sábado. 27.04.2024

"Gracias a los libros -asegura Juan Becerra Acosta en Rebelión desde el 18 del pasado mes de agosto- sabemos que la Inquisición española de Tomás de Torquemada, además de perseguir brujas, malinterpretó las enseñanzas de Jesús dando a ellas un sentido opuesto al que los testamentos de sus discípulos contienen". "Hoy -añade- desde la derecha mexicana se llama a destruir los libros de texto (...)". Pero, bueno, ¿hasta qué punto, en el siglo XXI, sobrevive la Inquisición, española o no? 

Es por la "ideologización -concluye- que se encienden hogueras. Cuando hay un llamado a destruir, o no distribuir el conocimiento, éste siempre provendrá del oscurantismo que confunde privilegios con derechos, el mismo al que no le interesa la educación universal, al contrario, le estorba, la detesta". El titular del trabajo, originario de La Jornada, ya lo dice (y lo escribe) todo: `El libro de texto, el libro detesto´. 

Como lo hace el arranque de otro artículo: el de Gerardo Tecé para CTXT (Contexto y Acción) un día antes: "Lo mejor de que acaben las vacaciones es que desaparece la arena del culo. Lo peor es que los buenos libros son sustituidos por crónicas políticas (...); que las tramas de Conan Doyle protagonizadas por Sherlock y Watson quedan aparacadas dando paso a tramas protagonizadas por Sánchez, Feijóo, Puigdemont y compañía". 

Cuando hay un llamado a destruir, o no distribuir el conocimiento, éste siempre provendrá del oscurantismo que confunde privilegios con derechos

¿Cuáles son dichas tramas, las de nuestros días? Gerardo Tecé se explica: "El relato del partido más votado toca a su fin porque, como dice la canción de Tote King, hasta el mejor paseo por la playa acaba en las rocas". Y así es: "El parlamentarismo -elemental, querido Watson- ha asesinado al relato mediático, podríamos concluir tras lo de hoy. Que le pregunten a Feijóo". 

En fin: que le pregunten a cualquiera de los personajes de El tranvía fantasma (Miguel Sánchez-Ostiz, Pamiela): "Mala época esta, mala, para ejercer de sociable y para casi todo lo que no sea salvar el propio pellejo sin hipocresías. Hay que estar con los buenos, que son los que digan y así bauticen nuestros gobernantes, cercanos y lejanos (...)". Luego, pasa... lo que pasa: "Un poco tarde para aprender a estoico, pero todo se puede intentar, hasta eso, que haciendo comedia des en tu ser más verdadero, como Don Quijote, a ver si va a ser verdad que llevamos otro dentro que parece una parodia y es nuestro verdadero ser". 

Quemar libros, cerrar periódicos... ¿no son arietes del equipo destructor de un futuro medianamente equilibrado?

El verdadero ser: "Cuando los policías irrumpieron en la redacción de un periódico local de Kansas (...) y registraron los domicilios de sus periodistas, es probable que no tuvieran en mente la repetitiva afirmación de Donald Trump (...) de que los medios de comunicación estadounidenses son `el enemigo del pueblo´", desarrollaba Richard Luscombe en elDiario.es el 23 de agosto. Pero...

...de acuerdo "con los expertos, este episodio, así como otros ataques recientes contra periodistas y medios de comunicación a lo largo y ancho de Estados Unidos, están directamente relacionados con la hostilidad alimentada por el expresidente y sus seguidores", según Luscombe. Atención, pregunta: quemar libros, cerrar periódicos... ¿no son arietes del equipo destructor de un futuro medianamente equilibrado? 

Quizá ese mundo sea aquel al que Eduardo Martínez Rico hace referencia en su artículo para zendalibros.com del tercer día del pasado agosto: "Cuando oímos algunas canciones, música en sentido amplio, volvemos con frecuencia al pasado. Cuando releemos algunos libros directamente nos retrotraemos a lo ya vivido, volviéndolo a vivir de algún modo (...)". A lo que sufrimos: "(...) el libro se convierte en una máquina del tiempo -entiende Martínez Rico- extraordinariamente potente, una máquina, al final, de vivir. Y de aprender, añadiría". 

¿No se trata de eso, de aprender? ¿Por qué, entonces, quemar libros? Porque los abusones nunca hacen las cosas sin pensar, antes que nada, en sus consecuencias, las que matan a sus abusados.

Quemar libros, destruir el futuro