudicación de 1994.

Una serie de disfraces nominativos para camuflar un negocio financiero inmobiliario que en sus sucesivas novaciones se ha ido haciendo cada vez más suculento.

El actual proyecto de MNN, aprobado inicialmente en octubre pasado por los representantes de Ahora Madrid en la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, supone una grave amenaza para la ciudad y los ciudadanos ya que, de comenzar a ejecutarse, junto a sus irreversibles efectos materiales, supondría una abrumadora hipoteca para futuras y necesarias intervenciones dirigidas a paliar los daños y rescatar de las manos de DCN este espacio para reconstruir un Madrid más eficiente, justo y culto.

Tal y como se ha gestado y formulado esta Operación a lo largo de veinticinco años, MNN se presenta como un ejemplo claro del nuevo capitalismo depredador, que ha encontrado en la mercantilización de la ciudad su cantera de extracción de mayores rentas y ganancias.

Aunque parezca que todo está sancionado y nuestra Alcaldesa exhiba este proyecto como ‘la joya de la corona’ de su gestión al frente del Ayuntamiento, calificándola como “un proyecto precioso” y “superimportante”, es obligado, por responsabilidad ciudadana, seguir batallando contra esta amenaza, aunando voces y fuerzas de las asociaciones vecinales, organizaciones ecologistas y sindicales, profesionales del urbanismo de cualquier disciplina e, incluso, como es previsible, en los juzgados para impedir tamaño atropello. Batalla más necesaria y obligada, una vez conocido el oscuro camino por el que esta larga gestación ha transcurrido.

LOS CONTRATOS "SECRETOS" DE LA OPERACIÓN

En estos momentos, tras hacerse pública la serie de contratos “secretos” que ha publicado eldiario.es, la pregunta obligada es: ¿conocían los actuales responsables políticos implicados en esta Operación el tortuoso proceso y el contenido de los sucesivos contratos entre ADIF&RENFE y DCN, con el visto bueno de los gobiernos estatal, regional y municipal? ¿Los conocía nuestra Alcaldesa o, al menos, el concejal responsable del área de urbanismo José Manuel Calvo antes de la aprobación inicial de la modificación del Plan General y del Plan Parcial que dan vía libre a MNN?

Si se dio el visto bueno para la aprobación sin conocerlos y sin haber realizado una obligada y prudente investigación y auditoría previas, dadas las acreditadas sospechas de presuntas irregularidades en toda esta larga historia, supondría una grave irresponsabilidad política, una muestra de mal gobierno de la ciudad.

Si los conocían los máximos responsables de Ahora Madrid en el Gobierno Municipal y, aun así, aprobaron inicialmente los documentos antes citados, asumiendo sumisamente las propuestas formuladas por DCN, sería mucho más grave aún, ya que supondría un encubrimiento de algo que estaría ya a un paso de convertir en subjetiva la prolongada “corrupción objetiva” (en palabras de Tierno Galván) de esta operación desde su mismo origen, con muy negativas consecuencias para Madrid, tanto desde un punto de vista urbanístico como económico y social.

¿No es ADIF un organismo dependiente del Ministerio de Fomento que había sido parte fundamental, desde el principio, en la concepción e implementación de esta Operación?

Ante una situación tan grave, no son admisibles ni la ambigüedad ni las balbuceantes palabras del ministro Ábalos, en su comparecencia parlamentaria el 31 de enero, intentando justificar que todo este largo y complejo expediente había que asumirlo como una herencia debidamente avalada por los distintos organismos y, sobre todo, por la Abogacía del Estado. Herencia cuya gestión —según él— corresponde al Ayuntamiento de Madrid, responsable último del urbanismo de esta ciudad, ya que la intervención del ministerio —asevera— se circunscribe a aquellos aspectos relacionados con la ordenación del sistema ferroviario.

Pero, ¿no es ADIF un organismo dependiente del Ministerio de Fomento que había sido parte fundamental, desde el principio, en la concepción e implementación de esta Operación? La venta de suelo público, ¿no es contradictoria con el anuncio de un programa de veinte mil viviendas sociales que requeriría de suelo público para su ejecución en lugar y tiempo adecuados?

En todo caso, no es muy elegante adjudicar a otros responsabilidades que le son propias.

Y aun más. El Ministro se suma al enaltecimiento de esta gran Operación que, junto a una moderna estación de Chamartín, va a colocar Madrid en la constelación de las ciudades globales. Y añade que toda la negociación público-privada de este proceso —que sin el menor recato califica de transparente—  ha supuesto un importante beneficio para las administraciones públicas que han tomado parte en ella. Refiriéndose con especial énfasis a que la venta de los terrenos de ADIF a DCN no solo va a sufragar la modernización de la Estación de Chamartín, sino que va arrojar ganancias económicas adicionales.

Una modernización que sirvió de justificación formal del proyecto de 1993 y el contrato de 1994 y de la que nada o poco se ha realizado hasta el día de hoy. Pasados veinticinco años, ahora se anuncia en el Congreso de los Diputados, por boca del Ministro, como una obra inminente y deslumbrante. La más hermosa estación de España (y parte del extranjero), que vendrá a sumarse a la más importante operación inmobiliaria de Europa en los próximos veinte años.

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Formúlese un nuevo proyecto para esta gran cuña, desde un nuevo punto de partida basado en el bien común y no en el beneficio de una entidad financiera

Esta feliz coincidencia, esta brillante síntesis que ahora se anuncia, en los momentos en que se cuestiona social, profesional y políticamente el proyecto de MNN, puede inducir a pensar que este anuncio del Ministro viene a reforzar la campaña publicitaria, engañosa y ostentosa de DCN, afianzando con ese apoyo oficial, la seguridad y atractivo del mismo en el mundo financiero-inmobiliario. ¿No es pertinente esta sospecha? ¿O solo es propia de gente malpensada y “anticuada”?

Así Madrid se incorporaría a la red de las grandes ciudades puestas al servicio de la economía capitalista financiarizada, que ha encontrado en ellas el espacio más propicio para acumular beneficios y rentas, con la promoción de grandes operaciones inmobiliarias en lugares estratégicos de la ciudad. Operaciones que necesitan contar con el respaldo de los poderes políticos y, más aun, con la colaboración de las administraciones públicas, que deberán hacer frente a las deudas económicas, físicas y funcionales que estas grandes operaciones suelen dejar, una vez obtenidos los máximos beneficios en el corto plazo.

Privatizar los beneficios y socializar las pérdidas es una vieja práctica, ya denunciada hace tiempo y reiteradamente ejercitada por ejemplo en las autopistas de peaje o en la debacle bancaria de la última Gran Recesión.

MORATORIA Y AUDITORIA

Como final, reproduzco textualmente y hago mías las palabras de nuestra Alcaldesa, “que se aclare lo que tenga que aclararse” (Público 01/02/19), referidas a la Operación Chamartín, suscitadas por los indicios de las irregularidades ya denunciadas. Palabras que merecen un aplauso y pleno apoyo por parte de los ciudadanos, pero que, para resultar creíbles deberían dar lugar, de inmediato, a una moratoria en la tramitación del planeamiento, al tiempo que se auditan todos los extremos de esta desdichada Operación: los legales y los económicos, pero también los urbanísticos.

Una vez todo claro, formúlese un nuevo proyecto para esta gran cuña, desde un nuevo punto de partida basado en el bien común y no en el beneficio de una entidad financiera. En definitiva, un proyecto más culto, más riguroso disciplinarmente y más justo socialmente, bajo la responsabilidad inalienable del Ayuntamiento de Madrid.

Eduardo Mangada | Arquitecto | Socio del Club de Debates Urbanos

Algo huele a podrido en Chamartín