viernes. 26.04.2024
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Lula, en su discurso la noche del domingo. (Foto: @ricardostuckert)

@jgonzalezok / @gab2301 | Después cuatro años de un gobierno de extrema derecha, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), venció las elecciones presidenciales en Brasil y conducirá a la izquierda de vuelta al poder junto a un frente amplio, con políticos de centro y centro derecha. Lula venció con una escasa diferencia de 1,8% de los votos válidos al presidente Jair Bolsonaro, que dejará la presidencia como el primer mandatario en no lograr la reelección en el país.

Inmediatamente después de que el Tribunal Superior Electoral proclamase la victoria de Lula, con el 50,90% de los votos, frente al 49,10% de Bolsonaro, los representantes de los demás poderes felicitaron al ganador, incluyendo los presidentes del Congreso y del Senado, hasta ahora aliados del actual mandatario. Bolsonaro, sin embargo, no se pronunció: ni aceptó la derrota ni llamó a Lula para cumplimentarlo. Fuentes de su campaña dijeron que se fue a dormir temprano. El reconocimiento interno y los mensajes de los principales dirigentes mundiales reducen el margen para que Bolsonaro objete la elección, como venía amenazando.

"Esta no es una victoria mía ni del PT, es la victoria de un inmenso movimiento democrático”, dijo Lula

En su primer pronunciamiento, el presidente electo prometió gobernar para los 215 millones de brasileños, alentó la reconciliación del país y aseguró que su primer objetivo es acabar con el hambre, que volvió en los últimos años. “Intentaron enterrarme vivo, pero estoy aquí”, dijo, añadiendo: “La elección colocó frente a frente dos proyectos opuestos y que hoy tienen un único gran vencedor, el pueblo brasileño. Esta no es una victoria mía ni del PT, ni de los partidos que apoyaron esta campaña, es la victoria de un inmenso movimiento democrático”.

Prometió reconquistar la credibilidad de Brasil en el exterior, retomando normales relaciones con los principales países del mundo. Aseguró que habrá una política de deforestación cero en la Amazonía, asegurando que probaría que es posible crear riqueza sin destruir el medio ambiente: “Estamos abiertos a la cooperación internacional para preservar la Amazonía, sea en forma de inversiones o investigación científica, pero siempre bajo el liderazgo de Brasil, sin jamás renunciar a nuestra soberanía”.

El regreso de Lula se produce después de 13 años. Había terminado su segunda presidencia con unos índices de aprobación inéditos, del 83%. Después pasó por el calvario de las acusaciones de corrupción y 580 días preso, que le impidieron presentarse en las elecciones de 2018 -que ganaría Bolsonaro-, y en las que era el favorito. Logró recuperar sus derechos políticos en abril del año pasado y desde entonces se mantuvo en primer lugar en las encuestas pre-electorales.

Una de las claves de su victoria fue la construcción de un frente amplio, incorporando sectores políticos con los que estuvo enfrentado en el pasado. Empezando por su ahora vicepresidente, Geraldo Alkmin, y Simone Tebet, que lo enfrentó en la primera vuelta del 2 de octubre. El miedo que provocaban los avances de Bolsonaro contra las instituciones democráticas también jugó a su favor. El presidente había puesto toda la maquinaria del Estado al servicio de su reelección, con innumerables medidas de tipo clientelista, pero no logró su objetivo para derrotar a Lula.

Fue la elección más disputada desde la redemocratización del país, hace 37 años. Hubo que esperar hasta las 19:57 horas -casi tres horas después del cierre de las urnas-, con el 98,86% de los votos escrutados, para que se pudiera proclamar oficialmente su victoria. A esa hora la Avenida Paulista de São Paulo, tradicional lugar de celebración del PT, empezaba ya a llenarse de gente para celebrar la victoria. Y en todo el país comenzaron a lanzarse fuegos artificiales. Después de su discurso institucional, que fue leído y que tuvo un tono de estadista, fue a la Avenida Paulista donde miles de personas vibraron con su mensaje. Ahí volvió el Lula como en sus mejores tiempos, con palabras que emocionaron a sus seguidores.

Los resultados de esta elección marcaron la derrota personal de Bolsonaro, aunque llegó mucho más fuerte de lo que cabía esperar. Pero quien no fue derrotado fue el bolsonarismo. Las dos cámaras legislativas son más conservadoras y los tres principales estados del país, São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, estarán gobernados por la derecha aliada hasta ahora a Bolsonaro, aunque el gobernador electo de São Paulo ha dicho que espera alinearse con el gobierno central. 

Con su tercera presidencia, Lula tiene la oportunidad de cerrar con llave de oro su biografía política y tendrá que preparar la sucesión. Con 77 años recién cumplidos, anunció que no se presentará a la reelección dentro de cuatro años. El futuro de la izquierda brasileña depende como nunca de este nuevo período ya que, desde que el país recuperó la democracia, en 1985, la izquierda ha estado siempre aglutinada en torno a su figura.

Imagen: @ricardostuckert

De la mano de Lula, la izquierda vuelve al poder en Brasil