sábado. 27.04.2024
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@jgonzalezok y @gab2301 | El triunfo del rechazo a la nueva Constitución chilena en el plebiscito de este domingo fue contundente. Se esperaba un resultado ajustado, pero el triunfo del “no” fue mucho más holgado de lo previsto. Con el 99,99 % de las mesas escrutadas, el  61,86 % de los votantes rechazó al texto, frente al 38,14 % de los favorables al proyecto elaborado por la Constituyente. En definitiva, los chilenos quieren una nueva Constitución, pero no la que se le planteó este domingo.

El resultado es una derrota política y personal del presidente Boric, que había apoyado la opción a favor del texto sometido a referéndum. Su popularidad, a solo seis meses de asumir, está por debajo del 30 %. A ello contribuyó no solo el descontento con la marcha de la Constituyente, sino también el estado de la economía, especialmente la disparada de la inflación. El aumento del costo de vida está en el 13,1 % anual, el mayor registro desde marzo de 1994.

“Es preciso escuchar la voz del pueblo”, dijo el presidente Boric en un mensaje por cadena nacional desde el Palacio de la Moneda, poco después de las 20.45. “El pueblo no quedó satisfecho con la propuesta”, reconoció, añadiendo que recogía con mucha humildad el mensaje y que lo hacía propio. Afirmó que la democracia salía fortalecida y expresó su compromiso de iniciar un nuevo itinerario constituyente.

De cara a ese nuevo proceso constitucional, el presidente chileno advirtió que la decisión de la ciudadanía “exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, respeto y cariño hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza y que nos una como país. Allí, el maximalismo la violencia y la intolerancia deben quedar definitivamente a un lado”.

Para encarar el citado itinerario constituyente, Boric convocó este lunes en el Palacio de la Moneda a los presidentes del Congreso y el Senado, además de otras autoridades de la República. El encuentro tendrá lugar a primera hora de la mañana. Por la tarde pretende reunirse con los presidentes de los partidos con representación parlamentaria, aunque en la derecha dicen que no asistirán hasta que no se defina si hay una remodelación ministerial. Cosa que Boric admitió en su discurso, al afirmar que hacer frente a los desafíos requerirá nuevos equipos de gobierno.

Ante la evidencia de que muchos de los temas planteados en la propuesta derrotada no tenían nada que ver con las preocupaciones fundamentales de los ciudadanos, el presidente chileno afirmó: “Tenemos la obligación de atender las demandas de nuestros compatriotas en su vida diaria. Sé que esperan respuestas y soluciones contundentes ante la inseguridad, la violencia en el sur (conflicto mapuche), el déficit de la vivienda, el aumento del costo de la vida, la reactivación de la economía, las eternas listas de espera en la salud, la calidad de la educación y las bajas pensiones”. En este sentido prometió que el camino a una nueva Constitución “jamás será obstáculo para dar respuestas a las urgencias que nos han planteado”.

La reacción del gobierno, aceptando inmediatamente la derrota marca un grado de compromiso con la institucionalidad y el respeto al adversario que no abundan en la región.

La reacción del gobierno, aceptando inmediatamente la derrota, sin ningún cuestionamiento a los partidarios de rechazar la propuesta, marca un grado de compromiso con la institucionalidad y el respeto al adversario que no abundan en la región. La derrota no solo afecta al presidente Boric, al que le quedan tres años y medio de gobierno. También a otros miembros del gabinete y especialmente al Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, al que se considera uno de los principales inspiradores de algunas de las propuestas más polémicas aprobadas por los Constituyentes. Se da por segura su salida del cargo, dentro de una remodelación del gabinete más amplia, que se conocerá en las próximas horas.

Además de los resultados del referéndum, fue muy importante el grado de participación, que se situó en el 85 % del padrón electoral, una cifra que ni los más optimistas esperaban. La votación era obligatoria, pero es el mayor porcentaje de participación desde la elección presidencial de 1989, la primera después de la dictadura de Pinochet. 


2019, el año que no terminó

Cuando los estudiantes secundarios comenzaron a saltar los molinetes de las estaciones del metro de Santiago, en octubre de 2019 para protestar contra el aumento del precio de los billetes, nadie imaginaba que éste sería el inicio de un proceso que resultaría en la exigencia de una nueva Constitución. El día 8 de aquél mes, el entonces presidente Sebastián Piñera daba señales de no ver el caos que se avecinaba: “El país está creciendo, estamos creando 170.000 empleos por año, los salarios están mejorando”. Diez días después, Chile explotaría en manifestaciones incontrolables.

Lo que comenzó como la rebeldía de jóvenes estudiantes secundarios, pronto desencadenó las mayores manifestaciones en la historia del país. Otros sectores de la sociedad se juntaron a las protestas, que ganaron nuevas pautas. De los reclamos por las tarifas del metro, los manifestantes pasaron a exigir reformas estructurales, sobre todo en salud, jubilaciones y educación.

El 18 de octubre, la capital chilena se hundió en el caos. Siete estaciones de metro fueron completamente incendiadas, 18 parcialmente quemada y otras 93 tuvieron múltiples daños, según el diario La Tercera. Las protestas se extendieron por todo el país. El presidente Piñera decretó el estado de emergencia e impuso el toque de queda, sin conseguir contener a los manifestantes.

La violencia se apoderó de las calles. La represión policial dejó casi tres mil víctimas, entre ellas 34 muertos, alimentando aún más la revuelta. El día 25 de octubre, más de un millón de personas ocuparon las calles de Santiago. Después de casi un mes de protestas, la clase política entendió que no quedaba otra salida sino negociar en base a lo que exigía la calle. Fue cuando nació, después de intensas negociaciones entre los partidos tradicionales, el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.

El documento proponía un plebiscito que respondería a dos preguntas: si la población aprobaba la idea de una nueva Constitución y, en caso positivo, qué tipo de órgano debía redactarla. El plebiscito se celebró en octubre del año siguiente. El resultado probó el grado de descontento de los chilenos con la Carta en vigor que había sido heredada de la dictadura del general Pinochet: 78 % votaron a favor de una nueva Constitución. Y el 79 % aprobaron la convocatoria de una Asamblea Constituyente, enteramente nueva, al revés de una Asamblea Mixta, con 50 % de nuevos representantes y otro 50 % con miembros del Congreso.

En mayo de 2021 los chilenos fueron a las urnas para elegir a los 155 representantes que redactarían la nueva Carta. El resultado fue un fuerte golpe para los partidos tradicionales, sobre todo los de la derecha, ya que fueron elegidos mayoritariamente candidatos independientes. Otra novedad fue la decisión de que el grupo debería estar compuesto con el mismo número de hombres y mujeres. Diecisiete puestos fueron reservados para representantes de pueblos indígenas. 

En diciembre de 2021 el país elegiría al ex líder estudiantil Gabriel Boric como presidente. Boric, que en 2019 fue uno de los signatarios del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, vinculó su mandato con la aprobación del proyecto constitucional, siendo uno de sus grandes apoyadores.

Los chilenos necesitarán nuevamente cerrar heridas y encontrar nuevas respuestas a las demandas de transformación del país.

El proyecto de Constitución que le fue entregado a Boric el 4 de julio de este año fue el resultado de un proceso repleto de simbolismos, comenzando por la elección de Elisa Loncón, una mujer indígena, para la presidencia de la Convención. La imagen de Boric recibiendo el texto de la nueva Carta cerraba simbólicamente un ciclo iniciado por los jóvenes que saltaban los molinetes del metro en octubre de 2019. Pero el proceso tomaría otro rumbo cuando la propuesta llegó a manos de los chilenos, que ahora necesitarán nuevamente cerrar heridas y encontrar nuevas respuestas a las demandas de transformación del país.

Chile en la encrucijada tras el rechazo a la nueva Constitución