lunes. 29.04.2024
Martín Insaurralde
Martín Insaurralde

@jgonzalezok | El 28 de octubre de 1983, un personaje marginal y ya olvidado le hizo perder al peronismo las primeras elecciones después de la brutal dictadura de 1976. El candidato presidencial era Italo Argentino Luder y uno de los grandes responsables de su derrota fue Herminio Iglesias, candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires, personaje oscuro ligado al hampa y del que se decía había recibido un tiro en un testículo. Ese día, en el acto del cierre de la campaña electoral, en el escenario situado frente al obelisco porteño, Herminio -así era conocido, sin necesidad de apellido- prendió fuego a un pequeño ataúd con las siglas UCR, el partido que llevaba como candidato a Raúl Alfonsín, que sería el vencedor de la contienda y, por tanto, primer presidente después de la recuperación de la democracia. 

El episodio del cajón fue la gota que colmó el vaso. Por una parte estaba instalada la idea de que el peronismo era imbatible y más después de una dictadura en la que las principales víctimas habían sido sus simpatizantes y militantes. Pero no se tuvo en cuenta datos tan importantes como que el candidato Luder aceptaba la autoamnistía del régimen militar, a pesar de que los uniformados se iban derrotados por la guerra de las Malvinas y en medio del rencor de la mayoría de los argentinos. 

El cajón de Herminio pasó a ser en Argentina sinónimo de personajes o hechos que le pueden costar una elección a determinados candidatos

La frescura de un Alfonsín que traía un aire nuevo e ilusión a los argentinos, contrastaba fuertemente con un Luder que arrastraba la imagen de haber sido ministro de Isabelita y haber firmado los decretos para “aniquilar a la subversión”. Y que llegaba a la recuperada democracia como parte del pacto sindical-militar que denunciaba Alfonsín. 

Pero, aunque no fuera definitivo, el cajón de Herminio pasó a ser en Argentina sinónimo de personajes o hechos que le pueden costar una elección a determinados candidatos. Ahora, 40 años después, el cajón lleva el nombre de Martín Insaurralde, aunque no está solo en el elenco de los eventuales mariscales de la derrota. 

Insaurralde fue sorprendido en Marbella disfrutando de unas vacaciones ostentosas, con una conocida modelo, también argentina, que exhibía regalos de marca a borde un yate cuyo alquiler supera los 8.000 euros diarios, a lo que hay que añadir el 21 % de IVA, combustible y otros extras. Todo incompatible con los ingresos y bienes declarados por Insaurralde, al momento de los hechos jefe de gabinete del gobernador de la provincia de Buenos Aires y alcalde del municipio de Lomas de Zamora, en el conurbano bonaerense. 

El viaje se produjo cuando Argentina está en campaña electoral y en medio de una crisis social y económica que tiene al 40% de la población viviendo por debajo de la línea de la pobreza. Cabe preguntarse qué hacía en Marbella el jefe de gabinete del gobernador de la provincia más importante y clave -en términos electorales-, y cómo no pensó que sus vacaciones podían ofender a sus electores, sobre todo en una de las zonas donde la pobreza es más chocante. 

Martín Insaurralde, que fue obligado a presentar su dimisión, había llegado al último cargo que ostentaba impuesto por Cristina Kirchner, la vicepresidenta, que estaba descontenta con el resultado de las elecciones legislativas de hace dos años. No fue una imposición ideológica, nada más lejos de la realidad pensar que Insaurralde encarnaba ese sector del peronismo que se auto percibe de izquierda. Pero tenía un control territorial, fruto de sus alianzas con lo peor de los bajos fondos de la política, como el juego. 

Martín Insaurralde fue sorprendido en Marbella disfrutando de unas vacaciones ostentosas, cuando Argentina está en campaña electoral

Al destaparse el escándalo comenzó a fluir un volumen de información que lo complican, imposible de resumir. Pero que incluyen cientos de viajes en vuelos privados a destinos altamente sospechosos, como Colombia. O a Uruguay, donde solo estaba unas horas y cuyas autoridades ya investigan un posible esquema de blanqueo de dinero. Una de las denuncias se originó después de que se publicara que su reciente divorcio -de la también modelo Jesica Cirio-, fue posible después de que accediera pagar a la mujer la suma de 20 millones de dólares. 

Pero el caso de Insaurralde no es el único que golpea la campaña oficialista. Pocos días antes se conoció el nombre de Julio Rigau, alias Chocolate, sorprendido en un cajero automático en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, con 48 tarjetas de débito, sacando el máximo diario de cada una de ellas. Las tarjetas correspondían a “trabajadores” de la legislatura provincial. Chocolate es lo que en Argentina se llama un puntero, una especie de operador político, en este caso del Frente Renovador, del candidato Sergio Massa, que integra la coalición oficialista. 

Los titulares de las tarjetas dieron explicaciones imposibles de creer. La realidad es que el caso revela la existencia de trabajadores ficticios, que a cambio de una pequeña cantidad de dinero entregan la mayor parte de su sueldo. Son contratados por distintos organismos oficiales, pero no tienen necesidad de ir a trabajar. Es una práctica conocida, pero pocas veces con pruebas tan evidentes. A pesar de haber sido sorprendido in fraganti, Chocolate salió en libertad después de 11 días detenido y la causa que se le había iniciado fue anulada en la Cámara de Apelaciones en lo Criminal, muestra de la complicidad que estas causas tienen en diversos ámbitos, incluida la Justicia. 

Pero no se agotan los escándalos en Insaurralde y Chocolate. Está Pitty, la numeróloga, que salpica al Banco de la Nación Argentina que preside Silvina Batakis, fugaz ministra de Economía en julio de 2022, que cesó después de 24 días en el cargo y a la que se ofreció el nuevo puesto como premio consuelo. A escasas semanas de su previsible abandono del cargo, y siguiendo una práctica común, empezó a nombrar personas de su entorno para cargos en la entidad, incluyendo a su ex marido y a la citada Pitty, la numeróloga

Dado que en la Argentina la corrupción es endémica y estructural, no hay que descartar nuevos escándalos

En su perfil de Instagram, la empleada del banco se define como “investigadora de números”, una especie de vidente, echadora de cartas o tarotista, pero que utiliza los números para sus predicciones. “Solo hice mi trabajo”, declaró la mujer, que fue contratada por la gerente de la entidad financiera, María del Carmen Barros, que la conoció primero en una consulta privada. 

La primera vuelta de las elecciones generales es el próximo 22 de octubre. Si hay necesidad de una segunda vuelta se volverá a votar el 20 de noviembre. No se sabe todavía cómo afectarán estos escándalos a las posibilidades del candidato peronista, Sergio Massa, cuya máxima aspiración es pasar a la segunda vuelta. Las encuestas, poco fiables, dan como candidato más votado al ultraderechista Javier Milei, con Massa y Patricia Bullrich, del centroderechista Juntos por el Cambio, disputándose el segundo y tercer lugar. 

Dado que en la Argentina la corrupción es endémica y estructural, no hay que descartar nuevos escándalos. Si se producen, se volverá a presentar como ejemplos aislados y como una conspiración política de la oposición y los medios ante un gobierno nacional y popular. El problema es que el elenco de casos de corrupción es enorme, empezando por Cristina Kirchner, ya condenada por encabezar una asociación ilícita y que enfrenta nuevos casos en la Justicia de pronóstico complicado para la actual vicepresidenta. 

Insaurralde y otros escandalosos personajes peronistas