martes. 19.03.2024
chamartín

¿Quién no debe algo al BBVA? ¿Quién puede dudar de que una de las instituciones financieras más importantes de Europa sea capaz de llevar a cabo, alguna vez, esta operación?

Hay gente que, invocando la ética de los principios, se opone a que la Operación Chamartín, el desarrollo urbanístico más importante de Madrid, se encargue al banco BBVA. Basan sus críticas en aspectos parciales como son el que esa institución lleva 25 años demostrando su incapacidad para hacerlo, la ilegalidad repetida de una novación del contrato sin nueva concurrencia de ofertas o la errónea planificación urbanística de la operación. Incluso arguyen el que un desarrollo de esa envergadura debería hacerse por un consorcio público por el mero hecho de que, en otras ocasiones, ha sido un procedimiento exitoso. Por no mencionar a Villarejo y su empleo a tiempo parcial en esa institución financiera para espiar, supuestamente, en el Palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia de un gobierno con el que lleva concertando cosas desde hace un cuarto de siglo.

Sin embargo, esas personas olvidan que, junto a la ética de los principios, o frente a ella, está la ética de la responsabilidad que obliga, y parece que es así, a que esa operación deba hacerla, inexorablemente, el BBVA. Se me ocurren, al menos, cinco razones que deben motivar a los que tienen la responsabilidad, con su ética correspondiente asociada a la misma, para justificar su decisión.

En primer lugar, yo pensaría algo así como, hemos llegado demasiado lejos como para que, ahora, demos marcha atrás. Después de una primera adjudicación por una administración socialista y cuatro modificaciones del contrato con alteración de las condiciones del Pliego de Condiciones, y de la oferta inicial, reconocer ahora que sucesivas administraciones, tanto del PSOE como del PP, no solo se han equivocado sino que han infringido normas básicas de la contratación pública, sería un escándalo que nadie desea. Bueno si, cuatro radicales trasnochados. Pero, estos, no tienen en cuenta el lío que supondría la rescisión formal, y no solo la tácita que ya se ha producido, del primer contrato, el único basado en la adjudicación de un concurso público. Seguramente habrá quien piense que, entre el deshonor y el pleito, se ha elegido el deshonor, pero van a tener, primero el deshonor y, más tarde o más temprano, el pleito. Aunque, ya veremos, pensarán los de la responsabilidad.

Porque, por otra parte, y aunque el Ayuntamiento de Madrid no tiene nada que ver con que la operación sea desarrollada por el BBVA o por quien sea (ellos deben limitarse a los aspectos estrictamente urbanísticos) parece detectarse una cierta felicidad municipal porque la operación, ahora sí que sí, se desarrolle de una vez. Y, claro, en el PSOE, que en muy poco tiempo tendrá que ponerse de acuerdo con Manuela Carmena, no deben encontrar muy inteligente el enfrentarse a ella en esta esquina de la ciudad. Si Manuela Carmena no frena esta operación, como rezaba el programa electoral bajo el que se presentó a las elecciones municipales (“impulsar su paralización” decían literalmente), no lo va a hacer el PSOE, cuya propuesta no era tan radical. El Carmena, lo que nos eches, es una paráfrasis muy oportuna de la famosa letra de Krahe.

Pero es que, además, no es solo Manuela Carmena quien rezuma felicidad por la marcha actual del asunto. Ni el PP, ni Ciudadanos, están en contra de que sea el BBVA quien, ampliando su objeto social, se dedique, es un decir, a las tareas urbanísticas e inmobiliarias necesarias para pasar alguna vez de las musas al teatro en este tema. Me extrañaría que VOX se opusiera y solo una parte de Unidos Podemos, precisamente la que tiene más que ver con los Unidos que con los Podemos, se oponen al banco. Incluso, en una Proposición no de Ley que presentaron en el pasado verano en el Congreso de los Diputados, lo dijeron. Pero, naturalmente, aquello se disolvió en la oscuridad de la tramitación administrativa. Razón que confirma la conveniencia de alinearse con el bando ganador en el debate.

Porque hay una razón, quizás, la más poderosa, para decidir lo que han decidido: se trata del discreto encanto de la burguesía financiera. ¿Quién no debe algo al BBVA? ¿Quién puede dudar de que una de las instituciones financieras más importantes de Europa sea capaz de llevar a cabo, alguna vez, esta operación? Si han sido capaces de penetrar, vía Villarejo (ojo, que lo pongo en condicional), en la Moncloa, ¿cómo no van a ser capaces de empezar un día la Operación Chamartín? Seguramente pensarán que, si no es capaz de hacerlo el BBVA, no es capaz de hacerlo nadie. Por consiguiente, no hay razón para los nervios. Seguramente con algún simple cambio de legislación suplementaria y un par de novaciones más, el BBVA será capaz de hacerlo. Y, si no es en los próximos veinte años, como acaban de convenir, será un poco más tarde, pero que nadie dude de que, tarde, o tarde, se hará.

Y hay una última razón para mantener al BBVA en su posición actual de concesionario de la operación. Hay que pensar en la existencia de abogados del estado en la Administración Pública que piensen en la posibilidad de que, el actual formato de la operación, sea paralizado en los tribunales. Porque, además, la mayoría de los jueces no quieren ser ministros y son muy celosos de la separación de poderes, incluso de los económicos. Por eso, en el fuero interno de alguien puede plantearse la siguiente pregunta: ¿para qué meternos en líos si esto tiene el recorrido que tiene?

Habrá quien pueda pensar que la verdadera razón para mantener al BBVA como candidato a llevar a cabo la Operación Chamartín es tan simple como que representa, no solo la mejor opción, sino la única, debido a su gran experiencia técnica en la materia, su capacidad de financiarla sin necesidad de que lo autorice el Banco de España, su inquietud social, el clamor popular para que eso sea así y la celeridad con la que van a crear los cientos de miles de puestos de trabajos que han anunciado en sus campañas de prensa.

Pero, si eso fuera así, ¿a

 qué están esperando los responsables de la administración, civil, por supuesto, para salir en tromba a decirlo?

Jesús Espelosín | Autor del libro “Operación Chamartín. Historia de una realidad virtual”.

Operación Chamartín. Cinco razones en favor del BBVA