lunes. 29.04.2024
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Netanyahu con soldados del ejército israelí.
 

Cien días después del ataque de Hamas, la guerra de Gaza que Hamas se ha convertido en la guerra de Netanyahu. Es la guerra que, más que a la defensa de Israel, sirve a los intereses políticos de Netanyahu. Una guerra que condenan casi todos los países del mundo, condena que Netanyahu desprecia.

Desde hace 56 años conservo una chapa de la “campaña de solidaridad con Vietnam”. La compré en una de las multitudinarias manifestaciones a las que asistí en Londres, donde entonces vivía. Aquel año, EE UU desencadenó una oleada de bombardeos sobre Vietnam arrojando más bombas sobre ese país que todas las usadas contra Alemania durante la II Guerra Mundial. El bombardeo destruyó infraestructuras de todo tipo y causó numerosos “daños colaterales”, eufemismo para indicar la muerte de muchos civiles entre los cuales había numerosos niños. Las manifestaciones que se convocaron en todo el mundo protestaban por el bombardeo y pedían su cese. Delante de la embajada americana, los manifestantes increpaban al Presidente Johnson al grito de “¿a cuántos niños has matado hoy?”. Protestamos por la masacre causada por las bombas americanas. También apoyábamos la lucha de los vietnamitas, dirigida por el FLN, haciendo colectas para esta organización. “Victoria para el FLN”, era una consigna ampliamente coreada. La chapa que compré era parte de las colectas que los activistas pro-vietnamitas hacían en las calles.

Hoy saldría a la calle para protestar por la masacre que el ejército de Israel está perpetrando en Gaza y pediría el cese de los bombardeos; pero no gritaría “victoria para Hamas”, ni nada que signifique un apoyo implícito. Por dos buenas razones. Primero porque es evidente que esta guerra entre Hamás e Israel ha sido desencadenada por Hamas y aireada por las redes sociales a fin de hacer inevitable la declaración de guerra de Israel. Es una guerra buscada por Hamas. Segundo porque la victoria de Hamas conduciría a un gran refuerzo del fundamentalismo islamista y del terrorismo yihadista en todo el mundo. 

En Occidente, las movilizaciones contra la guerra del Vietnam fueron multitudinarias y fueron el antecedente más cercano del Mayo Francés. Esta vez las manifestaciones contra la guerra de Gaza son, como mucho, discretas. Creo que la razón estriba en que es muy difícil evitar que la protesta contra la masacre se mezcle con el apoyo a la organización que, hoy por hoy, lidera la lucha del pueblo palestino y que acaba de ser declarada terrorista por la UE. Y esto echa para atrás a mucha gente.

La devastación que el gobierno Netanyahu ha desencadenado en Gaza no parece que tenga mucho que ver con la defensa de Israel

Las primeras reacciones de la “comunidad internacional” a la brutal agresión de Hamas consistieron en respaldar el derecho de Israel a defenderse. Pero la devastación que el gobierno Netanyahu (una coalición de fanáticos mesiánicos y sinvergüenzas oportunistas, en frase de Harari) ha desencadenado en Gaza no parece que tenga mucho que ver con la defensa de Israel. El asesinato de miles de palestinos, incluidos muchos niños, ha tenido un efecto negativo para Israel. Israel ha “perdido el relato” de modo que las atrocidades cometidas por Hamas el 7 de Octubre han quedado tapadas por la masacre diaria en Gaza. La “comunidad internacional” y la ONU han pasado de apoyar a Israel a exigir el alto el fuego. Israel pierde apoyos a chorros, aunque eso no parece importarle a la extrema derecha gobernante en Israel.

Netanyahu dice que el objetivo es liquidar a Hamas y liberar a los rehenes. Llama la atención que el Ejército de Israel, que derrotó a todos los ejércitos árabes combinados en 6 días en el 67 y en 20 días a los ejércitos sirio y egipcio en el 73, no ha conseguido, en 100 días, derrotar a Hamas ni liberar a los rehenes. Cuando, a diferencia de lo sucedido en las guerras anteriores, Hamas no representa una amenaza existencial para el Estado de Israel.

Hamas tampoco parece que vaya ganando, pero el ataque de Hamas ha servido para poner de actualidad la “cuestión palestina” que llevaba años adormecida. ¿Cómo resolver el conflicto árabe israelí, que se alarga desde 1947? La respuesta de casi todo el mundo en “Occidente” es la creación de un estado palestino al lado de Israel. Algo que ha sido frontalmente rechazado por la extrema derecha israelí. Y por Hamas.

Netanyahu está muy interesado en una guerra larga. Por dos razones. La primera es que él mismo tiene asegurada su continuidad en el Gobierno mientras dure la guerra. Si ésta acabara, tendría que rendir cuentas del desastre del 7 de Octubre y, si pierde el gobierno, es probable que acabe en la cárcel por corrupción. Lo cual nos da una lección importante sobre la política de la extrema derecha (ultra nacionalismo reaccionario). La extrema derecha está muy interesada en la guerra. Por cierto, lo mismo, exactamente, podemos decir de Putin. Sirva de aviso a los que minimizan el peligro de la oleada reaccionaria que nos amenaza.

Lo que quiere Netanyahu es la anexión de los territorios ocupados, creando un estado judío “desde el Jordán al Mediterráneo”

Lo que quiere Netanyahu es la anexión de los territorios ocupados, creando un estado judío “desde el Jordán al Mediterráneo”. Algo que la actual administración norteamericana rechaza, pero que Trump podría aceptar. Atrapado en la contradicción de apoyar a Israel y, a la vez, rechazar la guerra de Netanyahu, Biden está perdiendo el apoyo de sectores progresistas. Hay quien dice que Netanyahu se ha convertido en un agente electoral de Trump.

Por ahora, EEUU se afana en tratar de evitar que el conflicto se extienda. A la vez intenta poner fin a la guerra de Netanyahu con poco éxito, como se ve. La UE hace lo que puede, es decir, hace declaraciones porque no sé si nos hemos dado cuenta, hace ya tiempo que la UE no pinta una oblea en Oriente Medio. Aquí vale la pena destacar las declaraciones valientes de Borrell.

La guerra de Netanyahu tiene también un aspecto importante en la pugna por el nuevo orden mundial que debe sustituir al mundo unipolar que hemos conocido tras el fin de la Guerra Fría. La potencia en ascenso en Oriente Medio es Irán que, saca músculo en Iraq, Siria, Yemen y Líbano y pide paso a la hora del reparto del poder. La potencia en declive en Oriente Medio es EEUU que ni siquiera es capaz de que Israel le haga caso.

Veremos.

La guerra de Netanyahu